/ lunes 19 de septiembre de 2022

Las Vueltas que da la Vida | Grandes mitos forjaron nuestra Nación: nopal, águila y serpiente

Queridos lectores, por estar en el mes patrio les comparto este tema. Después prosigo con el contenido del Manuscrito de Zapata a los mexicanos del 25 de abril de 1918.

Ahora entro al tema que hoy me ocupa: Los grandes mitos de los que nuestra historia está plagada. Algunos son tan importantes que uno de ellos luce en todas las banderas mexicanas que este mes ondean por doquier. Es el escudo nacional en el que figuran dos animales simbólicos y míticos, el águila parado en un nopal con una serpiente en su pico aunque ésta última, aparece en algunos códices y en otros no, esto a pesar de que esa figura dio origen a un gran imperio, el azteca-mexica iniciado a partir de la fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan precisamente en ese lugar que durante más de dos siglos que duró su peregrinaje desde Aztlán, ese otro gran mito, les fue prometido. A partir de ese momento en tan solo 200 años se convirtió la ciudad, en la capital del más importante imperio del continente americano y uno de los más impresionantes del mundo. Así es que analicemos la trilogía: nopal, águila y serpiente.

En el México antiguo, la identidad azteca-mexica inicia en el mítico Aztlán y continúa a través del peregrinaje siempre en busca del águila, nopal, serpiente que al encontrarlo, otro gran mito, en medio de un lago, los llevó a fundar Tenochtitlan en 1325. El águila representaba a Huitzilopochtli, el dios Sol, su dios tutelar, por ser el ave que más alto vuela y más se acerca al sol. De ahí que aparezcan las alas de águila en el muy precioso códice de Nuestra Señora de Guadalupe, el más maravilloso mito. El nopal, también llamado tenochtli, encarnaba al islote sobre el cual inició la fundación de la gran ciudad; y la serpiente representaba la sabiduría a la par que era el símbolo de Quetzalcóatl también llamado “la serpiente emplumada” y como tal aparece en pirámides en Xochicalco, en Teotihuacan, entre otras. Con la llegada de los españoles la presencia de la serpiente sufrió varias alteraciones; en la crónica Mexicayotl del escritor y cronista mexica Hernando de Alvarado Tezozómoc, nieto de Moctezuma Xocoyotzin, tradujo del náhuatl ihuan cohautl izomocayan , “la serpiente silba” y así vemos que se transforma en la “serpiente destruida”, estos cambios se dieron por efecto de la evangelización que la transformó de ser un símbolo de la sabiduría, a ser parte del mal y del pecado original.

Ahora bien, como para los antiguos mexicanos era tan importante el Sol, lo alimentaban con corazones a través de sacrificios para que no se apagara y pudiese emprender a diario su vuelo de Oriente a Poniente, con ello se combatía a la noche y renacía victorioso en cada nuevo día en su advocación de Mextli, el joven hijo del astro viejo y de la luna. Ya en el firmamento es Huitzilopochtli. En el paralelo de Tenochtitlan, a su vez, aparece el tunal donde se posa el águila para apoderarse del fluido vital de su pueblo. Así, México que aparece asociado a la palabra Tenochtitlan, fue un prodigio que originó la fundación de la ciudad y que no solo dio nombre a la Nación entera sino que pasó a formar parte de su escudo oficial si bien la identidad azteca-mexica inició en el mito de Aztlán y continuó a través del peregrinaje que como destino final funda Tenochtitlan.

De este modo el águila pasó a simbolizar el poder del estado, lo superior y vital y la serpiente, el pecado, lo bajo, lo perverso y dañino. Durante el resto de la época virreinal, el águila que desde tiempos prehispánicos era venerado se convierte en el emblema oficial de México. Proclamada la Independencia, la Soberana Junta Provisional Gubernativa ordenó en 1821 el uso de un escudo con los emblemas nacionales que consistía en un águila, con la corona imperial, posada sobe un nopal. Instaurada la República, el 9 de abril de 1823, el Congreso Constituyente dispuso “que el escudo sea el águila real mexicano parado en el pie izquierdo sobre un nopal que nazca de una peña entre las aguas del lago de Texcoco y agarrando con el derecho, una culebra en actitud de despedazarla con el pico; y que orlen este blasón dos ramas y dos puntos, una de laurel y otra de encino”. Con aquella, quiso simbolizar la victoria, y con ésta, la fuerza. A lo largo de los años, ha variado la posición del águila.

El diseño actual lo fijó el decreto presidencial del 30 de diciembre de 1983. El escudo de México exige tres de los cuatro elementos: Tierra, Agua y Aire. Falta el fuego. Pero ahí están los volcanes de México y como está lleno de nopales y magueyes, no pueden faltar nopales en el cuadro simbólico que llamamos Escudo Mexicano.

Y por favor cuando griten Viva México, háganlo con el orgullo de sentirse mexicanos.

Y hasta el próximo lunes.

Queridos lectores, por estar en el mes patrio les comparto este tema. Después prosigo con el contenido del Manuscrito de Zapata a los mexicanos del 25 de abril de 1918.

Ahora entro al tema que hoy me ocupa: Los grandes mitos de los que nuestra historia está plagada. Algunos son tan importantes que uno de ellos luce en todas las banderas mexicanas que este mes ondean por doquier. Es el escudo nacional en el que figuran dos animales simbólicos y míticos, el águila parado en un nopal con una serpiente en su pico aunque ésta última, aparece en algunos códices y en otros no, esto a pesar de que esa figura dio origen a un gran imperio, el azteca-mexica iniciado a partir de la fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan precisamente en ese lugar que durante más de dos siglos que duró su peregrinaje desde Aztlán, ese otro gran mito, les fue prometido. A partir de ese momento en tan solo 200 años se convirtió la ciudad, en la capital del más importante imperio del continente americano y uno de los más impresionantes del mundo. Así es que analicemos la trilogía: nopal, águila y serpiente.

En el México antiguo, la identidad azteca-mexica inicia en el mítico Aztlán y continúa a través del peregrinaje siempre en busca del águila, nopal, serpiente que al encontrarlo, otro gran mito, en medio de un lago, los llevó a fundar Tenochtitlan en 1325. El águila representaba a Huitzilopochtli, el dios Sol, su dios tutelar, por ser el ave que más alto vuela y más se acerca al sol. De ahí que aparezcan las alas de águila en el muy precioso códice de Nuestra Señora de Guadalupe, el más maravilloso mito. El nopal, también llamado tenochtli, encarnaba al islote sobre el cual inició la fundación de la gran ciudad; y la serpiente representaba la sabiduría a la par que era el símbolo de Quetzalcóatl también llamado “la serpiente emplumada” y como tal aparece en pirámides en Xochicalco, en Teotihuacan, entre otras. Con la llegada de los españoles la presencia de la serpiente sufrió varias alteraciones; en la crónica Mexicayotl del escritor y cronista mexica Hernando de Alvarado Tezozómoc, nieto de Moctezuma Xocoyotzin, tradujo del náhuatl ihuan cohautl izomocayan , “la serpiente silba” y así vemos que se transforma en la “serpiente destruida”, estos cambios se dieron por efecto de la evangelización que la transformó de ser un símbolo de la sabiduría, a ser parte del mal y del pecado original.

Ahora bien, como para los antiguos mexicanos era tan importante el Sol, lo alimentaban con corazones a través de sacrificios para que no se apagara y pudiese emprender a diario su vuelo de Oriente a Poniente, con ello se combatía a la noche y renacía victorioso en cada nuevo día en su advocación de Mextli, el joven hijo del astro viejo y de la luna. Ya en el firmamento es Huitzilopochtli. En el paralelo de Tenochtitlan, a su vez, aparece el tunal donde se posa el águila para apoderarse del fluido vital de su pueblo. Así, México que aparece asociado a la palabra Tenochtitlan, fue un prodigio que originó la fundación de la ciudad y que no solo dio nombre a la Nación entera sino que pasó a formar parte de su escudo oficial si bien la identidad azteca-mexica inició en el mito de Aztlán y continuó a través del peregrinaje que como destino final funda Tenochtitlan.

De este modo el águila pasó a simbolizar el poder del estado, lo superior y vital y la serpiente, el pecado, lo bajo, lo perverso y dañino. Durante el resto de la época virreinal, el águila que desde tiempos prehispánicos era venerado se convierte en el emblema oficial de México. Proclamada la Independencia, la Soberana Junta Provisional Gubernativa ordenó en 1821 el uso de un escudo con los emblemas nacionales que consistía en un águila, con la corona imperial, posada sobe un nopal. Instaurada la República, el 9 de abril de 1823, el Congreso Constituyente dispuso “que el escudo sea el águila real mexicano parado en el pie izquierdo sobre un nopal que nazca de una peña entre las aguas del lago de Texcoco y agarrando con el derecho, una culebra en actitud de despedazarla con el pico; y que orlen este blasón dos ramas y dos puntos, una de laurel y otra de encino”. Con aquella, quiso simbolizar la victoria, y con ésta, la fuerza. A lo largo de los años, ha variado la posición del águila.

El diseño actual lo fijó el decreto presidencial del 30 de diciembre de 1983. El escudo de México exige tres de los cuatro elementos: Tierra, Agua y Aire. Falta el fuego. Pero ahí están los volcanes de México y como está lleno de nopales y magueyes, no pueden faltar nopales en el cuadro simbólico que llamamos Escudo Mexicano.

Y por favor cuando griten Viva México, háganlo con el orgullo de sentirse mexicanos.

Y hasta el próximo lunes.