/ viernes 24 de marzo de 2023

La teoría del quinto hijo

Para Judith Butler fantasy se basa en un deseo consciente del individuo, que bien puede ser individual o compartido. Phantasy, por su parte, forma una dimensión inconsciente que requiere ser interpretada para tener sentido. No es difícil reconocer la primera, por ejemplo, es bastante normal que un adolescente desee fervientemente adquirir una motocicleta. Pero si tuviera un gusto desmedido por coleccionar motocicletas y no utilizarlas, entonces se tendría que acceder a una reflexión más profunda que formaría parte de la segunda.

La Teoría del quinto hijo tiene un efecto similar. Escrita a finales de los 80 por Doris Lessing, la breve novela narra cómo una joven pareja de enamorados, decide casarse y formar una familia. El prominente matrimonio de clase media rápidamente encuentra la felicidad entre fiestas de fin de semanas, salidas de viaje y la afortunada llegada de sus descendientes.

Con el arribo de cada hijo el dichoso matrimonio encuentra razones para procrear más, hasta llegar al cuarto. Todo parece ser parte de un sueño idílico en el que la convivencia encuentra su punto más álgido, entre risas y prosperidad, en una casa llena de amor y cariño. En una última decisión que culmine su felicidad, deciden tener el quinto hijo. Entonces, todo cambia.

Con la llegada del quinto hijo la familia comienza a desvanecerse. El niño, conforme crece desarrolla comportamientos apáticos, conflictivos, hasta violentos y peligrosos. La situación es tan tensa que nadie puede soportar vivir con él. En un arrebato de desesperación es enviado a una clínica donde lo dan por perdido. La familia intenta, con éxito, retomar la vida que pausó. Pero la madre, arrepentida, regresa por él. La familia se va fragmentando hasta destruirse. Dejan la casa y vuelven a abandonarlo, sin encontrar la felicidad otra vez.

La fantasy nos induce a buscar las razones para justificar el comportamiento del quinto hijo; explicar, entre situaciones biológicas, psicológicas o sociales, las verdaderas causas que clarifiquen lo que ocurrió. La lógica de una desgracia nos lleva a interrogar la naturaleza del origen y darle sentido y certidumbre a eso que no se puede comprender. Pero es justamente esa necesidad de fantasear lo que nos impide reconocer lo que subyace.

La phantasy no niega que existan causas y motivos que expliquen el comportamiento del quinto hijo, o la razón de su anormalidad. En realidad, va más allá de una explicación causal. Se centra en la necesidad que tienen las personas de intentar calibrar situaciones que escapan de su control, de su entendimiento y forman parte de relaciones casuales basadas en incertidumbre.

Los críticos interpretan la novela como un intento ejemplificar problemas sociales por desigualdad, el recrudecimiento de los valores y la perdida de sensibilidad, como seguramente lo son. Pero eso no significa que las personas acepten totalmente que tal acto ocurra.

Ahí radica el punto de teoría: no se basa en la posibilidad causal de que ocurra, porque siempre puede ocurrir, sino en las probabilidades casuales de que ocurra, porque rara vez ocurren.


Para Judith Butler fantasy se basa en un deseo consciente del individuo, que bien puede ser individual o compartido. Phantasy, por su parte, forma una dimensión inconsciente que requiere ser interpretada para tener sentido. No es difícil reconocer la primera, por ejemplo, es bastante normal que un adolescente desee fervientemente adquirir una motocicleta. Pero si tuviera un gusto desmedido por coleccionar motocicletas y no utilizarlas, entonces se tendría que acceder a una reflexión más profunda que formaría parte de la segunda.

La Teoría del quinto hijo tiene un efecto similar. Escrita a finales de los 80 por Doris Lessing, la breve novela narra cómo una joven pareja de enamorados, decide casarse y formar una familia. El prominente matrimonio de clase media rápidamente encuentra la felicidad entre fiestas de fin de semanas, salidas de viaje y la afortunada llegada de sus descendientes.

Con el arribo de cada hijo el dichoso matrimonio encuentra razones para procrear más, hasta llegar al cuarto. Todo parece ser parte de un sueño idílico en el que la convivencia encuentra su punto más álgido, entre risas y prosperidad, en una casa llena de amor y cariño. En una última decisión que culmine su felicidad, deciden tener el quinto hijo. Entonces, todo cambia.

Con la llegada del quinto hijo la familia comienza a desvanecerse. El niño, conforme crece desarrolla comportamientos apáticos, conflictivos, hasta violentos y peligrosos. La situación es tan tensa que nadie puede soportar vivir con él. En un arrebato de desesperación es enviado a una clínica donde lo dan por perdido. La familia intenta, con éxito, retomar la vida que pausó. Pero la madre, arrepentida, regresa por él. La familia se va fragmentando hasta destruirse. Dejan la casa y vuelven a abandonarlo, sin encontrar la felicidad otra vez.

La fantasy nos induce a buscar las razones para justificar el comportamiento del quinto hijo; explicar, entre situaciones biológicas, psicológicas o sociales, las verdaderas causas que clarifiquen lo que ocurrió. La lógica de una desgracia nos lleva a interrogar la naturaleza del origen y darle sentido y certidumbre a eso que no se puede comprender. Pero es justamente esa necesidad de fantasear lo que nos impide reconocer lo que subyace.

La phantasy no niega que existan causas y motivos que expliquen el comportamiento del quinto hijo, o la razón de su anormalidad. En realidad, va más allá de una explicación causal. Se centra en la necesidad que tienen las personas de intentar calibrar situaciones que escapan de su control, de su entendimiento y forman parte de relaciones casuales basadas en incertidumbre.

Los críticos interpretan la novela como un intento ejemplificar problemas sociales por desigualdad, el recrudecimiento de los valores y la perdida de sensibilidad, como seguramente lo son. Pero eso no significa que las personas acepten totalmente que tal acto ocurra.

Ahí radica el punto de teoría: no se basa en la posibilidad causal de que ocurra, porque siempre puede ocurrir, sino en las probabilidades casuales de que ocurra, porque rara vez ocurren.