/ martes 5 de marzo de 2024

Canadá y México: a veces sí, a veces no

A veces, cuando nos preguntamos sobre la posición de México a nivel global, tratamos siempre de compararnos con países que tienen algún nivel de desarrollo que en México no hemos alcanzado aún: educación, salud, vivienda, gobierno, economía, Estado de Derecho, pues. Sin embargo, la visión que tenemos -desde México- casi siempre tiende a orientarse hacia los Estados Unidos o Europa, aunque últimamente, como es comprensible, también lo hacemos al Asia-Pacífico, sobre todo a China o Corea del Sur, más que a Japón.

Y no es que estemos mal al pensar que esas naciones pudieran servir como nuestro norte, pero resulta que otro posible norte se encuentra, realmente, en el norte, pero muy al norte, más allá de los Estados Unidos y su horizonte interminable de oportunidades para los mexicanos. El norte al que me refiero es aquel con el que, desde México, hemos tenido como un país que representa un gran punto de inflexión comercial para nuestra nación pues somos el tercer socio comercial que tienen en esas latitudes luego del propio Estados Unidos y de China (como en casi todo el mundo). De hecho, esta nación cuasivecina del norte representa una importante opción de desarrollo para aquellos que buscan mejorar su calidad de vida con respecto a la que tienen en sus lugares de origen.

Canadá, sin duda, es esa nación del norte que, al mismo tiempo, puede funcionar como salvador o exterminador de sueños, eso sí, la mayoría ilegales, situación que ha provocado, sobre todo luego de los dichos y diretes del presidente mexicano, que el gobierno de Canadá haya decidido regresar al uso de la VISA para ingresar a su país.

Sobre todo esto, siempre hay cosas buenas y malas. Las buenas tienen que ver el flujo de migrantes mexicanos a Canadá en búsqueda de asilo político se a ver afectado pues en tan solo algunos años, la cantidad de mexicanos que recurrió a esta situación se ha incrementado en cifras de tal magnitud que el gobierno de Quebec ha utilizado la presión mediática para doblar al Primer Ministro, Justin Trudeau, para aminorar este problema que, en un futuro, se puede volver extremadamente peligroso.

Y para muestra un botón, o muchos, pues, aunque los viajantes mexicanos hayan tenido visa canadiense o visa estadounidense, tendrán que seguir intentando obtener el permiso electrónico para poder viajar a Canadá. Por otro lado, los realmente afectados son aquellos que intentaban burlar el sistema migratorio canadiense para quedarse a vivir por allá y recibir todo el apoyo que el gobierno mexicano no imparte. Sin embargo, el auge ha sido tal que las personas que iban a viajar a partir del 1 de marzo pasado han tenido que tramitar nuevamente una ETA para poder viajar, asumiendo sus propias consecuencias sin responsabilidad para quienes hayan decidido continuar el viaje.

El problema que tenemos a raíz de estos temas es que el presidente no ha abonado mucho y ha hecho patente algunas expresiones que claramente contradicen su imagen diaria. El punto es que, a pesar de que el presidente solicitó una respuesta cuando mencionó que había un reproche fraterno y respetuoso, la sociedad mexicana ha cuestionado duramente el acceso directo a Canadá desde que en 2016 se decidió suprimir el uso de la VISA brasileña.

Ahora que ha vuelto, debemos entender que Canadá ya no quiere más migrantes ilegales, sino que se encuentra en una transición que le lleva a aplicar medidas migratorias que garantizarán el desarrollo de la nación del norte del continente y que, además, servirá de ejemplo para que otras personas se animen a velar por sus propios intereses y no los del orden global que, se supone, se deben enlistar en un caso aparte, como lo hacen los Estados Unidos de América o China.

Así, el reproche del gobierno y de algunas partes de la sociedad solamente evidencian la falta de timing político y del escenario global para entender que no porque tengamos una relación de amigos cualquiera y llevadera, seremos capaces de tratarnos como ambas partes se suponen que se llevan.

La visa canadiense ha servido para prender mecha del árbol caído sobre la importancia de una visa o no, sin embargo, desde el punto de vista canadiense -que nadie cree en México- existe un trasfondo social y cultural que no siempre somos capaces de entender desde México.

¡Veremos!

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam

A veces, cuando nos preguntamos sobre la posición de México a nivel global, tratamos siempre de compararnos con países que tienen algún nivel de desarrollo que en México no hemos alcanzado aún: educación, salud, vivienda, gobierno, economía, Estado de Derecho, pues. Sin embargo, la visión que tenemos -desde México- casi siempre tiende a orientarse hacia los Estados Unidos o Europa, aunque últimamente, como es comprensible, también lo hacemos al Asia-Pacífico, sobre todo a China o Corea del Sur, más que a Japón.

Y no es que estemos mal al pensar que esas naciones pudieran servir como nuestro norte, pero resulta que otro posible norte se encuentra, realmente, en el norte, pero muy al norte, más allá de los Estados Unidos y su horizonte interminable de oportunidades para los mexicanos. El norte al que me refiero es aquel con el que, desde México, hemos tenido como un país que representa un gran punto de inflexión comercial para nuestra nación pues somos el tercer socio comercial que tienen en esas latitudes luego del propio Estados Unidos y de China (como en casi todo el mundo). De hecho, esta nación cuasivecina del norte representa una importante opción de desarrollo para aquellos que buscan mejorar su calidad de vida con respecto a la que tienen en sus lugares de origen.

Canadá, sin duda, es esa nación del norte que, al mismo tiempo, puede funcionar como salvador o exterminador de sueños, eso sí, la mayoría ilegales, situación que ha provocado, sobre todo luego de los dichos y diretes del presidente mexicano, que el gobierno de Canadá haya decidido regresar al uso de la VISA para ingresar a su país.

Sobre todo esto, siempre hay cosas buenas y malas. Las buenas tienen que ver el flujo de migrantes mexicanos a Canadá en búsqueda de asilo político se a ver afectado pues en tan solo algunos años, la cantidad de mexicanos que recurrió a esta situación se ha incrementado en cifras de tal magnitud que el gobierno de Quebec ha utilizado la presión mediática para doblar al Primer Ministro, Justin Trudeau, para aminorar este problema que, en un futuro, se puede volver extremadamente peligroso.

Y para muestra un botón, o muchos, pues, aunque los viajantes mexicanos hayan tenido visa canadiense o visa estadounidense, tendrán que seguir intentando obtener el permiso electrónico para poder viajar a Canadá. Por otro lado, los realmente afectados son aquellos que intentaban burlar el sistema migratorio canadiense para quedarse a vivir por allá y recibir todo el apoyo que el gobierno mexicano no imparte. Sin embargo, el auge ha sido tal que las personas que iban a viajar a partir del 1 de marzo pasado han tenido que tramitar nuevamente una ETA para poder viajar, asumiendo sus propias consecuencias sin responsabilidad para quienes hayan decidido continuar el viaje.

El problema que tenemos a raíz de estos temas es que el presidente no ha abonado mucho y ha hecho patente algunas expresiones que claramente contradicen su imagen diaria. El punto es que, a pesar de que el presidente solicitó una respuesta cuando mencionó que había un reproche fraterno y respetuoso, la sociedad mexicana ha cuestionado duramente el acceso directo a Canadá desde que en 2016 se decidió suprimir el uso de la VISA brasileña.

Ahora que ha vuelto, debemos entender que Canadá ya no quiere más migrantes ilegales, sino que se encuentra en una transición que le lleva a aplicar medidas migratorias que garantizarán el desarrollo de la nación del norte del continente y que, además, servirá de ejemplo para que otras personas se animen a velar por sus propios intereses y no los del orden global que, se supone, se deben enlistar en un caso aparte, como lo hacen los Estados Unidos de América o China.

Así, el reproche del gobierno y de algunas partes de la sociedad solamente evidencian la falta de timing político y del escenario global para entender que no porque tengamos una relación de amigos cualquiera y llevadera, seremos capaces de tratarnos como ambas partes se suponen que se llevan.

La visa canadiense ha servido para prender mecha del árbol caído sobre la importancia de una visa o no, sin embargo, desde el punto de vista canadiense -que nadie cree en México- existe un trasfondo social y cultural que no siempre somos capaces de entender desde México.

¡Veremos!

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam