/ lunes 14 de noviembre de 2022

La política exterior de la Revolución Mexicana

Alfonso Segura de la O


La política exterior de México, a lo largo de los años, ha estado basada en los principios de la no intervención, la libre determinación de los pueblos, la soberanía, la solución pacífica de controversias, la promoción de los derechos humanos y el respeto del derecho internacional. Estos valores han conducido la forma en la que nos relacionamos con lo diferentes entes del sistema internacional en los últimos años.

Sin embargo, esto no siempre fue así, pues estos principios se construyeron a base de sangre, combatiendo el intervencionismo americano y europeo, además de problemas políticos internos y la búsqueda de soberanía en nuestro país.

Sin duda alguna, uno de los momentos que definió nuestras relaciones internacionales fue el contexto de la revolución mexicana pues las relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos fueron críticas y tensas a lo largo del movimiento constitucionalista. A esto se sumó el estallido de la Primera Guerra Mundial en la que nuestro vecino del norte participaba.

Los problemas más comunes durante este contexto fueron: la intervención norteamericana en Veracruz en 1914; la invasión de huestes militares estadounidenses en la incursión persecutoria de Francisco Villa por el ataque a Columbus en el norte del país; las dificultades para la obtención del reconocimiento diplomático del gobierno de la nación vecina; la promulgación de la Constitución de 1917 que afectaba los intereses petroleros y mineros estadounidenses y; el pésimo trato a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, con motivo de la guerra mundial. Todos ellos fueron episodios de una relación difícil y llena de conflictos y enfrentamientos.

El perfil de México ante la Primera Guerra Mundial se mantuvo invariable en torno al fomento de la neutralidad, la no intervención y la libre autodeterminación de los pueblos. El nacionalismo revolucionario del presidente Carranza permaneció como una política institucional neutral y llamando a una unión diplomática con las naciones neutrales. Por ello, nombró cónsules, enviados plenipotenciarios, encargados de legaciones o embajadores en Sudamérica y Centroamérica, con la intención de reforzar los principios de neutralidad que encabezaba el gobierno. A todos los diplomáticos nacionales se les instruyó en el tema de la neutralidad y la promoción de México como garante de las buenas relaciones entre los países.

Como efecto de la guerra, México tuvo muchos problemas con los Estados Unidos, por ejemplo, en 1918 en torno a un convenio comercial de intercambio de víveres y materia prima para la guerra; el tráfico de personas; cruce de trabajadores mexicanos para la industria, el comercio y la milicia; enfrentamientos por grupos de bandidos y asaltantes mexicanos en la frontera; la utilización de aguas territoriales por barcos ajenos al comercio o al traslado de pasajeros; reclutamiento de nacionales para incorporarse a las fuerzas militares estadounidenses y la doctrina Monroe.

Los casos fueron motivo de protesta diplomática por parte del gobierno de Carranza, mediante notas que apelaban siempre a la neutralidad porque se violaban las leyes internacionales, se afectaba la soberanía nacional y se intervenía en asuntos ajenos al exterior. Era indispensable que se endureciera definitivamente la política diplomática de México frente a la guerra mundial, pero de igual manera que se establecieran los principios que caracterizarían a la política exterior nacionalista, no intervencionista y neutral.

El presidente fue enfático en el establecimiento de la doctrina mexicana en las relaciones internacionales en 1918 y la oposición a la doctrina Monroe. Esto definió las bases de la política exterior mexicana de hoy en día en cuatro grandes principios:

Que todos los países son iguales; deben respetar mutua y escrupulosamente sus instituciones, sus leyes y su soberanía;

Que ningún país debe intervenir en ninguna forma y por ningún motivo en los asuntos interiores del otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones, al principio universal de no intervención;

Que ningún individuo debe pretender una situación mejor que la de los ciudadanos del país a donde va a establecerse, ni hacer de su calidad de extranjero un título de protección y de privilegio. Nacionales y extranjeros deben ser iguales ante la soberanía del país en que se encuentran y, finalmente,

Que las legislaciones deben ser uniformes e iguales en lo posible, sin establecer distinciones, excepto en lo referente al ejercicio de la soberanía.

Así es como nació la Doctrina Carranza….

La reacción de los sectores estadounidenses opuestos a México incluyó una propaganda que divulgaba que Carranza quería eliminar la Doctrina Monroe para hacer un bloque diplomático contrario a los intereses norteamericanos. Se creía que esa coalición eliminaría la supuesta protección de Estados Unidos en América Latina, lo cual ocasionaría que el conjunto de esos países fuera encabezado por México para aliarse a intereses europeos enemigos de los estadounidenses.

Hacia finales de 1918 la opinión pública norteamericana y mexicana se orientó a decir que la Doctrina Carranza no solamente confrontaba a la Doctrina Monroe, sino también a la Doctrina Wilson, que establecía el reconocimiento internacional de la soberanía entre los pueblos y naciones, sobre todo de América Latina. De nuevo se percibió que la política estadounidense se confrontaba entre sí misma: la establecida por el presidente Wilson ante la ejecutada por su Departamento de Estado.


José Alfonso Segura de la O es licenciado en Negocios Internacionales por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Asociado del PJ COMEXI. Sígalo en @Alfonso_dela0


Alfonso Segura de la O


La política exterior de México, a lo largo de los años, ha estado basada en los principios de la no intervención, la libre determinación de los pueblos, la soberanía, la solución pacífica de controversias, la promoción de los derechos humanos y el respeto del derecho internacional. Estos valores han conducido la forma en la que nos relacionamos con lo diferentes entes del sistema internacional en los últimos años.

Sin embargo, esto no siempre fue así, pues estos principios se construyeron a base de sangre, combatiendo el intervencionismo americano y europeo, además de problemas políticos internos y la búsqueda de soberanía en nuestro país.

Sin duda alguna, uno de los momentos que definió nuestras relaciones internacionales fue el contexto de la revolución mexicana pues las relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos fueron críticas y tensas a lo largo del movimiento constitucionalista. A esto se sumó el estallido de la Primera Guerra Mundial en la que nuestro vecino del norte participaba.

Los problemas más comunes durante este contexto fueron: la intervención norteamericana en Veracruz en 1914; la invasión de huestes militares estadounidenses en la incursión persecutoria de Francisco Villa por el ataque a Columbus en el norte del país; las dificultades para la obtención del reconocimiento diplomático del gobierno de la nación vecina; la promulgación de la Constitución de 1917 que afectaba los intereses petroleros y mineros estadounidenses y; el pésimo trato a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, con motivo de la guerra mundial. Todos ellos fueron episodios de una relación difícil y llena de conflictos y enfrentamientos.

El perfil de México ante la Primera Guerra Mundial se mantuvo invariable en torno al fomento de la neutralidad, la no intervención y la libre autodeterminación de los pueblos. El nacionalismo revolucionario del presidente Carranza permaneció como una política institucional neutral y llamando a una unión diplomática con las naciones neutrales. Por ello, nombró cónsules, enviados plenipotenciarios, encargados de legaciones o embajadores en Sudamérica y Centroamérica, con la intención de reforzar los principios de neutralidad que encabezaba el gobierno. A todos los diplomáticos nacionales se les instruyó en el tema de la neutralidad y la promoción de México como garante de las buenas relaciones entre los países.

Como efecto de la guerra, México tuvo muchos problemas con los Estados Unidos, por ejemplo, en 1918 en torno a un convenio comercial de intercambio de víveres y materia prima para la guerra; el tráfico de personas; cruce de trabajadores mexicanos para la industria, el comercio y la milicia; enfrentamientos por grupos de bandidos y asaltantes mexicanos en la frontera; la utilización de aguas territoriales por barcos ajenos al comercio o al traslado de pasajeros; reclutamiento de nacionales para incorporarse a las fuerzas militares estadounidenses y la doctrina Monroe.

Los casos fueron motivo de protesta diplomática por parte del gobierno de Carranza, mediante notas que apelaban siempre a la neutralidad porque se violaban las leyes internacionales, se afectaba la soberanía nacional y se intervenía en asuntos ajenos al exterior. Era indispensable que se endureciera definitivamente la política diplomática de México frente a la guerra mundial, pero de igual manera que se establecieran los principios que caracterizarían a la política exterior nacionalista, no intervencionista y neutral.

El presidente fue enfático en el establecimiento de la doctrina mexicana en las relaciones internacionales en 1918 y la oposición a la doctrina Monroe. Esto definió las bases de la política exterior mexicana de hoy en día en cuatro grandes principios:

Que todos los países son iguales; deben respetar mutua y escrupulosamente sus instituciones, sus leyes y su soberanía;

Que ningún país debe intervenir en ninguna forma y por ningún motivo en los asuntos interiores del otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones, al principio universal de no intervención;

Que ningún individuo debe pretender una situación mejor que la de los ciudadanos del país a donde va a establecerse, ni hacer de su calidad de extranjero un título de protección y de privilegio. Nacionales y extranjeros deben ser iguales ante la soberanía del país en que se encuentran y, finalmente,

Que las legislaciones deben ser uniformes e iguales en lo posible, sin establecer distinciones, excepto en lo referente al ejercicio de la soberanía.

Así es como nació la Doctrina Carranza….

La reacción de los sectores estadounidenses opuestos a México incluyó una propaganda que divulgaba que Carranza quería eliminar la Doctrina Monroe para hacer un bloque diplomático contrario a los intereses norteamericanos. Se creía que esa coalición eliminaría la supuesta protección de Estados Unidos en América Latina, lo cual ocasionaría que el conjunto de esos países fuera encabezado por México para aliarse a intereses europeos enemigos de los estadounidenses.

Hacia finales de 1918 la opinión pública norteamericana y mexicana se orientó a decir que la Doctrina Carranza no solamente confrontaba a la Doctrina Monroe, sino también a la Doctrina Wilson, que establecía el reconocimiento internacional de la soberanía entre los pueblos y naciones, sobre todo de América Latina. De nuevo se percibió que la política estadounidense se confrontaba entre sí misma: la establecida por el presidente Wilson ante la ejecutada por su Departamento de Estado.


José Alfonso Segura de la O es licenciado en Negocios Internacionales por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Asociado del PJ COMEXI. Sígalo en @Alfonso_dela0