/ martes 26 de julio de 2022

Política Mundial | Las disputas del mercosur

Existen diferentes concepciones sobre la integración económica, todo dependiendo de sus procesos y de los contextos en los que se lleva a cabo; por ejemplo, Cohen ha referido que la integración es un proceso en el que se desmantelan las políticas que facilitan intercambios comerciales, a diferencia de lo que mencionó Puerta cuando se refirió a la integración como “un proceso escalonado de intervinculación de las economías nacionales”

El sistema de relaciones internacionales establecido en el periodo posterior a la guerra fría que en la región latinoamericana se desviaran los ideales y las prioridades marcadas por los gobiernos de cada nación debido a que se impusieron nuevas rutas que marcaban la agenda de seguridad de los Estados Unidos. Esto se dio de tal forma que se llegó a la situación de que los Estados latinoamericanos tomaron una agenda donde se les implicaba en el cuidado con respecto a los problemas ambientales, situación que generó un mayor conflicto en el devenir de las relaciones Norte-Sur en el continente, sobre todo por la diferencia establecida entre los países ricos y los pobres a la hora de establecer objetivos claros que no solo tenían que ver con el medio ambiente.

De hecho, la situación en algunas áreas de Latinoamérica, como lo es el Caribe, han tenido ciertos conflictos para entender el desarrollo regional, pues este ha estado basado, principalmente, en aspectos relacionados al comercio y con sectores industriales muy específicos. Sin embargo, en la mayoría de las naciones caribeñas se le ha dado poca relevancia al soporte natural que permite que las acciones comerciales se puedan ver beneficiadas. Esto ha traído consecuencias relacionadas al daño de los ecosistemas debido a la sobreexplotación de recursos, al mal manejo ecológico y la falta de visión política en este tipo de procesos.

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Ahora, este tipo de problemáticas no han sido exclusivas de la región caribeña, sino que en todo el continente se tienen consecuencias de las decisiones tomadas hace 30 años. Me refiero específicamente al Mercosur donde convergen activamente como Estados miembros Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, dejando de lado a la suspendida Venezuela.

Pero la importancia de esta reflexión tiene que ver con la reunión celebrada la semana pasada en el marco de la 60° edición de la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur donde esta integración sirve como ejemplo de lo que se comentaba en líneas anteriores pues, aunque desde el inicio se tuvo como objetivo principal “propiciar un espacio común que generara oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integración competitiva de las economías nacionales al mercado internacional”, este ha ido afectando los intereses económicos, comerciales y políticos de los involucrados en diferentes momentos. Bastará con recordar momentos como la suspensión de Paraguay o como ha sucedido la semana pasada, que el presidente brasileño (Bolsonaro) no acudiese a la reunión en repudio de lo que el presidente uruguayo quiere proponer. La política vuelve a imponerse ante las decisiones económicas y comerciales.

Pero, ¿Qué pasó? Pues sucede que Uruguay tiene la intención de firmar un acuerdo comercial con China porque piensa que este le traerá consecuencias favorables para su economía. Sin embargo, como en el Mercosur las decisiones se toman en consenso, bastará con la negativa de uno de los miembros para que una acción no se lleve a cabo y, por supuesto, la idea de Uruguay de negociar por su cuenta un acuerdo comercial con China sin tomar en cuenta a los demás, ha sido denegada.

En este orden de ideas, la solicitud del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, de tener un espacio virtual en la cumbre para hablar sobre la situación de Ucrania en la guerra, ha sido denegada y no pudo hacerse presente en un foro donde participan algunos de los países más importantes en materia de exportación de alimentos. La decisión ha sido tomada de la misma forma en que se le ha negado a Uruguay su demanda para negociar con China.

A pesar de ello, las características clásicas de esta integración siguen destacando la libertad de circulación de bienes, servicios, capitales y trabajadores a pesar de que existe la concepción de que las implicaciones sociales y políticas vividas en las naciones provoquen movilidad desmedida de la mano de obra de una nación a otra.

Por lo pronto, la reunión ha dejado dudas y verdades. Por un lado, seguirá la incógnita de lo que hará Uruguay para firmar su TLC con China, sobre todo, ahora que tiene la presidencia pro témpore del Mercosur y, por otro, la concreción de la petición brasileña en 2019 cuando solicitó la disminución del Arancel Externo Común que ahora ha quedado en que los productos que tenían un 2% han pasado a 0%, mientras que los que tenían entre 4% y 14% han sido reducidos en un 10%. Entonces, la dicotomía de las integraciones sigue.

Twitter: @fabrecam

Existen diferentes concepciones sobre la integración económica, todo dependiendo de sus procesos y de los contextos en los que se lleva a cabo; por ejemplo, Cohen ha referido que la integración es un proceso en el que se desmantelan las políticas que facilitan intercambios comerciales, a diferencia de lo que mencionó Puerta cuando se refirió a la integración como “un proceso escalonado de intervinculación de las economías nacionales”

El sistema de relaciones internacionales establecido en el periodo posterior a la guerra fría que en la región latinoamericana se desviaran los ideales y las prioridades marcadas por los gobiernos de cada nación debido a que se impusieron nuevas rutas que marcaban la agenda de seguridad de los Estados Unidos. Esto se dio de tal forma que se llegó a la situación de que los Estados latinoamericanos tomaron una agenda donde se les implicaba en el cuidado con respecto a los problemas ambientales, situación que generó un mayor conflicto en el devenir de las relaciones Norte-Sur en el continente, sobre todo por la diferencia establecida entre los países ricos y los pobres a la hora de establecer objetivos claros que no solo tenían que ver con el medio ambiente.

De hecho, la situación en algunas áreas de Latinoamérica, como lo es el Caribe, han tenido ciertos conflictos para entender el desarrollo regional, pues este ha estado basado, principalmente, en aspectos relacionados al comercio y con sectores industriales muy específicos. Sin embargo, en la mayoría de las naciones caribeñas se le ha dado poca relevancia al soporte natural que permite que las acciones comerciales se puedan ver beneficiadas. Esto ha traído consecuencias relacionadas al daño de los ecosistemas debido a la sobreexplotación de recursos, al mal manejo ecológico y la falta de visión política en este tipo de procesos.

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Ahora, este tipo de problemáticas no han sido exclusivas de la región caribeña, sino que en todo el continente se tienen consecuencias de las decisiones tomadas hace 30 años. Me refiero específicamente al Mercosur donde convergen activamente como Estados miembros Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, dejando de lado a la suspendida Venezuela.

Pero la importancia de esta reflexión tiene que ver con la reunión celebrada la semana pasada en el marco de la 60° edición de la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur donde esta integración sirve como ejemplo de lo que se comentaba en líneas anteriores pues, aunque desde el inicio se tuvo como objetivo principal “propiciar un espacio común que generara oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integración competitiva de las economías nacionales al mercado internacional”, este ha ido afectando los intereses económicos, comerciales y políticos de los involucrados en diferentes momentos. Bastará con recordar momentos como la suspensión de Paraguay o como ha sucedido la semana pasada, que el presidente brasileño (Bolsonaro) no acudiese a la reunión en repudio de lo que el presidente uruguayo quiere proponer. La política vuelve a imponerse ante las decisiones económicas y comerciales.

Pero, ¿Qué pasó? Pues sucede que Uruguay tiene la intención de firmar un acuerdo comercial con China porque piensa que este le traerá consecuencias favorables para su economía. Sin embargo, como en el Mercosur las decisiones se toman en consenso, bastará con la negativa de uno de los miembros para que una acción no se lleve a cabo y, por supuesto, la idea de Uruguay de negociar por su cuenta un acuerdo comercial con China sin tomar en cuenta a los demás, ha sido denegada.

En este orden de ideas, la solicitud del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, de tener un espacio virtual en la cumbre para hablar sobre la situación de Ucrania en la guerra, ha sido denegada y no pudo hacerse presente en un foro donde participan algunos de los países más importantes en materia de exportación de alimentos. La decisión ha sido tomada de la misma forma en que se le ha negado a Uruguay su demanda para negociar con China.

A pesar de ello, las características clásicas de esta integración siguen destacando la libertad de circulación de bienes, servicios, capitales y trabajadores a pesar de que existe la concepción de que las implicaciones sociales y políticas vividas en las naciones provoquen movilidad desmedida de la mano de obra de una nación a otra.

Por lo pronto, la reunión ha dejado dudas y verdades. Por un lado, seguirá la incógnita de lo que hará Uruguay para firmar su TLC con China, sobre todo, ahora que tiene la presidencia pro témpore del Mercosur y, por otro, la concreción de la petición brasileña en 2019 cuando solicitó la disminución del Arancel Externo Común que ahora ha quedado en que los productos que tenían un 2% han pasado a 0%, mientras que los que tenían entre 4% y 14% han sido reducidos en un 10%. Entonces, la dicotomía de las integraciones sigue.

Twitter: @fabrecam