/ martes 2 de abril de 2024

La triple hélice que no puede ser

Resulta que mientras el mundo se cae a pedazos en el intento de restaurar el nuevo orden mundial, mientras Rusia se pelea con Europa a través de Ucrania, mientras China batalla codo a codo con Estados Unidos por la hegemonía global, mientras Estados Unidos libra una batalla interna por las próximas elecciones presidenciales de este año y mientras Europa se encuentra relegada y ha perdido el poder hegemónico que tuvo durante tantos y tantos años, décadas y siglos, en la región latinoamericana seguimos dejando pasar las oportunidades de retomar el protagonismo a nivel mundial.

Resulta que el presidente argentino, Javier Milei, llamó al presidente colombiano, Gustavo Petro, “asesino terrorista”, situación que provocó una discrepancia diplomática importante porque el gobierno de Colombia expulsó a los diplomáticos argentinos por las declaraciones de su presidente. El problema es que el tema no ha quedado ahí, sino que el presidente mexicano, quien se autodenomina de una corriente izquierdista y que comparte esta ideología con el presidente colombiano, se atrevió a llamarle al presidente argentino “facho conservador”, lo cual tuvo como consecuencia que Javier Milei afirmara que Andrés Manuel López Obrador es un ignorante, sobre todo porque en una entrevista elaborada en estos días en un medio de comunicación de habla hispana en Estados Unidos, el mandatario argentino se expresó así del gobernante mexicano.

La realidad es que México y Argentina, más allá de los dimes y diretes, no han tenido un problema tan grande como el provocado con Colombia. De hecho, a pesar de las declaraciones del presidente mexicano donde asegura no entender el por qué la gente votó por Milei, no ha trascendido al grado de que la Secretaria de Relaciones Exteriores mexicana, Alicia Bárcena, ha salido a asegurar que, luego de una “grata conversación” con la Ministra de Relaciones Exteriores argentina, Diana Mondino, todo ha quedado aclarado y que la relación diplomática sigue avanzando. Es más, el propio presidente mexicano ha confirmado en una de sus mañaneras que no hay más que decir.

El problema es que vivimos una época que podría ser fundamental para el desarrollo de la región pues se suponía que ya se vivía una mejora en la armonía de las posturas ideológicas de los gobernantes y que se comenzaba a avanzar en un nuevo regionalismo que podría ser resiliente e innovador para la mejora de todos; sin embargo, este tipo de conflictos golpean -nuevamente- a la región y detienen el avance que se podría tener en un futuro. Tan solo habrá que recordar todo lo hecho por los gobiernos argentino y mexicano durante la pandemia de la COVID-19 para ayudar a la población de toda la región.

Entonces, se puede asumir que, si en algún momento se desea elevar el nivel de interacción económica, política y comercial entre Argentina y México, este tipo de acciones por parte de ambos presidentes va a detener el proceso que, aunque es importante, apenas alcanza un intercambio comercial que ronda los 140 millones de dólares, donde la balanza es deficitaria para Argentina y superavitaria para México. Luego, este tipo de situaciones hacen más lento el proceso para que ambas naciones alcancen un mejor acuerdo en materia de integración y eleven su poderío más allá de Acuerdo de Alcance Parcial.

En el caso de Colombia, desde la perspectiva mexicana, tampoco es que se tenga un gran avance pues, a pesar de compartir regionalismo con esta nación a través de la Alianza del Pacífico, tampoco es muy diferente a cualquier nación latinoamericana, aunque cabe recordar que cualquier relación comercial de México se ve pequeña si la comparamos con nuestros principales socios, Estados Unidos y China.

Ahora, en el caso de Argentina y Colombia, se debe recordar que, aunque las importaciones de Colombia a Argentina apenas son una cuarta parte de lo que exporta, los números son considerables y la ruptura de relaciones diplomáticas puede afectar significativamente a dos naciones que requieren urgentemente de una reactivación económica, pues el mundo necesita de los aceites crudos de petróleo colombianos y de la harina de soja argentina que podrían convertirse en productos fundamentales para las naciones que se encuentran en conflictos ambientales, bélicos, geopolíticos o hasta diplomáticos.

Es por ello que me atrevo a mencionar en estas líneas que si en lugar de pelear, México, Argentina y Colombia pudieran ponerse de acuerdo, la región latinoamericana estaría en la posición de mostrar un avance importante en su desarrollo, pues Colombia podría aportar desde su pertenencia a la Comunidad Andina o a la Alianza del Pacífico, Argentina desde el Mercosur y México desde su interacción con Norteamérica, sin embargo, lejos de unirse, los presidentes vuelven a lo mismo, a lo que no abona y lo que, como lo he mencionado, detiene el proceso de integración en momentos donde hay una gran oportunidad, situación que rompe con la posibilidad de generar una triple hélice que beneficio a argentinos, colombianos, mexicanos y latinoamericanos en general.

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam

Resulta que mientras el mundo se cae a pedazos en el intento de restaurar el nuevo orden mundial, mientras Rusia se pelea con Europa a través de Ucrania, mientras China batalla codo a codo con Estados Unidos por la hegemonía global, mientras Estados Unidos libra una batalla interna por las próximas elecciones presidenciales de este año y mientras Europa se encuentra relegada y ha perdido el poder hegemónico que tuvo durante tantos y tantos años, décadas y siglos, en la región latinoamericana seguimos dejando pasar las oportunidades de retomar el protagonismo a nivel mundial.

Resulta que el presidente argentino, Javier Milei, llamó al presidente colombiano, Gustavo Petro, “asesino terrorista”, situación que provocó una discrepancia diplomática importante porque el gobierno de Colombia expulsó a los diplomáticos argentinos por las declaraciones de su presidente. El problema es que el tema no ha quedado ahí, sino que el presidente mexicano, quien se autodenomina de una corriente izquierdista y que comparte esta ideología con el presidente colombiano, se atrevió a llamarle al presidente argentino “facho conservador”, lo cual tuvo como consecuencia que Javier Milei afirmara que Andrés Manuel López Obrador es un ignorante, sobre todo porque en una entrevista elaborada en estos días en un medio de comunicación de habla hispana en Estados Unidos, el mandatario argentino se expresó así del gobernante mexicano.

La realidad es que México y Argentina, más allá de los dimes y diretes, no han tenido un problema tan grande como el provocado con Colombia. De hecho, a pesar de las declaraciones del presidente mexicano donde asegura no entender el por qué la gente votó por Milei, no ha trascendido al grado de que la Secretaria de Relaciones Exteriores mexicana, Alicia Bárcena, ha salido a asegurar que, luego de una “grata conversación” con la Ministra de Relaciones Exteriores argentina, Diana Mondino, todo ha quedado aclarado y que la relación diplomática sigue avanzando. Es más, el propio presidente mexicano ha confirmado en una de sus mañaneras que no hay más que decir.

El problema es que vivimos una época que podría ser fundamental para el desarrollo de la región pues se suponía que ya se vivía una mejora en la armonía de las posturas ideológicas de los gobernantes y que se comenzaba a avanzar en un nuevo regionalismo que podría ser resiliente e innovador para la mejora de todos; sin embargo, este tipo de conflictos golpean -nuevamente- a la región y detienen el avance que se podría tener en un futuro. Tan solo habrá que recordar todo lo hecho por los gobiernos argentino y mexicano durante la pandemia de la COVID-19 para ayudar a la población de toda la región.

Entonces, se puede asumir que, si en algún momento se desea elevar el nivel de interacción económica, política y comercial entre Argentina y México, este tipo de acciones por parte de ambos presidentes va a detener el proceso que, aunque es importante, apenas alcanza un intercambio comercial que ronda los 140 millones de dólares, donde la balanza es deficitaria para Argentina y superavitaria para México. Luego, este tipo de situaciones hacen más lento el proceso para que ambas naciones alcancen un mejor acuerdo en materia de integración y eleven su poderío más allá de Acuerdo de Alcance Parcial.

En el caso de Colombia, desde la perspectiva mexicana, tampoco es que se tenga un gran avance pues, a pesar de compartir regionalismo con esta nación a través de la Alianza del Pacífico, tampoco es muy diferente a cualquier nación latinoamericana, aunque cabe recordar que cualquier relación comercial de México se ve pequeña si la comparamos con nuestros principales socios, Estados Unidos y China.

Ahora, en el caso de Argentina y Colombia, se debe recordar que, aunque las importaciones de Colombia a Argentina apenas son una cuarta parte de lo que exporta, los números son considerables y la ruptura de relaciones diplomáticas puede afectar significativamente a dos naciones que requieren urgentemente de una reactivación económica, pues el mundo necesita de los aceites crudos de petróleo colombianos y de la harina de soja argentina que podrían convertirse en productos fundamentales para las naciones que se encuentran en conflictos ambientales, bélicos, geopolíticos o hasta diplomáticos.

Es por ello que me atrevo a mencionar en estas líneas que si en lugar de pelear, México, Argentina y Colombia pudieran ponerse de acuerdo, la región latinoamericana estaría en la posición de mostrar un avance importante en su desarrollo, pues Colombia podría aportar desde su pertenencia a la Comunidad Andina o a la Alianza del Pacífico, Argentina desde el Mercosur y México desde su interacción con Norteamérica, sin embargo, lejos de unirse, los presidentes vuelven a lo mismo, a lo que no abona y lo que, como lo he mencionado, detiene el proceso de integración en momentos donde hay una gran oportunidad, situación que rompe con la posibilidad de generar una triple hélice que beneficio a argentinos, colombianos, mexicanos y latinoamericanos en general.

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam