/ lunes 26 de febrero de 2024

Recuerdo a mi abuelo, el Mayor Matías Polanco

Fíjense, queridos lectores, que pasan los años y pareciera que los recuerdos, opresiones o vejaciones padecidas a manos de caciques o hacendados insensibles hace más de un siglo, con el paso de los años, se olvidan. Pero eso no ocurrió con muchos, entre ellos, con la familia Polanco oriunda de Tlayacapan, ya, en parte, asentados en Cuernavaca desde hace décadas, los que en lugar de lamentarse la precariedad en que vivían, las sucesivas generaciones de la familia, a su manera, siguieron sirviendo a su estado de Morelos sin olvidar nunca lo aprendido cerca del líder suriano.

La genalogía de lucha armada y revolucionaria de la familia Polanco, inicia con el coronel Feliciano Polanco Araujo, sigue con su hijo, el Mayor del ejército Libertador del Sur, Matías Polanco Castro quien, por cierto, falleció a principios de los años 90. Siguió con su hijo Raymundo, padre de mi entrevistado, y ahora sigue con David Polanco y su hijo también llamado como él.

Platico con don David Polanco, de 64 años de edad, nieto de don Matías, quien me narra que “siguiendo con la vocación familiar de no apartarse del ideario revolucionario ahora dirijo el Frente Zapatista del Estado de Morelos, A.C., fundado por mi abuelo el Mayor Matías Polanco Castro quien falleciera a principios de los años 90. Hoy en día, el frente cuenta con aproximadamente 60 descendientes leales a su histórico pasado zapatista”.

Y continua: “Mi abuelo, casi desde niño ya trabajaba en el campo morelense en paupérrimas condiciones así que en cuanto supo por su familia del llamado del general Emiliano Zapata, se acercó a él y le pidió le permitiera unirse a ellos. Tenía solo 12 años de edad por lo que Zapata, al ver la resolución del jovencito, casi niño, le ordenó al general Felipe Neri, que lo agregara en un trabajo que pudiera realizar”.

“Y su primer trabajo fue como correo de asuntos conciernientes del mismo Zapata y con el tiempo, llegó a serlo del mismo líder suriano así que tenía anécdotas muy interesantes que a él, a pesar de los años que iban pasando le gustaba contar y a mí, como su nieto, escuchar sus narraciones, recuerdo que platicaba cuando fue uniéndose en otras tareas e incluso cuando ya le tocó participar en escaramuzas y una que otra balacera contra los federales hasta que por méritos propios y ya casi con 20 años de edad alcanzó el grado de Mayor que, desafortunadamente le otorgaron el mismo año en que mataron al Caudillo del Sur. Y fíjese, -dice a quien esto escribe-, mi abuelo nunca olvidó lo que era dormir a campo traviesa siempre con su fusil cerca de él pero la mejor herencia que recibí de mi abuelo fue su orgullo de siempre sentirse útil, primero solo como militar y después ya también como ciudadano y político.”

“Así que en vista de que mi abuelo, don Matías, estableció un record ejemplar de servicios a su comunidad y pudiera decirse a su Estado de Morelos, recibió un reconocimiento especial por parte del Senado de la República en un documento foliado con el núm. 2829 que le otorgaron el 28 de julio de 1988. Ya había sido diputado local y presidente municipal de Cuernavaca. Pero a pesar de que también recibió la Medalla Belisario Domínguez, nunca olvidó sus andanzas revolucionarias ni cuando en 1917 participó en frentes de batallas”.

“Y en vista de que él estuvo entre aquellos soldados que establecieron cuarteles generales, entre otros, en Huautla y en San Buenaventura, después de la muerte del general Zapata, don Matías, mi abuelo, obtuvo el rango de Mayor en el ejército de Zapata y eventualmente cuando ya dejó las armas comenzó a perseguir los intereses políticos. Se registró como un miembro militar del Partido Nacional Revolucionario, antecesor del PRI en 1934 y sirvió como secretario de la organización y estadística del comité municipal de Cuernavaca en 1936.

“Como en 1945 fue elegido presidente municipal en la capital de Morelos, durante su servicio como alcalde, recibió el reconocimiento del pueblo porque nunca olvldó su pasado agrarista incorporándose a las ligas de comunidades agrarias y campesinas lo que le permitió resolver varios reclamos agrarios. Y puedo decir con orgullo, doña Lya, que la trayectoria de mi abuelo como funcionario público se inscribe en la etapa de la historiografía denominado período estabilizador por lo que Matías Polanco, mi abuelo, es ya un personaje histórico que al igual que los que lucharon al lado del Jefe, nunca olvidó sus ideales que comenzó a aprender en cuanto se unió al zapatismo. Y hasta pronto.

Fíjense, queridos lectores, que pasan los años y pareciera que los recuerdos, opresiones o vejaciones padecidas a manos de caciques o hacendados insensibles hace más de un siglo, con el paso de los años, se olvidan. Pero eso no ocurrió con muchos, entre ellos, con la familia Polanco oriunda de Tlayacapan, ya, en parte, asentados en Cuernavaca desde hace décadas, los que en lugar de lamentarse la precariedad en que vivían, las sucesivas generaciones de la familia, a su manera, siguieron sirviendo a su estado de Morelos sin olvidar nunca lo aprendido cerca del líder suriano.

La genalogía de lucha armada y revolucionaria de la familia Polanco, inicia con el coronel Feliciano Polanco Araujo, sigue con su hijo, el Mayor del ejército Libertador del Sur, Matías Polanco Castro quien, por cierto, falleció a principios de los años 90. Siguió con su hijo Raymundo, padre de mi entrevistado, y ahora sigue con David Polanco y su hijo también llamado como él.

Platico con don David Polanco, de 64 años de edad, nieto de don Matías, quien me narra que “siguiendo con la vocación familiar de no apartarse del ideario revolucionario ahora dirijo el Frente Zapatista del Estado de Morelos, A.C., fundado por mi abuelo el Mayor Matías Polanco Castro quien falleciera a principios de los años 90. Hoy en día, el frente cuenta con aproximadamente 60 descendientes leales a su histórico pasado zapatista”.

Y continua: “Mi abuelo, casi desde niño ya trabajaba en el campo morelense en paupérrimas condiciones así que en cuanto supo por su familia del llamado del general Emiliano Zapata, se acercó a él y le pidió le permitiera unirse a ellos. Tenía solo 12 años de edad por lo que Zapata, al ver la resolución del jovencito, casi niño, le ordenó al general Felipe Neri, que lo agregara en un trabajo que pudiera realizar”.

“Y su primer trabajo fue como correo de asuntos conciernientes del mismo Zapata y con el tiempo, llegó a serlo del mismo líder suriano así que tenía anécdotas muy interesantes que a él, a pesar de los años que iban pasando le gustaba contar y a mí, como su nieto, escuchar sus narraciones, recuerdo que platicaba cuando fue uniéndose en otras tareas e incluso cuando ya le tocó participar en escaramuzas y una que otra balacera contra los federales hasta que por méritos propios y ya casi con 20 años de edad alcanzó el grado de Mayor que, desafortunadamente le otorgaron el mismo año en que mataron al Caudillo del Sur. Y fíjese, -dice a quien esto escribe-, mi abuelo nunca olvidó lo que era dormir a campo traviesa siempre con su fusil cerca de él pero la mejor herencia que recibí de mi abuelo fue su orgullo de siempre sentirse útil, primero solo como militar y después ya también como ciudadano y político.”

“Así que en vista de que mi abuelo, don Matías, estableció un record ejemplar de servicios a su comunidad y pudiera decirse a su Estado de Morelos, recibió un reconocimiento especial por parte del Senado de la República en un documento foliado con el núm. 2829 que le otorgaron el 28 de julio de 1988. Ya había sido diputado local y presidente municipal de Cuernavaca. Pero a pesar de que también recibió la Medalla Belisario Domínguez, nunca olvidó sus andanzas revolucionarias ni cuando en 1917 participó en frentes de batallas”.

“Y en vista de que él estuvo entre aquellos soldados que establecieron cuarteles generales, entre otros, en Huautla y en San Buenaventura, después de la muerte del general Zapata, don Matías, mi abuelo, obtuvo el rango de Mayor en el ejército de Zapata y eventualmente cuando ya dejó las armas comenzó a perseguir los intereses políticos. Se registró como un miembro militar del Partido Nacional Revolucionario, antecesor del PRI en 1934 y sirvió como secretario de la organización y estadística del comité municipal de Cuernavaca en 1936.

“Como en 1945 fue elegido presidente municipal en la capital de Morelos, durante su servicio como alcalde, recibió el reconocimiento del pueblo porque nunca olvldó su pasado agrarista incorporándose a las ligas de comunidades agrarias y campesinas lo que le permitió resolver varios reclamos agrarios. Y puedo decir con orgullo, doña Lya, que la trayectoria de mi abuelo como funcionario público se inscribe en la etapa de la historiografía denominado período estabilizador por lo que Matías Polanco, mi abuelo, es ya un personaje histórico que al igual que los que lucharon al lado del Jefe, nunca olvidó sus ideales que comenzó a aprender en cuanto se unió al zapatismo. Y hasta pronto.