/ jueves 23 de noviembre de 2023

Los retos de la democracia

Ganó Javier Milei en Argentina. Un extremista de derecha que se dice libertario y parece estar al borde de la locura, si no es que ya lo cruzó. Dicen que habla con su perro que murió en el 2018, ha insultado al mismísimo Papa Francisco en público y en entrevistas parece se le va el avión duro. Una figura polarizante más, en el mundo, que logra ganar las elecciones de la más alta magistratura de su país, a pesar de (o más bien gracias a) su explosiva personalidad. Otro antisistema, así como nos han vendido a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Johnson, Nayib Bukele y varios otros, entre los que podríamos ubicar también a López Obrador con sus matices.

El régimen argentino que perdió la elección es el primero que quiere panda el cúnico. Y es probable en cierta medida la anarquía que traerá Milei logre precisamente eso. Yo no soy ni de cerca partidario de una persona como Milei o sus propuestas de política. De hecho, me parece nefasto, sin embargo, hay algo que tenemos que decir de su caso y los otros que se le parecen: La ciudadanía argentina lo votó. Una sociedad que está pidiendo un cambio. Así como ha sucedido en muchas otras partes del mundo.

Votar por Milei no necesariamente lo hicieron por gusto, sino por desesperación. En una Argentina que lleva décadas sin que su economía funcione, no hacia sentido que el actual ministro de economía asumiera la presidencia, que era la propuesta con Massa. Fue un castigo al régimen en el gobierno, al peronismo. Así como aquí en México AMLO y en Morelos Cuauhtémoc fueron votados no precisamente por ser los candidatos ideales, sino porque representan todos ellos al mismo tiempo un cambio y un castigo al oficialismo, a esa bien llamada #ViejaPolítica.

El reto es, por un lado, que como ciudadanos maduremos el ejercicio de toma de decisiones, y no votemos por gente como Milei o Cuauhtémoc desde el estómago. Por otro lado, el reto de de la clase política, es aprender a ofrecer gobiernos frescos a una población que no los quiere o considera capaces, mientras se hunde en las condiciones que ellos mismos han construido de desigualdad y ausencia de bienestar.

Este tipo de golpes de timón puede resultar en un fracaso. Así sucede en el método científico donde se calcula el experimento, pero no deja de ser prueba y error. Solo así se aprende, y ese es el momento que viven las democracias en el mundo. Aquí en México, desde el año 2000 llevamos dos de esos golpes de timón, sin considerar la vuelta al PRI del 2012, y en ambos casos parecemos haber sido engañados por el discurso populista que apelan precisamente a esos sentimientos de abandono de regímenes que una vez en el poder no resuelven los problemas estructurales. Argentina está en el momento de cambio y el tiempo dirá que sucede. Yo creo que Milei será una estrella fugaz que les va a costar mucho en términos de desarrollo, sin embargo, también creo que de los errores se aprende.

Ganó Javier Milei en Argentina. Un extremista de derecha que se dice libertario y parece estar al borde de la locura, si no es que ya lo cruzó. Dicen que habla con su perro que murió en el 2018, ha insultado al mismísimo Papa Francisco en público y en entrevistas parece se le va el avión duro. Una figura polarizante más, en el mundo, que logra ganar las elecciones de la más alta magistratura de su país, a pesar de (o más bien gracias a) su explosiva personalidad. Otro antisistema, así como nos han vendido a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Johnson, Nayib Bukele y varios otros, entre los que podríamos ubicar también a López Obrador con sus matices.

El régimen argentino que perdió la elección es el primero que quiere panda el cúnico. Y es probable en cierta medida la anarquía que traerá Milei logre precisamente eso. Yo no soy ni de cerca partidario de una persona como Milei o sus propuestas de política. De hecho, me parece nefasto, sin embargo, hay algo que tenemos que decir de su caso y los otros que se le parecen: La ciudadanía argentina lo votó. Una sociedad que está pidiendo un cambio. Así como ha sucedido en muchas otras partes del mundo.

Votar por Milei no necesariamente lo hicieron por gusto, sino por desesperación. En una Argentina que lleva décadas sin que su economía funcione, no hacia sentido que el actual ministro de economía asumiera la presidencia, que era la propuesta con Massa. Fue un castigo al régimen en el gobierno, al peronismo. Así como aquí en México AMLO y en Morelos Cuauhtémoc fueron votados no precisamente por ser los candidatos ideales, sino porque representan todos ellos al mismo tiempo un cambio y un castigo al oficialismo, a esa bien llamada #ViejaPolítica.

El reto es, por un lado, que como ciudadanos maduremos el ejercicio de toma de decisiones, y no votemos por gente como Milei o Cuauhtémoc desde el estómago. Por otro lado, el reto de de la clase política, es aprender a ofrecer gobiernos frescos a una población que no los quiere o considera capaces, mientras se hunde en las condiciones que ellos mismos han construido de desigualdad y ausencia de bienestar.

Este tipo de golpes de timón puede resultar en un fracaso. Así sucede en el método científico donde se calcula el experimento, pero no deja de ser prueba y error. Solo así se aprende, y ese es el momento que viven las democracias en el mundo. Aquí en México, desde el año 2000 llevamos dos de esos golpes de timón, sin considerar la vuelta al PRI del 2012, y en ambos casos parecemos haber sido engañados por el discurso populista que apelan precisamente a esos sentimientos de abandono de regímenes que una vez en el poder no resuelven los problemas estructurales. Argentina está en el momento de cambio y el tiempo dirá que sucede. Yo creo que Milei será una estrella fugaz que les va a costar mucho en términos de desarrollo, sin embargo, también creo que de los errores se aprende.

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