/ martes 7 de febrero de 2023

Importancia de los diálogos interreligiosos (I)

Fíjense, queridos lectores, que el pasado 23 de enero la Corresponsalía del SCM en Chiconcuac, Estado de México, con su presidente Rodolfo Márquez al frente, organizó el 2º Encuentro Interreligioso con la participación de siete integrantes de diferentes religiones y filosofías.

Y lo valoro, porque al asistir a ambos, en distintos años, presencié que al margen de cualquier religión o filosofía, todos los hombres de buena voluntad argumentan razones valiosas al ir respondiendo a las preguntas que se les hizo a cada uno. Se las enumero: 1.- ¿Cuál es su definición de la paz? 2.- ¿Cómo aborda su religión o filosofía la educación para la paz? 3.-Desde su perspectiva, ¿qué elementos hacen falta para llegar a un mundo con una paz sostenible? Cada pregunta la iban respondiendo cada uno con calma, seguridad y respeto a los demás.

Fue un encuentro que duró casi dos horas con Juan Pablo Ortiz Monasterio, hijo del embajador del mismo nombre, como moderador. Y las respuestas de los siete, diferentes cada una, fueron espléndidas, tanto, que estoy convencida de que el diálogo interreligioso en esta época difícil, no solo por las noticias de brutal violencia que a diario vemos y leemos, sino por la creciente falta de valores humanos, es importantísimo por el mensaje que cada uno lleva a sus fieles o seguidores.

Sus respuestas, aunque con pensamientos tan disímbolos entre sí, representan un camino de encuentro entre pueblos, creencias y culturas, miren si no. Participaron: los doctores, todos ellos, Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco; Necktary N. Haijj, Archimandrita de la Iglesia Ortodoxa Rusa; el Sheik Musulmán, Seyed Hamed; Jorge Alberto Mondragón, de la corriente filosófica japonesa; Óscar Bonilla, líder espiritual de la iglesia Bahai; el Darmachari Budista Manjoubodi y Sósimo Ramírez Herrera, filósofo de la cultura Náhuatl, todos explicando con gran conocimientos sus distintos puntos de vista. Ya les narraré lo mejor de cada uno.

En tal sentido es innegable recordar el aporte que el Concilio Vaticano II (1962-1965) efectuado en Roma durante el papado de Juan XXIII, el llamado “Papa Bueno” ofreció al mundo a través del acercamiento de la Iglesia católica a sus fieles, en tan solo cuatro meses desde el inicio del Concilio Vaticano II en el que pudo Angelo Giuseppe Roncalli, su nombre completo, derribar férreas barreras conservadoras que se lo impedían. Todo esto antes de de la sorprendente y rápida aparición de su grave enfermedad y muerte al poco tiempo.

Parte de los cambios del Concilio Vaticano fueron desterrar el latín de las misas que nadie entendía, así como hacer que los sacerdotes efectuaranla misa de frente a los fieles no de espaldas, otro, autorizar música vernácula de cada país en las celebraciones religiosas, entre varias modificaciones más que tenían con “los pelos de punta” a la ala conservadora de la Jerarquía Vaticana de aquel entonces, entre ellos, a los muy furibundos jóvenes el polaco Karol Wojtyla y el alemán Joseph Ratzinger, luego papas ambos y como resultado de estas modificaciones surgió unos años después el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, CELAM y casi al mismo tiempo, aparece también la Teología de la Liberación que aprobó el buscar la justicia en este mundo sin esperar al otro, misma que trataron de sofocar ambos papas así como Paulo VI, el sucesor de Juan XXIII. Sin embrgo ya no pudieron. Sin embargo se ha venido haciendo un esfuerzo por aclarar cómo valorar desde el punto de vista teológico las diversas religiones y maneras distintas de pensar. Una de sus corrientes, que ya quedó obsoleta es la que se conoció como: “Extra Ecclesiam nulla salus”, que significa: “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación”, esto ha llevado a los creyentes de todas las religiones, menos a extremistas como los talibanes, entre otros, a entender lo valioso del diálogo interreligioso, como íbamos escuchando los asistentes de acuerdo a las respuestas que nos ofrecían desde el altar de la Parroquia de San Miguel Arcángel, en Chiconcuac.

Estos encuentros religiosos, a decir del maestro en Historia y Doctorante en la misma carrera Javier Eduardo Ramírez López, oriundo del pueblo de San Miguel Tlaixpan, Texcoco, que estudia en el Colegio de México gracias al mecenazgo del Obispo de la Diócesis de Texcoco pudo investigar y se percató que fuera del Vaticano, casi son nulos este tipo de encuentros. ¿Tendrá alguna influencia en el actual obispo de Texcoco, la historia de la antigua capital cultural de Mesoamérica?

Y seguimos el próximo lunes.


Fíjense, queridos lectores, que el pasado 23 de enero la Corresponsalía del SCM en Chiconcuac, Estado de México, con su presidente Rodolfo Márquez al frente, organizó el 2º Encuentro Interreligioso con la participación de siete integrantes de diferentes religiones y filosofías.

Y lo valoro, porque al asistir a ambos, en distintos años, presencié que al margen de cualquier religión o filosofía, todos los hombres de buena voluntad argumentan razones valiosas al ir respondiendo a las preguntas que se les hizo a cada uno. Se las enumero: 1.- ¿Cuál es su definición de la paz? 2.- ¿Cómo aborda su religión o filosofía la educación para la paz? 3.-Desde su perspectiva, ¿qué elementos hacen falta para llegar a un mundo con una paz sostenible? Cada pregunta la iban respondiendo cada uno con calma, seguridad y respeto a los demás.

Fue un encuentro que duró casi dos horas con Juan Pablo Ortiz Monasterio, hijo del embajador del mismo nombre, como moderador. Y las respuestas de los siete, diferentes cada una, fueron espléndidas, tanto, que estoy convencida de que el diálogo interreligioso en esta época difícil, no solo por las noticias de brutal violencia que a diario vemos y leemos, sino por la creciente falta de valores humanos, es importantísimo por el mensaje que cada uno lleva a sus fieles o seguidores.

Sus respuestas, aunque con pensamientos tan disímbolos entre sí, representan un camino de encuentro entre pueblos, creencias y culturas, miren si no. Participaron: los doctores, todos ellos, Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco; Necktary N. Haijj, Archimandrita de la Iglesia Ortodoxa Rusa; el Sheik Musulmán, Seyed Hamed; Jorge Alberto Mondragón, de la corriente filosófica japonesa; Óscar Bonilla, líder espiritual de la iglesia Bahai; el Darmachari Budista Manjoubodi y Sósimo Ramírez Herrera, filósofo de la cultura Náhuatl, todos explicando con gran conocimientos sus distintos puntos de vista. Ya les narraré lo mejor de cada uno.

En tal sentido es innegable recordar el aporte que el Concilio Vaticano II (1962-1965) efectuado en Roma durante el papado de Juan XXIII, el llamado “Papa Bueno” ofreció al mundo a través del acercamiento de la Iglesia católica a sus fieles, en tan solo cuatro meses desde el inicio del Concilio Vaticano II en el que pudo Angelo Giuseppe Roncalli, su nombre completo, derribar férreas barreras conservadoras que se lo impedían. Todo esto antes de de la sorprendente y rápida aparición de su grave enfermedad y muerte al poco tiempo.

Parte de los cambios del Concilio Vaticano fueron desterrar el latín de las misas que nadie entendía, así como hacer que los sacerdotes efectuaranla misa de frente a los fieles no de espaldas, otro, autorizar música vernácula de cada país en las celebraciones religiosas, entre varias modificaciones más que tenían con “los pelos de punta” a la ala conservadora de la Jerarquía Vaticana de aquel entonces, entre ellos, a los muy furibundos jóvenes el polaco Karol Wojtyla y el alemán Joseph Ratzinger, luego papas ambos y como resultado de estas modificaciones surgió unos años después el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, CELAM y casi al mismo tiempo, aparece también la Teología de la Liberación que aprobó el buscar la justicia en este mundo sin esperar al otro, misma que trataron de sofocar ambos papas así como Paulo VI, el sucesor de Juan XXIII. Sin embrgo ya no pudieron. Sin embargo se ha venido haciendo un esfuerzo por aclarar cómo valorar desde el punto de vista teológico las diversas religiones y maneras distintas de pensar. Una de sus corrientes, que ya quedó obsoleta es la que se conoció como: “Extra Ecclesiam nulla salus”, que significa: “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación”, esto ha llevado a los creyentes de todas las religiones, menos a extremistas como los talibanes, entre otros, a entender lo valioso del diálogo interreligioso, como íbamos escuchando los asistentes de acuerdo a las respuestas que nos ofrecían desde el altar de la Parroquia de San Miguel Arcángel, en Chiconcuac.

Estos encuentros religiosos, a decir del maestro en Historia y Doctorante en la misma carrera Javier Eduardo Ramírez López, oriundo del pueblo de San Miguel Tlaixpan, Texcoco, que estudia en el Colegio de México gracias al mecenazgo del Obispo de la Diócesis de Texcoco pudo investigar y se percató que fuera del Vaticano, casi son nulos este tipo de encuentros. ¿Tendrá alguna influencia en el actual obispo de Texcoco, la historia de la antigua capital cultural de Mesoamérica?

Y seguimos el próximo lunes.