/ jueves 11 de agosto de 2022

El Diablo en nuestras Instituciones

Me encanta la historia de los Presidentes de México y sus administraciones. Dicen por ahí que del pasado podemos aprender. Aunque nuestro Presidente actual no entiende bien el concepto.

Escuche en una entrevista a Soledad Loaeza, hablar de su libro “A la Sombra de la Superpotencia” sobre la relación entre México y Estados Unidos a través de sus presidentes en el periodo post- guerra entre 1945 y 1958. La Dra. Loaeza hace incapié en la importancia de la continuidad entre las políticas de los que ella llama presidentes Alemanistas. Hay que recordar que Miguel Aleman fue el primer Presidente de México de origen civil, no militar. Ello tiene una implicación curiosa. La disciplina militar, aparejada al poder y curtida en la Revolución llevó a los primeros Presidentes del México post-revolucionario a usar el poder como Macana. No era usual, mucho menos necesario escuchar a los gobernados. Simplemente se hacia lo que el Presidente quería, a discreción. Con Alemán, eso empezó a cambiar. En principio, dice la Dra. Loaeza, por la naturaleza de la relación con los gringos, que se acababan de convertir en una superpotencia con bombas nucleares y buscaban a su alrededor existieran democracias liberales. Alemán Valdés tuvo a bien escucharlos y abonar a un proceso de democratización que hasta nuestros días sigue. Pero también, su origen civil lo llevó a tener conciencia existía una voz del pueblo. Un Pueblo que también empezaba a desarrollarse.

No es coincidencia que esa época coincide con el famoso “desarrollo estabilizador” de México. Etapa en la que dejamos atrás las guerras y nos metimos de lleno a desarrollar el país. Alemán Valdés, Ruiz Cortines, López Mateos y en menor medida Díaz Ordaz. Todos siguieron un mismo camino económico, educativo, en el que el poder en México se dio cuenta que la Macana no era suficiente para sacar adelante al país, se necesitaban conjuntos de reglas, procesos y jugadores públicos con tareas específicas de políticas públicas. Las Instituciones han seguido un proceso evolutivo en función de las necesidades de la población nacional y el contexto internacional en el que vivimos. Son herramientas que usamos para lograr los objetivos públicos.

Entiendo cuando López Obrador dice “al diablo con las instituciones” En su momento le permitió comunicar la idea de que había corrupción en el gobierno que no permitía se cumplieran esos objetivos públicos. Pero a cuatro años de que empezó su sexenio, el diablo se está cargando las Instituciones. El INE sitiado por delincuentes electorales como Félix Salgado Macedonio y Delfina Gómez, recién salidita de no hacer más que cobrar en la SEP y destruir al CONACYT junto con Álvarez Buylla. Al pobre Ejército le inyectan recursos y tareas para las que jamás debería ser considerado, mientas que los recursos que deberían ser usados para invertir en energías verdes que lleven a México al futuro, se están despilfarrando en Dos Bocas y el AIFA, por mencionar un par de proyectos.

Lo que Andrés no quiere reconocer es que el problema nunca fueron las instituciones, sino las personas que las operan y el fin para el que lo hacen. Un Presidente sin escrúpulos que las usa para acomodar achichincles y ganar elecciones, no es muy diferente al peor presidente del pasado. Al Alemanismo, le debemos el desarrollo estabilizador. El Obradorismo va a a pasar a la historia por lo contrario. La Política de AMLO regresó a ser la misma que con los presidentes militares: encargar todo al ejército y no escuchar a nadie más que a tus cuates. El problema es que México no es el mismo de ese entonces, cuando le funcionó al PNR del Maximato. A Plutarco Elías Calles le funcionó en 1924. A AMLO no sé si le funcione cien años después en el 2024. A México definitivamente no le está funcionando.


Me encanta la historia de los Presidentes de México y sus administraciones. Dicen por ahí que del pasado podemos aprender. Aunque nuestro Presidente actual no entiende bien el concepto.

Escuche en una entrevista a Soledad Loaeza, hablar de su libro “A la Sombra de la Superpotencia” sobre la relación entre México y Estados Unidos a través de sus presidentes en el periodo post- guerra entre 1945 y 1958. La Dra. Loaeza hace incapié en la importancia de la continuidad entre las políticas de los que ella llama presidentes Alemanistas. Hay que recordar que Miguel Aleman fue el primer Presidente de México de origen civil, no militar. Ello tiene una implicación curiosa. La disciplina militar, aparejada al poder y curtida en la Revolución llevó a los primeros Presidentes del México post-revolucionario a usar el poder como Macana. No era usual, mucho menos necesario escuchar a los gobernados. Simplemente se hacia lo que el Presidente quería, a discreción. Con Alemán, eso empezó a cambiar. En principio, dice la Dra. Loaeza, por la naturaleza de la relación con los gringos, que se acababan de convertir en una superpotencia con bombas nucleares y buscaban a su alrededor existieran democracias liberales. Alemán Valdés tuvo a bien escucharlos y abonar a un proceso de democratización que hasta nuestros días sigue. Pero también, su origen civil lo llevó a tener conciencia existía una voz del pueblo. Un Pueblo que también empezaba a desarrollarse.

No es coincidencia que esa época coincide con el famoso “desarrollo estabilizador” de México. Etapa en la que dejamos atrás las guerras y nos metimos de lleno a desarrollar el país. Alemán Valdés, Ruiz Cortines, López Mateos y en menor medida Díaz Ordaz. Todos siguieron un mismo camino económico, educativo, en el que el poder en México se dio cuenta que la Macana no era suficiente para sacar adelante al país, se necesitaban conjuntos de reglas, procesos y jugadores públicos con tareas específicas de políticas públicas. Las Instituciones han seguido un proceso evolutivo en función de las necesidades de la población nacional y el contexto internacional en el que vivimos. Son herramientas que usamos para lograr los objetivos públicos.

Entiendo cuando López Obrador dice “al diablo con las instituciones” En su momento le permitió comunicar la idea de que había corrupción en el gobierno que no permitía se cumplieran esos objetivos públicos. Pero a cuatro años de que empezó su sexenio, el diablo se está cargando las Instituciones. El INE sitiado por delincuentes electorales como Félix Salgado Macedonio y Delfina Gómez, recién salidita de no hacer más que cobrar en la SEP y destruir al CONACYT junto con Álvarez Buylla. Al pobre Ejército le inyectan recursos y tareas para las que jamás debería ser considerado, mientas que los recursos que deberían ser usados para invertir en energías verdes que lleven a México al futuro, se están despilfarrando en Dos Bocas y el AIFA, por mencionar un par de proyectos.

Lo que Andrés no quiere reconocer es que el problema nunca fueron las instituciones, sino las personas que las operan y el fin para el que lo hacen. Un Presidente sin escrúpulos que las usa para acomodar achichincles y ganar elecciones, no es muy diferente al peor presidente del pasado. Al Alemanismo, le debemos el desarrollo estabilizador. El Obradorismo va a a pasar a la historia por lo contrario. La Política de AMLO regresó a ser la misma que con los presidentes militares: encargar todo al ejército y no escuchar a nadie más que a tus cuates. El problema es que México no es el mismo de ese entonces, cuando le funcionó al PNR del Maximato. A Plutarco Elías Calles le funcionó en 1924. A AMLO no sé si le funcione cien años después en el 2024. A México definitivamente no le está funcionando.


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