La grafología es la ciencia que analiza la escritura para describir la personalidad de un individuo y determinar características generales de su carácter. La manera que tenemos de escribir refleja nuestra conciencia, nuestro subconsciente e incluso nuestros deseos más íntimos, así lo expresa Loreto Blanco y Carolina Cañoto, en su artículo “Cómo interpretar tu letra según un grafólogo experto”
El análisis que realizan los dedicados a esta ciencia verifican cada detalle de la escritura, si el texto lo escribimos de forma ascendente, desecante, lineal, si dejamos margen, si la letra es redonda, si se escribe en mayúscula o minúscula, si es legible o ilegible, si se escribe con presión, y múltiples rasgos más, logrando colarse a lo más íntimo de nuestros pensamientos, emociones y deseos, múltiples caos de suicidio se han logrado confirmar o descartar a través de esta pericia.
Pero también es un instrumento que nos puede ayudar a saber qué piensan nuestros niños, niñas y adolescentes (NNyA). Esta metodología, es decir la grafología, nos lleva a cuestionarnos ¿qué hay en la mente de un adolescente?
Por ejemplo, la mente de los adolescentes en contacto con la ley, porque en la menor oportunidad, ellos también se expresan. Uno de los espacios donde lo han hecho es dentro de las estancias esperando turno para su audiencia ante un juez especializado en justicia penal para adolescentes.
Ahí, en un cuarto de nueve metros cuadrados, sin compañía, en total silencio, y con un futuro que le es, aún mucho más incierto, en un ambiente de soledad, llegan a encontrar una piedra en el suelo o un pedazo de plafón, que les sirve como tiza para escribir o dibujan en las paredes.
En cada trazo plasman sus sentimientos, haciendo de las paredes y las rejas del área de seguridad un lienzo en un ambiente quizá de ocio, quietud, serenidad, angustia, o múltiples sensaciones. Tal vez plasmando una sola parte o mucho de lo que traen arraigado en su pensamientos y emociones.
¿Pero qué escriben?
Pudiéramos esperar que escribieran sobre el momento que están pasando, añorando a su familia, amigos o hasta la escuela, pero no, lo que encontramos cotidianamente son textos que hacen alarde de su pertenencia a grupos criminarles: “CDN” (Cártel del Noreste), “CJNG” (Cártel de Jalisco Nueva Generación), “FM” (Familia Michoacaha”, “Puro XL” (En referencia a su ex líder delictivo Francisco Javier).
Su escritura clama por vencer el miedo y el abandono aferrándose al único recurso que conocen, es decir, su sentido de pertenencia a un grupo criminal, ni siquiera alcanzan a ver que ese grupo al que tanto claman por “ayuda” los abandonó, incluso mucho antes de ser detenido, porque solo los usa como “carne de cañón” en actividades rutinarias de la pandilla o grupo criminal, prácticamente son desechables para la delincuencia.
Pero además estas “pintas” talladas en rejas y paredes hablan demasiado acerca de la vida que han tenido durante su niñez y adolescencia, esa, donde lo que debieron recibir era protección, cuidados, alimentación, una vivienda, salud, educación, formación en valores, interacción comunitaria a través de la cultura y el deporte, en síntesis, buenas condiciones de desarrollo.
Pero no, lo que ellos recibieron y que lo gritan las paredes de las que hablamos, es abandono, omisión de cuidado, explotación infantil, trabajo forzado, ausencia de amor, y un sin fin de carecías que los llevó hasta donde están.
Tal vez, esas pequeñas frases escritas en la pared, entrañen su deseo más profundo de que podamos entender qué tan cerca esta la delincuencia y que tan lejos estamos de nuestros adolescentes como padres, vecinos, comunidad y autoridades.
Basta ya de decir que la niñez y la adolescencia son el futuro, ellos y ellas son el presente al que los adultos debemos atender, proteger y garantizar que puedan gozar de todos y cada uno de sus derechos de manera efectiva, no vaya a ser que el próximo en escribir sea uno de nuestros hijos.
La otra cara de la moneda y por mucho la más peligrosa, sería que el mensaje que nos están dando, es el acaparamiento delictivo de sus aspiraciones futuras, es decir, que su sueño sea continuar con la ruta delictiva a cualquier precio, que incluso puede ser la muerte.
La seducción de la narcoculturta, como ya lo hemos dicho en columnas anteriores, hoy se canta, se consume en series de streaming, se viste usando múltiples marcas que revelan un estatus, en autos de lujo (generalmente robados), en los homicidios diarios por disputa de territorio o rivalidad delictiva, pero aquí se dice, no pasa nada…ojalá entendamos el mensaje y los mensajes que plasman nuestros NNyA incluso en las calles.