/ jueves 9 de diciembre de 2021

Deseos, o pecados Navideños ¿mandaremos otra cartita?

Sin duda el espíritu navideño ya está a flor de piel. Esto a pesar de que la adversidad nos aqueja a nivel mundial, por ejemplo, la lamentable pandemia y la “tan anunciada nueva cepa”; esto empaña estas fechas tan esperadas, como cada año. No obstante, según nuestro gobierno federal, particularmente el señor López-Gatell, no hay que preocuparse de que Ómicron sea más virulento; quién sabe entonces.

Aunado a esta catástrofe, una de las situaciones más preocupantes en nuestro País, es el pecado de sentirse “buenos” y “sentir” que todo está bien hecho. Aunque este “pecadillo” no forma parte de los siete grandes pecados Capitales, sí es uno de los más graves. ¿Y por qué digo esto? Lo digo porque cuando uno piensa que todo lo que hacemos está “bien”, no hay muchas esperanzas de toma de decisiones correctas y apremiantes en todos los ámbitos; y uno de los ámbitos es precisamente -nada menos y nada más- que el ambiente. En México, seguimos utilizando y pensando que el estímulo del uso de motores de combustión interna no es problema exclusivo de los mexicanos. Y ahí sí tienen la razón, no sólo es problema de nosotros, sino de todo el mundo.

Me siento mal como mexicano de que sigamos diciendo que el programa Sembrando Vida es un ejemplo mundial, cuando en realidad no lo es. Se puso como algo único, cuando en realidad es solo un buen sueño. Sólo es una idea, y no es únicamente del actual presidente, sino de todos los otros sexenios “neoliberales”. Es básicamente un sueño sexenal de lo que eventualmente pudiera ser. Uno de los problemas es que no dicen cuáles especies están pensando sembrar, ni dónde sería bueno intentar crecerlas. Es importante que sepan que existe una geografía en la biodiversidad; la mayor parte de las plantas viven en cierto territorio especifico y no se pueden ni deben mezclar sin ton ni son.

Eso no implica dejar de tener fe; sigo creyendo que el actual señor presidente López Obrador sí cree que eso es realidad; todavía sigo pensando que él sí cree en eso, y por lo tanto, él no nos está mintiendo. El asunto es que la ciencia y el conocimiento no es lo suyo, no es un tema que maneje, ni le interese a él. El problema principal es que sólo son credos y eso es bueno -en principio- pero lo malo es cuando sólo vives de eso, de creencias.

Lo mismo pasa con la producción de energía basada en el viento, la eólica. Esta tecnología no ha tenido un impulso real en este sexenio, especialmente cuando no se conoce su real potencial. En temas ambientales, se sigue teniendo una actitud rancia y avejentada al respecto. Este “pecadito” lo vamos a pagar muy caro los mexicanos, más temprano que tarde. Por lo tanto, México está realmente siendo ignorado internacionalmente al respecto, por decir lo menos. Respecto al famoso cambio climático, no hay ninguna propuesta seria y sensata al respecto, por eso es que nuestra presencia en la COP26 pasó desapercibida, ni para bien ni para mal.

Aparte de esta actitud medio cuestionante, me siento muy bien de ser mexicano; claro que me sentiría mucho mejor: i) si usáramos más el viento, ii) protegiéramos nuestras selvas y bosques para bien de todos, especialmente de la propia biodiversidad, y iii) tuviéremos un proyecto real para el mejor uso y producción de electricidad, por ejemplo. Pero eso es mejor incluirlo en la carta de Santa Claus y/o de los Reyes Magos; es más probable que ellos sí me hagan cierto caso.

Esta incertidumbre, de cómo se irán presentando las cosas en temas ambientales, sí me causa temor, esto es innegable. Ojalá que los “buenos”, dirijan sus decisiones a un rumbo “menos malo”; ¿Usted qué piensa amable Lector? ¿Creé que pronto cambiarán las cosas, al menos en temas ambientales?... yo tampoco.

Sin duda el espíritu navideño ya está a flor de piel. Esto a pesar de que la adversidad nos aqueja a nivel mundial, por ejemplo, la lamentable pandemia y la “tan anunciada nueva cepa”; esto empaña estas fechas tan esperadas, como cada año. No obstante, según nuestro gobierno federal, particularmente el señor López-Gatell, no hay que preocuparse de que Ómicron sea más virulento; quién sabe entonces.

Aunado a esta catástrofe, una de las situaciones más preocupantes en nuestro País, es el pecado de sentirse “buenos” y “sentir” que todo está bien hecho. Aunque este “pecadillo” no forma parte de los siete grandes pecados Capitales, sí es uno de los más graves. ¿Y por qué digo esto? Lo digo porque cuando uno piensa que todo lo que hacemos está “bien”, no hay muchas esperanzas de toma de decisiones correctas y apremiantes en todos los ámbitos; y uno de los ámbitos es precisamente -nada menos y nada más- que el ambiente. En México, seguimos utilizando y pensando que el estímulo del uso de motores de combustión interna no es problema exclusivo de los mexicanos. Y ahí sí tienen la razón, no sólo es problema de nosotros, sino de todo el mundo.

Me siento mal como mexicano de que sigamos diciendo que el programa Sembrando Vida es un ejemplo mundial, cuando en realidad no lo es. Se puso como algo único, cuando en realidad es solo un buen sueño. Sólo es una idea, y no es únicamente del actual presidente, sino de todos los otros sexenios “neoliberales”. Es básicamente un sueño sexenal de lo que eventualmente pudiera ser. Uno de los problemas es que no dicen cuáles especies están pensando sembrar, ni dónde sería bueno intentar crecerlas. Es importante que sepan que existe una geografía en la biodiversidad; la mayor parte de las plantas viven en cierto territorio especifico y no se pueden ni deben mezclar sin ton ni son.

Eso no implica dejar de tener fe; sigo creyendo que el actual señor presidente López Obrador sí cree que eso es realidad; todavía sigo pensando que él sí cree en eso, y por lo tanto, él no nos está mintiendo. El asunto es que la ciencia y el conocimiento no es lo suyo, no es un tema que maneje, ni le interese a él. El problema principal es que sólo son credos y eso es bueno -en principio- pero lo malo es cuando sólo vives de eso, de creencias.

Lo mismo pasa con la producción de energía basada en el viento, la eólica. Esta tecnología no ha tenido un impulso real en este sexenio, especialmente cuando no se conoce su real potencial. En temas ambientales, se sigue teniendo una actitud rancia y avejentada al respecto. Este “pecadito” lo vamos a pagar muy caro los mexicanos, más temprano que tarde. Por lo tanto, México está realmente siendo ignorado internacionalmente al respecto, por decir lo menos. Respecto al famoso cambio climático, no hay ninguna propuesta seria y sensata al respecto, por eso es que nuestra presencia en la COP26 pasó desapercibida, ni para bien ni para mal.

Aparte de esta actitud medio cuestionante, me siento muy bien de ser mexicano; claro que me sentiría mucho mejor: i) si usáramos más el viento, ii) protegiéramos nuestras selvas y bosques para bien de todos, especialmente de la propia biodiversidad, y iii) tuviéremos un proyecto real para el mejor uso y producción de electricidad, por ejemplo. Pero eso es mejor incluirlo en la carta de Santa Claus y/o de los Reyes Magos; es más probable que ellos sí me hagan cierto caso.

Esta incertidumbre, de cómo se irán presentando las cosas en temas ambientales, sí me causa temor, esto es innegable. Ojalá que los “buenos”, dirijan sus decisiones a un rumbo “menos malo”; ¿Usted qué piensa amable Lector? ¿Creé que pronto cambiarán las cosas, al menos en temas ambientales?... yo tampoco.