/ jueves 16 de noviembre de 2023

Presentando Realidades

En los últimos años hemos tenido en México un par de libros que han logrado detonar conversaciones incomodas, pero necesarias, sobre la realidad del país. El primero, en el 2021, No Es Normal: el juego oculto que alimenta la desigualdad mexicana y como cambiarlo, de Viri Ríos, que habló sobre la desigualdad en el país con datos tan duros que hasta se antojaban crueles. En su momento, muchos criticaron a Viri por evidenciar esa crueldad, pero, a mi juicio, equivocaron la crítica pues lo que Viri hizo tuvo un enorme merito: presentó una realidad que incomoda a los más cómodos. Este año se publicó un libro que solo está en segundo lugar cronológicamente hablando, pues es del nivel: País sin Techo: ciudades, historias y luchas sobre la vivienda de Carla Escoffié.

País sin Techo cuenta la historia de cinco ciudades alrededor de México y los problemas relacionados con la vivienda, el personaje principal del libro. El mérito de Carla es otra vez hablar de una realidad mexicana que tiende a invisibilizarse, pero además ella lo narra desde la experiencia de algunos años acompañando a las víctimas de estos problemas complejos. Uno tiene que caminar el mundo para poder interpretarlo, y creo que es precisamente en ese caminar que a Carla se le hace evidente lo que significa el derecho a la vivienda. Más allá de identificarlo como la posibilidad de tener una propiedad o un crédito hipotecario, que es válido en el imaginario social, el verdadero derecho sobre el que tenemos que postrar la atención es el de un ser humano a tener opciones para habitar con dignidad un espacio. Si lo entendemos así y observamos la realidad territorial del país, nos podemos dar cuenta que desde diferentes ángulos queda a deber el país. ¿Cuántas personas son forzadas a dejar la tierra que los vio nacer por presión de mercados inmobiliarias que especulan con sus casas? ¿Cuántos otros no tienen acceso opciones de financiamiento para hacerse de un bien inmueble? O ¿qué me dicen de quienes viven en situaciones que atentan contra su salud o dignidad porque es lo único para lo que alcanza? Hace unos años, mi rumi y yo nos reíamos nerviosamente de la realización que, a nuestra edad, nuestros papas ya tenían hipoteca, dos coches y tarjetas de crédito mientras a nosotros nos parecía lejos estar en esa situación. Hoy caigo en cuenta que es una situación que más allá de ser generacional, es estructural, como menciono Carla ayer en su visita al Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales de la UAEM, donde mis compañeras de la Maestría en Estudios Regionales la invitaron a presentar su libro (bien hecho Acciona).

“En el país no hay un proyecto de vivienda, hay un proyecto inmobiliario” dijo Carla, y yo me acorde de una semana atrás cuando escuchaba a dos amigos hablar de las buenas oportunidades que habían encontrado en Mérida para comprar terrenos como inversión. No los culpo, si yo pudiera también estaría participando de las oportunidades del mercado. Ese es el tema, que no todos pueden. Es más: la mayoría no puede. Y mientras nos tragamos el cuento de que en México el que quiere puede, y que con mucho trabajo se llega lejos, de fondo se queda invisibilizada la realidad de la mayoría de la gente, como aquí en Cuerna todos nuestros vecinos de la Colonia Tetenco o Cerritos de García que construyeron sobre áreas naturales protegidas porque fue el único espacio donde encontraron lugar y hoy no tienen la mayoría de los servicios municipales, o siquiera reconocimiento de las autoridades.

Ahí está el mérito de Carla Escoffié y este libro, que hacen evidentes estas contradicciones que nos duelen y detonan la discusión al respecto. No nos quedemos en el shock de realidad, que luego tomamos como ofensa. Seamos serios y desmantelemos esos cuentos chinos que solo ayuda a los acomodados, para que una mejor proporción del país pueda sentirse cómoda. Lee ambos libros, sigue a Carla (@carlaescoffie) y a Viri (@viririosc) en sus redes y entablemos conversaciones colectivas al respecto.

En los últimos años hemos tenido en México un par de libros que han logrado detonar conversaciones incomodas, pero necesarias, sobre la realidad del país. El primero, en el 2021, No Es Normal: el juego oculto que alimenta la desigualdad mexicana y como cambiarlo, de Viri Ríos, que habló sobre la desigualdad en el país con datos tan duros que hasta se antojaban crueles. En su momento, muchos criticaron a Viri por evidenciar esa crueldad, pero, a mi juicio, equivocaron la crítica pues lo que Viri hizo tuvo un enorme merito: presentó una realidad que incomoda a los más cómodos. Este año se publicó un libro que solo está en segundo lugar cronológicamente hablando, pues es del nivel: País sin Techo: ciudades, historias y luchas sobre la vivienda de Carla Escoffié.

País sin Techo cuenta la historia de cinco ciudades alrededor de México y los problemas relacionados con la vivienda, el personaje principal del libro. El mérito de Carla es otra vez hablar de una realidad mexicana que tiende a invisibilizarse, pero además ella lo narra desde la experiencia de algunos años acompañando a las víctimas de estos problemas complejos. Uno tiene que caminar el mundo para poder interpretarlo, y creo que es precisamente en ese caminar que a Carla se le hace evidente lo que significa el derecho a la vivienda. Más allá de identificarlo como la posibilidad de tener una propiedad o un crédito hipotecario, que es válido en el imaginario social, el verdadero derecho sobre el que tenemos que postrar la atención es el de un ser humano a tener opciones para habitar con dignidad un espacio. Si lo entendemos así y observamos la realidad territorial del país, nos podemos dar cuenta que desde diferentes ángulos queda a deber el país. ¿Cuántas personas son forzadas a dejar la tierra que los vio nacer por presión de mercados inmobiliarias que especulan con sus casas? ¿Cuántos otros no tienen acceso opciones de financiamiento para hacerse de un bien inmueble? O ¿qué me dicen de quienes viven en situaciones que atentan contra su salud o dignidad porque es lo único para lo que alcanza? Hace unos años, mi rumi y yo nos reíamos nerviosamente de la realización que, a nuestra edad, nuestros papas ya tenían hipoteca, dos coches y tarjetas de crédito mientras a nosotros nos parecía lejos estar en esa situación. Hoy caigo en cuenta que es una situación que más allá de ser generacional, es estructural, como menciono Carla ayer en su visita al Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales de la UAEM, donde mis compañeras de la Maestría en Estudios Regionales la invitaron a presentar su libro (bien hecho Acciona).

“En el país no hay un proyecto de vivienda, hay un proyecto inmobiliario” dijo Carla, y yo me acorde de una semana atrás cuando escuchaba a dos amigos hablar de las buenas oportunidades que habían encontrado en Mérida para comprar terrenos como inversión. No los culpo, si yo pudiera también estaría participando de las oportunidades del mercado. Ese es el tema, que no todos pueden. Es más: la mayoría no puede. Y mientras nos tragamos el cuento de que en México el que quiere puede, y que con mucho trabajo se llega lejos, de fondo se queda invisibilizada la realidad de la mayoría de la gente, como aquí en Cuerna todos nuestros vecinos de la Colonia Tetenco o Cerritos de García que construyeron sobre áreas naturales protegidas porque fue el único espacio donde encontraron lugar y hoy no tienen la mayoría de los servicios municipales, o siquiera reconocimiento de las autoridades.

Ahí está el mérito de Carla Escoffié y este libro, que hacen evidentes estas contradicciones que nos duelen y detonan la discusión al respecto. No nos quedemos en el shock de realidad, que luego tomamos como ofensa. Seamos serios y desmantelemos esos cuentos chinos que solo ayuda a los acomodados, para que una mejor proporción del país pueda sentirse cómoda. Lee ambos libros, sigue a Carla (@carlaescoffie) y a Viri (@viririosc) en sus redes y entablemos conversaciones colectivas al respecto.

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