/ martes 16 de enero de 2024

La niñez no espera los tiempos electorales

En tiempos electorales los niños, niñas y adolescentes (NNyA) deben ser considerados como una prioridad, no solo como un eslogan de campaña, mucho menos usar su imagen para mostrar un gesto enternecedor o de empatía, o expresar simples deseos de que tengan un futuro mejor, lo que necesitan son políticos que los consideren dentro del proyecto municipal, estatal y nacional.

Lo que requieren, es que verdaderamente los próximos candidatos enfoquen sus postulados a generar condiciones de bienestar para su desarrollo y sobrevivencia, así como el pleno goce de sus derechos.

Urge que piensen en las consecuencias que tienen cada una de sus decisiones y en el impacto de la construcción de programas, que logren abatir el rezago en rubros como la educación, salud, medio ambiente, sostenibilidad, esparcimiento, familia, etcétera.

En la columna anterior, expuse la reducción que ha sufrido en los últimos cinco años el presupuesto federal destinado a programas enfocados en la niñez, y esa es una responsabilidad atribuible a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que implica la falta de visión sobre la nación que pretenden construir, impulsar, diseñar y dar viabilidad, para que la niñez tenga un desarrollo integral.

Porque no se trata de sólo un eslogan de gobierno o de algún partido, sino de la materialización de los anhelos de la población, de la que también forman parte los NNyA.

Quizá en este punto, usted pueda preguntarse qué tiene que ver la aprobación de un presupuesto con la visión de nación que deben tener los poderes que conforman el poder político de este país, y desde luego, de cada entidad federativa, y la respuesta es simple, pero de suma trascendencia, y es que justo esa visión es la que permite conducir los esfuerzos nacionales a la consolidación de nuestro país.

Entonces, si cada ejercicio fiscal, el proyecto de presupuesto de egresos que presenta el Ejecutivo y que aprueba el Legislativo, no es congruente con esa visión de nación, lo que tendremos es un desbalance en el logro de objetivos.

De tal forma que, si invertimos solo en seguridad y descuidamos condiciones de salud, productividad y bienestar social, acrecentará la pobreza para producir, cual caldo de cultivo, mucho más delincuencia.

Por el contrario, si sólo enfocamos el presupuesto al asistencialismo, veremos la multiplicación de problemas de injusticia, desigualdad y violencia.

Ahora, el sello de cada gobierno, adopta un modelo de nación cada seis años, algunos enfocados en el desarrollo económico, otros en la seguridad, algunos en la atención de los pobres, pero ha faltado entender que sin inversión en la niñez y adolescencia no lograremos la gran transformación del país.

Bajo este escenario, ¿cómo lograr que las generaciones que nos secundan puedan tener oportunidades?, ¿cómo infundir en ellas el amor a la patria?, ¿cómo decirles que en éste país se respetan los derechos de la niñez?, ¿cómo garantizarle el acceso a la atención médica, a la salud emocional, a la alimentación, a la eliminación de toda forma de violencia?, especialmente aquella que tenemos normalizada.

La respuesta a todas estas interrogantes, esperemos, que estén en las propuestas de campaña, que verdaderamente los ahora precandidatos y próximos candidatos hagan un análisis del tipo de nación que necesitamos, que tracen las rutas para lograrlo y que no olviden que cada decisión que tomen lleva implícito el bienestar, en presente, de nuestra niñez, para que, en un futuro no lejano, esos NNyA se conviertan en adultos mucho mejores que nosotros.

Por ahora, parece lejano el momento en que los adultos, sea cual fuere la actividad que desarrollen, entendamos que invertir recursos, tiempo y todo nuestro empeño en formar a nuestros NNyA nos garantizará un mejor porvenir.

Por eso, insisto en que la niñez no puede esperar a tiempos electorales para fincar una esperanza en lograr que se materialicen todos los derechos que nuestra Constitución federal y estatal, así como los Tratados Internacionales de los que México es parte, comiencen a aplicarse.

Falta mucho, mucho, pero mucho por hacer, y eso conlleva necesariamente a establecer presupuesto suficiente y necesario para que todos esos derechos puedan materializarse, de no hacerlo estamos condenados a esperar que, por un milagro esperanzador, todo sea resuelto.

Hasta la próxima.

Adriana Pineda

En tiempos electorales los niños, niñas y adolescentes (NNyA) deben ser considerados como una prioridad, no solo como un eslogan de campaña, mucho menos usar su imagen para mostrar un gesto enternecedor o de empatía, o expresar simples deseos de que tengan un futuro mejor, lo que necesitan son políticos que los consideren dentro del proyecto municipal, estatal y nacional.

Lo que requieren, es que verdaderamente los próximos candidatos enfoquen sus postulados a generar condiciones de bienestar para su desarrollo y sobrevivencia, así como el pleno goce de sus derechos.

Urge que piensen en las consecuencias que tienen cada una de sus decisiones y en el impacto de la construcción de programas, que logren abatir el rezago en rubros como la educación, salud, medio ambiente, sostenibilidad, esparcimiento, familia, etcétera.

En la columna anterior, expuse la reducción que ha sufrido en los últimos cinco años el presupuesto federal destinado a programas enfocados en la niñez, y esa es una responsabilidad atribuible a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que implica la falta de visión sobre la nación que pretenden construir, impulsar, diseñar y dar viabilidad, para que la niñez tenga un desarrollo integral.

Porque no se trata de sólo un eslogan de gobierno o de algún partido, sino de la materialización de los anhelos de la población, de la que también forman parte los NNyA.

Quizá en este punto, usted pueda preguntarse qué tiene que ver la aprobación de un presupuesto con la visión de nación que deben tener los poderes que conforman el poder político de este país, y desde luego, de cada entidad federativa, y la respuesta es simple, pero de suma trascendencia, y es que justo esa visión es la que permite conducir los esfuerzos nacionales a la consolidación de nuestro país.

Entonces, si cada ejercicio fiscal, el proyecto de presupuesto de egresos que presenta el Ejecutivo y que aprueba el Legislativo, no es congruente con esa visión de nación, lo que tendremos es un desbalance en el logro de objetivos.

De tal forma que, si invertimos solo en seguridad y descuidamos condiciones de salud, productividad y bienestar social, acrecentará la pobreza para producir, cual caldo de cultivo, mucho más delincuencia.

Por el contrario, si sólo enfocamos el presupuesto al asistencialismo, veremos la multiplicación de problemas de injusticia, desigualdad y violencia.

Ahora, el sello de cada gobierno, adopta un modelo de nación cada seis años, algunos enfocados en el desarrollo económico, otros en la seguridad, algunos en la atención de los pobres, pero ha faltado entender que sin inversión en la niñez y adolescencia no lograremos la gran transformación del país.

Bajo este escenario, ¿cómo lograr que las generaciones que nos secundan puedan tener oportunidades?, ¿cómo infundir en ellas el amor a la patria?, ¿cómo decirles que en éste país se respetan los derechos de la niñez?, ¿cómo garantizarle el acceso a la atención médica, a la salud emocional, a la alimentación, a la eliminación de toda forma de violencia?, especialmente aquella que tenemos normalizada.

La respuesta a todas estas interrogantes, esperemos, que estén en las propuestas de campaña, que verdaderamente los ahora precandidatos y próximos candidatos hagan un análisis del tipo de nación que necesitamos, que tracen las rutas para lograrlo y que no olviden que cada decisión que tomen lleva implícito el bienestar, en presente, de nuestra niñez, para que, en un futuro no lejano, esos NNyA se conviertan en adultos mucho mejores que nosotros.

Por ahora, parece lejano el momento en que los adultos, sea cual fuere la actividad que desarrollen, entendamos que invertir recursos, tiempo y todo nuestro empeño en formar a nuestros NNyA nos garantizará un mejor porvenir.

Por eso, insisto en que la niñez no puede esperar a tiempos electorales para fincar una esperanza en lograr que se materialicen todos los derechos que nuestra Constitución federal y estatal, así como los Tratados Internacionales de los que México es parte, comiencen a aplicarse.

Falta mucho, mucho, pero mucho por hacer, y eso conlleva necesariamente a establecer presupuesto suficiente y necesario para que todos esos derechos puedan materializarse, de no hacerlo estamos condenados a esperar que, por un milagro esperanzador, todo sea resuelto.

Hasta la próxima.

Adriana Pineda