/ martes 21 de noviembre de 2023

Armas de fuego en manos de adolescentes

¿Cuántas veces se ha encontrado con noticias en donde adolescentes están involucrados con la portación de armas de fuego? Simplemente es necesario escuchar cualquier medio de comunicación, para hacer notorios actos así y las circunstancias son variantes: porque acuden con este tipo de artefactos a la escuela, se toman fotografías que divulgan en redes sociales, y lamentablemente, en ocasiones causan lesiones o la muerte de personas como recientemente ocurrió en el estado de Querétaro.

Hace unos días, un niño de 11 años murió luego de recibir un disparo de arma de fuego al interior de la primaria Miguel Hidalgo, ubicada en la comunidad de San Isidro Miranda en Querétaro. El arma la traía uno de sus compañeros, y ambos la manipulaban al momento del incidente.

Pero, se ha preguntado usted ¿cómo fue que llegó esa arma de fuego a las manos de esos niños? Segura estoy de que la mayoría podría contestar que es porque forman parte de grupos de la delincuencia organizada, pero no, lo informado hasta ahora es que esa arma llegó a sus manos porque estaba en su casa sin contar con el debido resguardo, y seguramente, sin permiso alguno para su posesión.

Analicemos entonces los datos de la Encuesta de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), correspondiente al tercer trimestre de 2023, en la que revela el porcentaje de la población que mencionó haber visto o escuchado conductas delictivas o antisociales en los alrededores de su vivienda:

  • 60.4 % se relacionó con consumo de alcohol en las calles
  • 51.1 %, con robos o asaltos
  • 39.7 %, con vandalismo en las viviendas o negocios
  • 39.5 %, con venta o consumo de drogas
  • 36.0 %, con disparos frecuentes con armas
  • 24.4 %, con bandas violentas o pandillerismo
  • 15.2 %, con tomas irregulares de luz (diablitos)
  • 3.1 %, con robo o venta ilegal de gasolina o diésel (huachicol).

De la lista es evidente que el uso de armas de fuego, en los alrededores de las viviendas, es una constante si consideramos que este tipo de incidentes (disparos) se registran en inmediaciones de uno de cada tres hogares en México.

Esta problemática también ha sido analizada por el Senado de la República, a través del documento titulado “Percepción sobre el tráfico de armas y la violencia comunitaria en México” de marzo 2023, y se trata de una investigación que pretende ser una herramienta para los tomadores de decisiones, investigadores, activistas, legisladores, funcionarios y cualquier persona que requiera y deseé comprender los efectos y consecuencias de la presencia de armas en México.

En éste estudio se reconoce que de acuerdo con el INEGI, de los 15.6 millones de delitos cometidos en 2021 en los que la víctima estuvo presente, el 38.1% de los casos, los delincuentes portaban algún arma.

Asimismo, en 2021 la principal causa de los homicidios fue la agresión con arma de fuego. Una parte importante del aumento de los homicidios en años recientes, es atribuible a estos artefactos. Ese año se registraron 35 mil 625 homicidios intencionales, equivalente a una tasa de 28 homicidios por cada 100 mil habitantes. De estos 68.7% se cometieron con armas, ya sea armas cortas, rifles, escopetas o armas no especificadas.

Hasta este punto, y con todas las estadísticas que le he brindado, podemos visualizar el problema público que constituyen las armas. Sin embargo, no termina ahí, porque este trabajo también expone el resultado de una encuesta telefónica que practicaron, arrojando como resultado que:

  • Las personas, especialmente las mujeres y los jóvenes, viven con miedo a la violencia producida por armas de fuego.
  • La mayoría de las personas encuestadas creen que las armas de fuego deben estar prohibidas y su portación sancionada como forma de disminuir la violencia con arma de fuego.
  • No consideran que la legalización de la portación de arma ayude a reducir la incidencia de violencia.
  • Menos de 40% de las personas encuestadas muestran una preferencia por comprar armas para protección propia, con independencia del sexo, la escolaridad, la edad, la profesión y el lugar de residencia de las personas encuestadas.
  • Más del 67% de las personas encuestadas declararon que un hogar es más peligroso cuando se tiene un arma de fuego.
  • Los hombres reportan ser víctimas de violencia con armas de fuego con mayor frecuencia que las mujeres.
  • Las mujeres tienen más miedo de ser víctimas de violencia con arma de fuego.
  • Los efectos de la violencia con arma de fuego se ven reflejados en la actividad económica de los municipios, la salud emocional de sus habitantes y en su calidad de vida.
  • Los municipios más inseguros tienden a tener una menor preferencia por flexibilizar requisitos para la portación de armas y sus habitantes creen, con mayor frecuencia, que un arma hace más inseguro a un lugar.

Teniendo en cuenta los resultados de este trabajo y las cifras del INEGI en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), no resulta extraño que cada vez haya más armas en los hogares y en las calles, circunstancia que es propicia para que niños, niñas y adolescentes (NNyA) tengan acceso a ellas, con o sin autorización de un adulto.

Siendo así que vale la pena reflexionar si son los niños los que deben ser sancionados, los padres o la o las personas responsables de ese NNyA.

Recordemos que, en la etapa de niñez, el aprendizaje es experimental, así lo respalda aquella frase de “toca, juega y aprende”, y en la adolescencia apenas se está formando el área prefrontal del cerebro para que aprenda a tomar decisiones entendiendo las consecuencias.

Por eso, considero que resulta trascendental que los padres prevengan circunstancias de acceso a las armas de fuego de NNyA, que eviten su uso, posesión o portación para educarlos fuera de los contextos de violencia.

De lo contrario usted estaría violando los derechos humanos de la niñez, al no procurarles condiciones libres de violencia para que logren un sano e integral desarrollo, de no hacerlo continuaremos lamentando accidentes, homicidios, lesiones, amenazas, disparos, entre otras conductas antisociales, inherentes a la portación o posesión de artefactos bélicos.

¿Cuántas veces se ha encontrado con noticias en donde adolescentes están involucrados con la portación de armas de fuego? Simplemente es necesario escuchar cualquier medio de comunicación, para hacer notorios actos así y las circunstancias son variantes: porque acuden con este tipo de artefactos a la escuela, se toman fotografías que divulgan en redes sociales, y lamentablemente, en ocasiones causan lesiones o la muerte de personas como recientemente ocurrió en el estado de Querétaro.

Hace unos días, un niño de 11 años murió luego de recibir un disparo de arma de fuego al interior de la primaria Miguel Hidalgo, ubicada en la comunidad de San Isidro Miranda en Querétaro. El arma la traía uno de sus compañeros, y ambos la manipulaban al momento del incidente.

Pero, se ha preguntado usted ¿cómo fue que llegó esa arma de fuego a las manos de esos niños? Segura estoy de que la mayoría podría contestar que es porque forman parte de grupos de la delincuencia organizada, pero no, lo informado hasta ahora es que esa arma llegó a sus manos porque estaba en su casa sin contar con el debido resguardo, y seguramente, sin permiso alguno para su posesión.

Analicemos entonces los datos de la Encuesta de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), correspondiente al tercer trimestre de 2023, en la que revela el porcentaje de la población que mencionó haber visto o escuchado conductas delictivas o antisociales en los alrededores de su vivienda:

  • 60.4 % se relacionó con consumo de alcohol en las calles
  • 51.1 %, con robos o asaltos
  • 39.7 %, con vandalismo en las viviendas o negocios
  • 39.5 %, con venta o consumo de drogas
  • 36.0 %, con disparos frecuentes con armas
  • 24.4 %, con bandas violentas o pandillerismo
  • 15.2 %, con tomas irregulares de luz (diablitos)
  • 3.1 %, con robo o venta ilegal de gasolina o diésel (huachicol).

De la lista es evidente que el uso de armas de fuego, en los alrededores de las viviendas, es una constante si consideramos que este tipo de incidentes (disparos) se registran en inmediaciones de uno de cada tres hogares en México.

Esta problemática también ha sido analizada por el Senado de la República, a través del documento titulado “Percepción sobre el tráfico de armas y la violencia comunitaria en México” de marzo 2023, y se trata de una investigación que pretende ser una herramienta para los tomadores de decisiones, investigadores, activistas, legisladores, funcionarios y cualquier persona que requiera y deseé comprender los efectos y consecuencias de la presencia de armas en México.

En éste estudio se reconoce que de acuerdo con el INEGI, de los 15.6 millones de delitos cometidos en 2021 en los que la víctima estuvo presente, el 38.1% de los casos, los delincuentes portaban algún arma.

Asimismo, en 2021 la principal causa de los homicidios fue la agresión con arma de fuego. Una parte importante del aumento de los homicidios en años recientes, es atribuible a estos artefactos. Ese año se registraron 35 mil 625 homicidios intencionales, equivalente a una tasa de 28 homicidios por cada 100 mil habitantes. De estos 68.7% se cometieron con armas, ya sea armas cortas, rifles, escopetas o armas no especificadas.

Hasta este punto, y con todas las estadísticas que le he brindado, podemos visualizar el problema público que constituyen las armas. Sin embargo, no termina ahí, porque este trabajo también expone el resultado de una encuesta telefónica que practicaron, arrojando como resultado que:

  • Las personas, especialmente las mujeres y los jóvenes, viven con miedo a la violencia producida por armas de fuego.
  • La mayoría de las personas encuestadas creen que las armas de fuego deben estar prohibidas y su portación sancionada como forma de disminuir la violencia con arma de fuego.
  • No consideran que la legalización de la portación de arma ayude a reducir la incidencia de violencia.
  • Menos de 40% de las personas encuestadas muestran una preferencia por comprar armas para protección propia, con independencia del sexo, la escolaridad, la edad, la profesión y el lugar de residencia de las personas encuestadas.
  • Más del 67% de las personas encuestadas declararon que un hogar es más peligroso cuando se tiene un arma de fuego.
  • Los hombres reportan ser víctimas de violencia con armas de fuego con mayor frecuencia que las mujeres.
  • Las mujeres tienen más miedo de ser víctimas de violencia con arma de fuego.
  • Los efectos de la violencia con arma de fuego se ven reflejados en la actividad económica de los municipios, la salud emocional de sus habitantes y en su calidad de vida.
  • Los municipios más inseguros tienden a tener una menor preferencia por flexibilizar requisitos para la portación de armas y sus habitantes creen, con mayor frecuencia, que un arma hace más inseguro a un lugar.

Teniendo en cuenta los resultados de este trabajo y las cifras del INEGI en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), no resulta extraño que cada vez haya más armas en los hogares y en las calles, circunstancia que es propicia para que niños, niñas y adolescentes (NNyA) tengan acceso a ellas, con o sin autorización de un adulto.

Siendo así que vale la pena reflexionar si son los niños los que deben ser sancionados, los padres o la o las personas responsables de ese NNyA.

Recordemos que, en la etapa de niñez, el aprendizaje es experimental, así lo respalda aquella frase de “toca, juega y aprende”, y en la adolescencia apenas se está formando el área prefrontal del cerebro para que aprenda a tomar decisiones entendiendo las consecuencias.

Por eso, considero que resulta trascendental que los padres prevengan circunstancias de acceso a las armas de fuego de NNyA, que eviten su uso, posesión o portación para educarlos fuera de los contextos de violencia.

De lo contrario usted estaría violando los derechos humanos de la niñez, al no procurarles condiciones libres de violencia para que logren un sano e integral desarrollo, de no hacerlo continuaremos lamentando accidentes, homicidios, lesiones, amenazas, disparos, entre otras conductas antisociales, inherentes a la portación o posesión de artefactos bélicos.