/ martes 5 de diciembre de 2023

Trabajo infantil, una realidad innegable

¿Alguna vez ha visto a un niño, niña o adolescente (NNyA) realizando un “trabajo” en un crucero, en una plaza pública, fuera de una iglesia o en mercados? o ¿siendo explotado pidiendo limosna, vendiendo algún producto, limpiando parabrisas? o ¿ha visto a otros más viviendo en parques, en bases de puentes, durmiendo en la banqueta, o en un tejaban improvisado en la ladera de barranca, en terrenos abandonados o en jardineras urbanas?

Estoy segura de que sí, e incluso muchas veces cuando los vemos en esas situaciones, nos cuestionamos si debemos o no darles dinero, porque suponemos que no muy lejos del sitio está su explotador, cuidando que trabajen y recauden la mayor cantidad de dinero posible.

Hay cientos de anécdotas en las que, como adultos, también hemos criticado el hecho de que nos pidan dinero en lugar de comida, calzado o prendas de vestir, porque el atuendo perfecto para causar emociones a los adultos debe emular a la pobreza, condición de abandono y de vulnerabilidad, y pensamos que ellos son cómplices de este “engaño”, es más, he escuchado a adultos decir que “esos niños ya no tienen remedio porque aprendieron malas mañas en la calle”.

Pero detengámonos a pensar, ¿es en realidad un atuendo o su condición real? ¿es una fachada para sacar dinero para beneficio propio o de terceros? ¿tendrán la conciencia plena para entender que son víctimas de trata de personas? ¿cómo adultos hemos hecho alguna denuncia, aunque sea anónima al 089 o 911, o a las instancias de protección municipal y estatal de NNyA? ¿Merecen una oportunidad de su comunidad y autoridades para garantizar el goce pleno de sus derechos?

Muchos cuestionamientos que surgen entrañan verdaderos retos del cumplimiento de lo que mandata nuestra Constitución Política, como la responsabilidad de las instituciones de garantizar y proteger a cada NNyA de este país, especialmente a los que no se les estén dando las condiciones que permitan su sobrevivencia, su desarrollo integral y una vida libre de violencia.

Al respecto, la UNICEF (United Nations International Children’s Emergency Fund, por sus siglas en inglés), explica que la trata de personas se manifiesta de varias maneras. Entre ellas está la explotación de personas en la mendicidad forzada, las industrias del sexo, el entretenimiento y la hostelería. También como trabajadores domésticos, servidrumbre forzada, doméstica o a través de matrimonios forzados.

Las víctimas de este delito pueden ser aquellos quienes son obligados a trabajar en fábricas, en la construcción o en el sector agrícola sin remuneración o percibiendo un sueldo inadecuado, y quienes por su condición viven con miedo a la violencia y a menudo en condiciones degradantes o infrahumanas.

Ciertas víctimas son coaccionadas y a otras se les engaña con el fin de extirparles los órganos. Los NNyA también pueden convertirse en víctimas de la trata de personas, cuando son obligados a combatir como soldados o a cometer delitos en beneficio de quienes los explotan.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 5 de octubre de 2023 publicó la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022, en donde reconoce que, en 2022, 3.7 millones de NNyA de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil, es decir, que participaban en formas de trabajo prohibidas y/o perjudiciales para su desarrollo conforme a la legislación nacional e internacional.

Mientras que, 2.1 millones, es decir, el 7.5% de NNyA, laboraron en actividades económicas no permitidas, cifra similar a 2019. Esto incluye a quienes no cuentan con la edad mínima legal para trabajar, como los de 15 años, o quienes realizan ocupaciones peligrosas, hasta 17 años.

Por eso, es importante que como sociedad actuemos más allá de la dadiva, la lástima o simplemente ignorando que tenemos un problema común de falta de respeto y apoyo incondicional a NNyA, para que su desarrollo psicológico, emocional, biológico y social, culmine con un ciudadano forjado en valores que contribuyan a un mejor estado y nación.

Porque también en el hogar se cometen abusos contra ellos al obligarles a servir a los adultos de manera forzada, privándoles de derechos como la educación, el esparcimiento y a una vida sin maltrato.

El problema no se va a resolver volteando para otro lado frente al trabajo o la explotación infantil, cambiará cuando los adultos entendamos nuestra responsabilidad de velar y hacer efectivos los derechos los NNyA.

Sumémonos a las acciones para proteger a nuestras infancias y adolescencias, ellos no son el futuro, son el presente de nuestro país. Seamos agentes de su cuidado, respeto y atención, para que las nuevas generaciones no sepan lo que es un niño o niña de la calle, un niño o niña explotada sexual o laboralmente, un niño o niña que en general no tenga el pleno goce de sus derechos.

Nos leemos la semana siguiente.

¿Alguna vez ha visto a un niño, niña o adolescente (NNyA) realizando un “trabajo” en un crucero, en una plaza pública, fuera de una iglesia o en mercados? o ¿siendo explotado pidiendo limosna, vendiendo algún producto, limpiando parabrisas? o ¿ha visto a otros más viviendo en parques, en bases de puentes, durmiendo en la banqueta, o en un tejaban improvisado en la ladera de barranca, en terrenos abandonados o en jardineras urbanas?

Estoy segura de que sí, e incluso muchas veces cuando los vemos en esas situaciones, nos cuestionamos si debemos o no darles dinero, porque suponemos que no muy lejos del sitio está su explotador, cuidando que trabajen y recauden la mayor cantidad de dinero posible.

Hay cientos de anécdotas en las que, como adultos, también hemos criticado el hecho de que nos pidan dinero en lugar de comida, calzado o prendas de vestir, porque el atuendo perfecto para causar emociones a los adultos debe emular a la pobreza, condición de abandono y de vulnerabilidad, y pensamos que ellos son cómplices de este “engaño”, es más, he escuchado a adultos decir que “esos niños ya no tienen remedio porque aprendieron malas mañas en la calle”.

Pero detengámonos a pensar, ¿es en realidad un atuendo o su condición real? ¿es una fachada para sacar dinero para beneficio propio o de terceros? ¿tendrán la conciencia plena para entender que son víctimas de trata de personas? ¿cómo adultos hemos hecho alguna denuncia, aunque sea anónima al 089 o 911, o a las instancias de protección municipal y estatal de NNyA? ¿Merecen una oportunidad de su comunidad y autoridades para garantizar el goce pleno de sus derechos?

Muchos cuestionamientos que surgen entrañan verdaderos retos del cumplimiento de lo que mandata nuestra Constitución Política, como la responsabilidad de las instituciones de garantizar y proteger a cada NNyA de este país, especialmente a los que no se les estén dando las condiciones que permitan su sobrevivencia, su desarrollo integral y una vida libre de violencia.

Al respecto, la UNICEF (United Nations International Children’s Emergency Fund, por sus siglas en inglés), explica que la trata de personas se manifiesta de varias maneras. Entre ellas está la explotación de personas en la mendicidad forzada, las industrias del sexo, el entretenimiento y la hostelería. También como trabajadores domésticos, servidrumbre forzada, doméstica o a través de matrimonios forzados.

Las víctimas de este delito pueden ser aquellos quienes son obligados a trabajar en fábricas, en la construcción o en el sector agrícola sin remuneración o percibiendo un sueldo inadecuado, y quienes por su condición viven con miedo a la violencia y a menudo en condiciones degradantes o infrahumanas.

Ciertas víctimas son coaccionadas y a otras se les engaña con el fin de extirparles los órganos. Los NNyA también pueden convertirse en víctimas de la trata de personas, cuando son obligados a combatir como soldados o a cometer delitos en beneficio de quienes los explotan.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 5 de octubre de 2023 publicó la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022, en donde reconoce que, en 2022, 3.7 millones de NNyA de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil, es decir, que participaban en formas de trabajo prohibidas y/o perjudiciales para su desarrollo conforme a la legislación nacional e internacional.

Mientras que, 2.1 millones, es decir, el 7.5% de NNyA, laboraron en actividades económicas no permitidas, cifra similar a 2019. Esto incluye a quienes no cuentan con la edad mínima legal para trabajar, como los de 15 años, o quienes realizan ocupaciones peligrosas, hasta 17 años.

Por eso, es importante que como sociedad actuemos más allá de la dadiva, la lástima o simplemente ignorando que tenemos un problema común de falta de respeto y apoyo incondicional a NNyA, para que su desarrollo psicológico, emocional, biológico y social, culmine con un ciudadano forjado en valores que contribuyan a un mejor estado y nación.

Porque también en el hogar se cometen abusos contra ellos al obligarles a servir a los adultos de manera forzada, privándoles de derechos como la educación, el esparcimiento y a una vida sin maltrato.

El problema no se va a resolver volteando para otro lado frente al trabajo o la explotación infantil, cambiará cuando los adultos entendamos nuestra responsabilidad de velar y hacer efectivos los derechos los NNyA.

Sumémonos a las acciones para proteger a nuestras infancias y adolescencias, ellos no son el futuro, son el presente de nuestro país. Seamos agentes de su cuidado, respeto y atención, para que las nuevas generaciones no sepan lo que es un niño o niña de la calle, un niño o niña explotada sexual o laboralmente, un niño o niña que en general no tenga el pleno goce de sus derechos.

Nos leemos la semana siguiente.