/ viernes 25 de marzo de 2022

¿Primavera? en Cuernavaca

Este fin de semana, después algunos años, tendremos una visita más de algunos compañeros interesados en conocer la Selva Baja Caducifolia (SBC) de Morelos. Ellos y ellas seguramente tendrán varios choques culturales (o más bien ambientales) en dicha estancia, ya que pensarán que la vegetación sería como la selva lluviosa de Tabasco, Chiapas o Veracruz. Además se preguntarán que por qué la vegetación no está llena de verdor y con muchas florecitas.

Creer que la primavera es sinónimo de mariposas, flores, verdor, frescura, abejitas, es tan falso como pensar que se dice toda la verdad en una conferencia matutina. No, no, todo es verdad en ese tipo de actos públicos. Tampoco es cierto que en todos lados hay lo que se conoce como “primavera” en México. En la mayor parte del país, no existe como tal, ni frescura, ni floración, ni una explosión de insectos; por el contrario, la primavera es una de las épocas más agrestes (áridas). Por lo tanto, hay mucho menos verdor, en relación con las otras tres estaciones. Este hecho no sólo se presenta en la SBC; si nos damos una vuelta al bosque de pino-encino del norte de Morelos, podremos testificar que en esta época del año no existen ni hierbas, ni floración. La pregunta es ¿y por qué, entonces, en México celebramos algo que no existe?

La respuesta es muy sencilla; la “primavera”, tal y como nos la han vendido es característica de países del viejo mundo, especialmente de Europa, y de Estados Unidos y Canadá (por ejemplo). En aquellas latitudes normalmente sí existen estaciones muy marcadas: a) primavera (con mucho verdor, floración, etc.), b) verano (mucho calor y no tanta humedad), c) otoño (cuando los árboles se desprenden de sus hojas, d) invierno (cuando se presenta la época de lluvias y o cae nieve), por lo tanto, antecede a la primavera. Así, las estaciones son muy diferentes dependiendo del lugar del mundo donde uno se encuentre. Es decir, la “primavera” de EEUU equivale (más o menos) al otoño de México; su “verano”, equivale a nuestra primavera; su otoño, al invierno (y un poco de la primavera); y su invierno al verano de acá. Por lo tanto, estamos al revés volteados.

En este contexto, yo quisiera ver a una abejita volando angelicalmente al calor de los 42ºC que se presenta actualmente (“primavera”) en la SBC de la Sierra de Huautla, o que las hierbitas estuvieran en todo su esplendor, con la endemoniada sequía, especialmente de marzo a mayo. Es más, invitamos a quien esté interesado a cargarse de energía en este equinoccio de primavera al corazón de la Sierra. Desgraciadamente después algunos minutos se quedarían chamuscados por la intensa fuerza del “Astro Rey”.

Es importante mencionar que en la ciudad de Cuernavaca actualmente (marzo) hay varias especies arbóreas floreciendo, tales como el Árbol de Salchichas, Jacaranda, Pata de Cabra, Pomarrosa, Tabachín, Tulipán Africano, y un cierto tipo de Guayacán, por ejemplo; pero precisamente estas especies son exóticas (fueron traídas por el ser humano de otras latitudes (incluyendo África, Australia, Indonesia, por ejemplo); y por lo tanto, no son nativas de México ni evolucionaron aquí. Más del 50% de las especies arbóreas en Cuernavaca no son nativas de nuestra ciudad, y algunas de ellas tienen una cierta “memoria” genética y ecológico-evolutiva y, por esta razón, florecen en la primavera, aun cuando aquí (y en buena parte de México) estemos en la época más seca del año. Es necesario aclarar que (aunque sean muy pocas), si existen especies arbóreas en Cuernavaca que florecen en esta época del año, pero son mucho menos comunes.

La presente reflexión no necesariamente intenta sugerir que se eliminen las celebraciones de la primavera; no obstante, es necesario entender que en nuestro planeta existe una gran diversidad climática, biológica y cultural. Por lo que los terrícolas debemos mantener -hasta donde sea posible- esa diversidad, tan valiosa para la sobrevivencia de la misma biodiversidad y del ser humano en el planeta. La recurrente idea de que las especies mencionadas anteriormente son nativas de Cuernavaca, me estimula a escribir versiones actualizadas cada cierto tiempo.

Para terminar, sólo me resta adicionar que en México tenemos características peculiares y endémicas del país, y consecuentemente, es conveniente apreciar la belleza del patrimonio biológico y cultural de la nación.


Este fin de semana, después algunos años, tendremos una visita más de algunos compañeros interesados en conocer la Selva Baja Caducifolia (SBC) de Morelos. Ellos y ellas seguramente tendrán varios choques culturales (o más bien ambientales) en dicha estancia, ya que pensarán que la vegetación sería como la selva lluviosa de Tabasco, Chiapas o Veracruz. Además se preguntarán que por qué la vegetación no está llena de verdor y con muchas florecitas.

Creer que la primavera es sinónimo de mariposas, flores, verdor, frescura, abejitas, es tan falso como pensar que se dice toda la verdad en una conferencia matutina. No, no, todo es verdad en ese tipo de actos públicos. Tampoco es cierto que en todos lados hay lo que se conoce como “primavera” en México. En la mayor parte del país, no existe como tal, ni frescura, ni floración, ni una explosión de insectos; por el contrario, la primavera es una de las épocas más agrestes (áridas). Por lo tanto, hay mucho menos verdor, en relación con las otras tres estaciones. Este hecho no sólo se presenta en la SBC; si nos damos una vuelta al bosque de pino-encino del norte de Morelos, podremos testificar que en esta época del año no existen ni hierbas, ni floración. La pregunta es ¿y por qué, entonces, en México celebramos algo que no existe?

La respuesta es muy sencilla; la “primavera”, tal y como nos la han vendido es característica de países del viejo mundo, especialmente de Europa, y de Estados Unidos y Canadá (por ejemplo). En aquellas latitudes normalmente sí existen estaciones muy marcadas: a) primavera (con mucho verdor, floración, etc.), b) verano (mucho calor y no tanta humedad), c) otoño (cuando los árboles se desprenden de sus hojas, d) invierno (cuando se presenta la época de lluvias y o cae nieve), por lo tanto, antecede a la primavera. Así, las estaciones son muy diferentes dependiendo del lugar del mundo donde uno se encuentre. Es decir, la “primavera” de EEUU equivale (más o menos) al otoño de México; su “verano”, equivale a nuestra primavera; su otoño, al invierno (y un poco de la primavera); y su invierno al verano de acá. Por lo tanto, estamos al revés volteados.

En este contexto, yo quisiera ver a una abejita volando angelicalmente al calor de los 42ºC que se presenta actualmente (“primavera”) en la SBC de la Sierra de Huautla, o que las hierbitas estuvieran en todo su esplendor, con la endemoniada sequía, especialmente de marzo a mayo. Es más, invitamos a quien esté interesado a cargarse de energía en este equinoccio de primavera al corazón de la Sierra. Desgraciadamente después algunos minutos se quedarían chamuscados por la intensa fuerza del “Astro Rey”.

Es importante mencionar que en la ciudad de Cuernavaca actualmente (marzo) hay varias especies arbóreas floreciendo, tales como el Árbol de Salchichas, Jacaranda, Pata de Cabra, Pomarrosa, Tabachín, Tulipán Africano, y un cierto tipo de Guayacán, por ejemplo; pero precisamente estas especies son exóticas (fueron traídas por el ser humano de otras latitudes (incluyendo África, Australia, Indonesia, por ejemplo); y por lo tanto, no son nativas de México ni evolucionaron aquí. Más del 50% de las especies arbóreas en Cuernavaca no son nativas de nuestra ciudad, y algunas de ellas tienen una cierta “memoria” genética y ecológico-evolutiva y, por esta razón, florecen en la primavera, aun cuando aquí (y en buena parte de México) estemos en la época más seca del año. Es necesario aclarar que (aunque sean muy pocas), si existen especies arbóreas en Cuernavaca que florecen en esta época del año, pero son mucho menos comunes.

La presente reflexión no necesariamente intenta sugerir que se eliminen las celebraciones de la primavera; no obstante, es necesario entender que en nuestro planeta existe una gran diversidad climática, biológica y cultural. Por lo que los terrícolas debemos mantener -hasta donde sea posible- esa diversidad, tan valiosa para la sobrevivencia de la misma biodiversidad y del ser humano en el planeta. La recurrente idea de que las especies mencionadas anteriormente son nativas de Cuernavaca, me estimula a escribir versiones actualizadas cada cierto tiempo.

Para terminar, sólo me resta adicionar que en México tenemos características peculiares y endémicas del país, y consecuentemente, es conveniente apreciar la belleza del patrimonio biológico y cultural de la nación.