/ lunes 16 de mayo de 2022

Su nombre, lo mejor del nuevo Aeropuerto (I)

Queridos lectores, en momentos cuando siguen en todos los medios electrónicos las noticias de los trágicos feminicidios, la imparable muerte de periodistas y la guerra Rusia-Ucrania, todavía se recuerda la falla humana que estuvo a punto de causar el choque entre dos aviones la noche del pasado sábado 7 de mayo y está bien, que sirvan los señalamientos para mejorar su funcionamiento, sin embargo pocos han resaltado a profundidad la importancia del nombre que le asignaron al nuevo espacio aéreo: Felipe Ángeles. No sé quién lo sugirió, pero al fin se le hizo justicia. Verán porqué lo digo.

El militar, académico, intelectual y humanista que fue el general de división Felipe de Jesús Ángeles Ramírez, (su nombre completo), fue un hombre con una cultura fuera de serie caso inusual en esa época revolucionaria en la que se desarrolló la etapa cumbre de su vida: fue políglota, hablaba además del español, el catalán, portugués, alemán, francés y otomí.

Nacido en 1868 en Zacualtipán, Estado de Hidalgo, hizo sus primeros estudios en Molango, luego ingresa al Instituto Literario de Pachuca para entrar poco después al Heroico Colegio Militar de México en el que de alumno pasó a profesor y director del mismo por su brillante inteligencia. Participó en las batallas de Torreón, Zacatecas, Celaya y León entre otras.

Además de haber sido un hombre que simpatizó siempre con el ideal revolucionario hasta los últimos momentos de su vida, su enorme preparación quedó plasmada en su manera elegante e impecable ortografía con la que escribió su propio diario, cartas, artículos para revistas y periódicos. En paralelo envió los telegramas más claros y convincentes de la lucha armada.

Conciliador siempre, cuando lo envían a mi Estado de Morelos, no arrasa ni quema pueblos para intentar someter a los zapatistas, como lo hizo el general Juvencio Robles, al grado que Emiliano Zapata lo llega a respetar. Ahora bien, leal siempre, fue el único general que no abandonó a Madero durante la Decena Trágica y prefirió permitir su arresto junto al presidente Madero y con Pino Suárez con los que pasó las horas más oscuras, antesala de sus trágicas muertes.

Tampoco acepta el cargo de ministro de Defensa que le ofrece Victoriano Huerta que conocedor de sus dotes de militar lo quería junto a él por lo que le perdona la afrenta y lo envía exiliado rumbo a Francia. En el país galo se acerca al liberalismo e ingresa también a la École spéciale militaire de Saint-Cyr, (la Escuela Especial Militar de Saint-Cyr).

Ahí, en la lista de los alumnos notables aparece su nombre como: Felipe Ángeles (1868-1919) revolucionario mexicano, en la que también están inscritos Philippe Pétain, mariscal de Francia y Charles de Gaulle, presidente de la República Francesa, entre no muchos otros. Fíjense la importancia que le dieron en una de las dos principales academias militares del país galo fundada en 1802 por Napoleón.

Al caer Huerta, regresa Ángeles a incorporarse a la revolución y así como le fue fiel a Madero, también lo fue a Francisco Villa, en las buenas y en las malas, como ocurrió en la entrada triunfal a la Ciudad de México, pero también en momentos de derrota del Centauro del Norte donde tuvo en su escondite un tiempo cerca de él, a Felipe Ángeles que sin embargo, pese a que se adhirió al villismo nunca aceptó y lo manifestó, el que se fusilara a los detenidos como ordenaba Villa. Amigos, seguimos con la más amarga traición que sufrió, el próximo lunes.

Queridos lectores, en momentos cuando siguen en todos los medios electrónicos las noticias de los trágicos feminicidios, la imparable muerte de periodistas y la guerra Rusia-Ucrania, todavía se recuerda la falla humana que estuvo a punto de causar el choque entre dos aviones la noche del pasado sábado 7 de mayo y está bien, que sirvan los señalamientos para mejorar su funcionamiento, sin embargo pocos han resaltado a profundidad la importancia del nombre que le asignaron al nuevo espacio aéreo: Felipe Ángeles. No sé quién lo sugirió, pero al fin se le hizo justicia. Verán porqué lo digo.

El militar, académico, intelectual y humanista que fue el general de división Felipe de Jesús Ángeles Ramírez, (su nombre completo), fue un hombre con una cultura fuera de serie caso inusual en esa época revolucionaria en la que se desarrolló la etapa cumbre de su vida: fue políglota, hablaba además del español, el catalán, portugués, alemán, francés y otomí.

Nacido en 1868 en Zacualtipán, Estado de Hidalgo, hizo sus primeros estudios en Molango, luego ingresa al Instituto Literario de Pachuca para entrar poco después al Heroico Colegio Militar de México en el que de alumno pasó a profesor y director del mismo por su brillante inteligencia. Participó en las batallas de Torreón, Zacatecas, Celaya y León entre otras.

Además de haber sido un hombre que simpatizó siempre con el ideal revolucionario hasta los últimos momentos de su vida, su enorme preparación quedó plasmada en su manera elegante e impecable ortografía con la que escribió su propio diario, cartas, artículos para revistas y periódicos. En paralelo envió los telegramas más claros y convincentes de la lucha armada.

Conciliador siempre, cuando lo envían a mi Estado de Morelos, no arrasa ni quema pueblos para intentar someter a los zapatistas, como lo hizo el general Juvencio Robles, al grado que Emiliano Zapata lo llega a respetar. Ahora bien, leal siempre, fue el único general que no abandonó a Madero durante la Decena Trágica y prefirió permitir su arresto junto al presidente Madero y con Pino Suárez con los que pasó las horas más oscuras, antesala de sus trágicas muertes.

Tampoco acepta el cargo de ministro de Defensa que le ofrece Victoriano Huerta que conocedor de sus dotes de militar lo quería junto a él por lo que le perdona la afrenta y lo envía exiliado rumbo a Francia. En el país galo se acerca al liberalismo e ingresa también a la École spéciale militaire de Saint-Cyr, (la Escuela Especial Militar de Saint-Cyr).

Ahí, en la lista de los alumnos notables aparece su nombre como: Felipe Ángeles (1868-1919) revolucionario mexicano, en la que también están inscritos Philippe Pétain, mariscal de Francia y Charles de Gaulle, presidente de la República Francesa, entre no muchos otros. Fíjense la importancia que le dieron en una de las dos principales academias militares del país galo fundada en 1802 por Napoleón.

Al caer Huerta, regresa Ángeles a incorporarse a la revolución y así como le fue fiel a Madero, también lo fue a Francisco Villa, en las buenas y en las malas, como ocurrió en la entrada triunfal a la Ciudad de México, pero también en momentos de derrota del Centauro del Norte donde tuvo en su escondite un tiempo cerca de él, a Felipe Ángeles que sin embargo, pese a que se adhirió al villismo nunca aceptó y lo manifestó, el que se fusilara a los detenidos como ordenaba Villa. Amigos, seguimos con la más amarga traición que sufrió, el próximo lunes.