/ jueves 7 de julio de 2022

Días de Soltar | Larga vida a Xoxocotla

La disputa del poder en el Municipio de Xoxocotla es un tema coyuntural del que se ha hablado mucho en los últimos días. Me ahorro aquí platicar el origen porque Daniel Martínez y Angelina Albarrán lo acaban de hacer con claridad y objetividad en días pasados en sus espacios de El Sol de Cuernavaca. Por mi lado, todavía tengo duda si el tema es un Municipio en Morelos o el remake de “La Ley de Herodes”, Lo que más me llama la atención es que en lo que lleva de vida, a este Ayuntamiento le han matado a dos Presidentes Municipales mientras diferentes bandos políticos pelean por el control del incipiente Cabildo. Con el Tribunal Estatal Electoral y el Narcotráfico jugando papeles secundarios en las intrigas del poder, no puedo evitar preguntarme si verdaderamente le hicieron un favor a Xoxocotla, al reconocerles esta autonomía.

México, como país, tiene una deuda cultural enorme con sus comunidades originarias. Lamentablemente, y con la excusa de la modernidad, hemos visto como nación más hacia afuera que hacia adentro al diseñar nuestro desarrollo económico, cultural o social. En ese descuido nos llevamos entre las patas las costumbres indígenas, que sobreviven en base a lo que siempre los ha caracterizado: corazón, tradición y tenacidad.

En Morelos, apenas tenemos tres municipios indígenas, aunque muchos poblados dentro de otros Ayuntamientos con apego a algunos usos y costumbre. El INEGI estimó en el 2020 que cerca de 40,000 habitantes en Morelos hablaban una lengua indígena. El 2% de la población. De esos, en cada 100, 12 no hablan español. No estoy seguro que la solución sea “reconocer” su autonomía creando Ayuntamientos con tristes aspiraciones al presupuesto del Estado, que ya de por sí es raquítico. En Oaxaca, por ejemplo, tienen 570 municipios de los cuales más de 400 tienen sus propios usos y costumbres y no por ser Ayuntamientos dejaron de tener problemas. Hay que resaltar que en ese estado, quienes hablan lenguas indígenas, son el 31% de la población.

Como abogado, enseñado a pensar en estructuras positivistas, siempre me ha costado trabajo entender cómo es que pueden existir espacios donde se aplican usos y costumbres en vez de la Ley. En mi necesidad de homologar todo, a veces olvido que las tradiciones son la memoria viva de nuestra cultura y tienen derecho de antigüedad. Debemos construir más hacia adentro, pensando en nuestras comunidades originarias, sus tradiciones y costumbres, que hacia afuera, copiándole a los gringos. No dejamos de vivir en un mundo globalizado, pero podemos construir instituciones modernas pensando primero en nosotros y después en el resto del mundo. Es poco probable que la solución a la agenda de las comunidades originarias esté en un escudo y salpicada de presupuesto. Ésta es una oportunidad para pensar afuera de la caja.

Para eso, más allá de invitarlos a la fiesta, hay que integrarlos a la conversación, creando vínculos con las cámaras empresariales y las organizaciones de la sociedad civil. Cuidando la situación tan vulnerable para que no transforme estas dinámicas en problemas complejos, como evidentemente está pasando hoy con la crisis política. No es suficiente publicar en el Tierra y Libertad que ya existen, para luego desentenderse. Escuche decir al Comité de Agua Potable del Ayuntamiento que ante la deuda con la CFE, mejor van a buscar alternativas de energía solar. Me parece perfecto, eso es pensar afuera de la caja, pero ahora hay que descansar ese planteamiento en un diseño de políticas públicas eficientes, evaluables y con presupuesto suficiente a través del tiempo.

Si queremos que Morelos esté mejor, no podemos seguir aplicando las mismas formulas viejas que no han dado buenos resultados. Esas fórmulas sólo parecen ser efectivas en replicar los vicios del poder. Tenemos que inventar nuevas fórmulas, usando lo más innovador que se nos presente a nivel internacional, pero adaptándolas a nivel local.

La disputa del poder en el Municipio de Xoxocotla es un tema coyuntural del que se ha hablado mucho en los últimos días. Me ahorro aquí platicar el origen porque Daniel Martínez y Angelina Albarrán lo acaban de hacer con claridad y objetividad en días pasados en sus espacios de El Sol de Cuernavaca. Por mi lado, todavía tengo duda si el tema es un Municipio en Morelos o el remake de “La Ley de Herodes”, Lo que más me llama la atención es que en lo que lleva de vida, a este Ayuntamiento le han matado a dos Presidentes Municipales mientras diferentes bandos políticos pelean por el control del incipiente Cabildo. Con el Tribunal Estatal Electoral y el Narcotráfico jugando papeles secundarios en las intrigas del poder, no puedo evitar preguntarme si verdaderamente le hicieron un favor a Xoxocotla, al reconocerles esta autonomía.

México, como país, tiene una deuda cultural enorme con sus comunidades originarias. Lamentablemente, y con la excusa de la modernidad, hemos visto como nación más hacia afuera que hacia adentro al diseñar nuestro desarrollo económico, cultural o social. En ese descuido nos llevamos entre las patas las costumbres indígenas, que sobreviven en base a lo que siempre los ha caracterizado: corazón, tradición y tenacidad.

En Morelos, apenas tenemos tres municipios indígenas, aunque muchos poblados dentro de otros Ayuntamientos con apego a algunos usos y costumbre. El INEGI estimó en el 2020 que cerca de 40,000 habitantes en Morelos hablaban una lengua indígena. El 2% de la población. De esos, en cada 100, 12 no hablan español. No estoy seguro que la solución sea “reconocer” su autonomía creando Ayuntamientos con tristes aspiraciones al presupuesto del Estado, que ya de por sí es raquítico. En Oaxaca, por ejemplo, tienen 570 municipios de los cuales más de 400 tienen sus propios usos y costumbres y no por ser Ayuntamientos dejaron de tener problemas. Hay que resaltar que en ese estado, quienes hablan lenguas indígenas, son el 31% de la población.

Como abogado, enseñado a pensar en estructuras positivistas, siempre me ha costado trabajo entender cómo es que pueden existir espacios donde se aplican usos y costumbres en vez de la Ley. En mi necesidad de homologar todo, a veces olvido que las tradiciones son la memoria viva de nuestra cultura y tienen derecho de antigüedad. Debemos construir más hacia adentro, pensando en nuestras comunidades originarias, sus tradiciones y costumbres, que hacia afuera, copiándole a los gringos. No dejamos de vivir en un mundo globalizado, pero podemos construir instituciones modernas pensando primero en nosotros y después en el resto del mundo. Es poco probable que la solución a la agenda de las comunidades originarias esté en un escudo y salpicada de presupuesto. Ésta es una oportunidad para pensar afuera de la caja.

Para eso, más allá de invitarlos a la fiesta, hay que integrarlos a la conversación, creando vínculos con las cámaras empresariales y las organizaciones de la sociedad civil. Cuidando la situación tan vulnerable para que no transforme estas dinámicas en problemas complejos, como evidentemente está pasando hoy con la crisis política. No es suficiente publicar en el Tierra y Libertad que ya existen, para luego desentenderse. Escuche decir al Comité de Agua Potable del Ayuntamiento que ante la deuda con la CFE, mejor van a buscar alternativas de energía solar. Me parece perfecto, eso es pensar afuera de la caja, pero ahora hay que descansar ese planteamiento en un diseño de políticas públicas eficientes, evaluables y con presupuesto suficiente a través del tiempo.

Si queremos que Morelos esté mejor, no podemos seguir aplicando las mismas formulas viejas que no han dado buenos resultados. Esas fórmulas sólo parecen ser efectivas en replicar los vicios del poder. Tenemos que inventar nuevas fórmulas, usando lo más innovador que se nos presente a nivel internacional, pero adaptándolas a nivel local.

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