El presidente Nayib Bukele sigue siendo tendencia en el ámbito internacional (y en redes sociales, por supuesto) luego de los últimos acontecimientos suscitados en El Salvador en estas últimas semanas. Las puertas de esta pequeña nación centroamericana siguen abiertas de par en par para que el mundo sepa de ellos, de su cultura, de su economía de su gobierno y de su nuevo perfil que es vendido como uno de los mejores modelos de gobierno en la región.
Resulta que hay dos eventos que llaman sumamente la atención y que robustecen el discurso y la retórica de un presidente que ha tenido mano dura en contra de la corrupción y la violencia desde el inicio de su mandato de gobierno: me refiero a la celebración del concurso Miss Universo y a la inauguración de la Biblioteca Nacional, la más grande de la región, hechos que siguen mostrando que el presidente continúa en ascenso en la gestión que le ha permitido cambiar la cara de una nación que parecía condenada al fracaso, la miseria y la destrucción.
En este análisis quiero presentar una dicotomía que enarbola lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. Por un lado, se sabe que el presidente Bukele es aliado del desarrollo y del modernismo, así como de buscar y consolidar a El Salvador como un actor importante dentro del orden global; sin embargo, dominar un país que ha tenido como principal problemática los conflictos sociales no es nada sencillo y para eso ha tenido que recurrir a decisiones que no siempre son las más (ni las menos) democráticas, tales como el Estado de Excepción permanente en el que se vive en El Salvador desde hace más de un año y medio o el anuncio de su reelección a pesar de que la Constitución Nacional lo prohíba tajantemente.
Y no es que uno no pueda estar de acuerdo con posicionar a una nación que se encontraba ávida de desarrollo, educación, seguridad, innovación e infraestructura, pero ¿a qué costo? Pues resulta que el costo no es solo interno y en cuanto a las políticas en materia de seguridad que se tienen, sino a la gravísima dependencia que El Salvador comienza a tener con los grandes conglomerados internacionales, además de los favores políticos recibidos en su nación por parte de otros grandes.
Y para ejemplo, un botón, o dos en este caso: Miss Universo y la Biblioteca Nacional de El Salvador (BINAES).
El caso de Miss Universo tiene todo un drama porque, además de que es la primera vez que este certamen se lleva a Latinoamérica, la ganadora es la representante de Nicaragua, Sheynnis Palacios, una joven que, bajo el entender de muchos, representa dos cosas: que Centroamérica tenía que destacar gracias a que El Salvador era el anfitrión y sería mucha coincidencia que ganara su representante; y dos, que la única nación centroamericana que no es aceptada, políticamente hablando, por los países occidentales, incluyendo a El Salvador, es la Nicaragua del presidente Daniel Ortega. Entonces, el hecho de darle el triunfo a una ciudadana nicaragüense representa una afrenta directa a una nación que se ha mostrado en contra de su población los últimos 15 años, caso contrario a lo dicho en El Salvador por el propio Nayib Bukele.
Y es aquí donde ligo el segundo caso, pues el presidente Bukele ha inaugurado la Biblioteca más grande de la región con una inversión de 50 millones de dólares donados por China. El presidente ha presentado este espectacular edificio vanguardista construido en el corazón de San Salvador que, entre muchas otras cosas, cuenta con salas para investigadores, interactivas, de realidad virtual y de desarrollo tecnológico que, por si fuera poco, estará abierta las 24 horas los 365 días del año. Sin lugar a dudas, una gran inversión en favor de la educación, pero que tiene una realidad tras bambalinas pues el favor político hecho por China tendrá repercusiones a futuro, sin lugar a dudas.
A pesar de todo esto, el punto principal de esta reflexión no tiene que ver con lo que el presidente Bukele está promoviendo para posicionar a El Salvador en el mundo, sino con lo que esto representa en la democracia salvadoreña pues hay que tomar en cuenta dos cosas muy pero muy importantes que ya han sido analizados previamente: El Salvador vive en Estado de Excepción y el presidente ha violentado la Constitución al haber anunciado su postulación como presidente para un periodo más a pesar de que esta se lo prohíba. Sin embargo, lo más grave es que el poder judicial acaba de ratificar que la decisión de Bukele es permitida y válida.
Entonces me pregunto y te pregunto: ¿de qué sirve tener mejor educación y reconocimiento internacional si el ciudadano no se puede expresar libremente y no puede reunirse para platicar lo quiere y como quiere? ¿Para qué abrir una biblioteca de esas capacidades las 24 horas si la policía, por el estado de excepción, puede encarcelar a alguien por cualquier sospecha? Esto es, ¿Quién se va a animar a salir a la biblioteca a las 2 am cuando podrías acabar encarcelado por el simple hecho de que alguien del gobierno se cuestione que no es normal una persona caminando en la calle a esa hora? Podrías acabar encarcelado por el simple hecho de querer ir a estudia. No lo sé, a lo mejor suena paranoico, pero podría suceder, ¿o no?.
FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam