Si uno se fija en las candidaturas del Partido Revolucionario Institucional en Morelos, se dará cuenta de que hay un candidato a gobernador de mayor edad, muchos muy jóvenes, y casi nada en medio. Toda una generación de priistas forjados en la derrota, en los tiempos de la catástrofe del tricolor en Morelos desaparecieron de las nominaciones al cargos de elección y decidieron irse, o formalizar su retiro, a otros partidos.
Entre ellos listamos nombres que van desde Amado Orihuela Trejo hasta Mario Chávez Ortega, pasando por Maricela Sánchez y su hija Maricela Velázquez, que tienen uno o dos pies puestos en otros partidos, regularmente cercanos al gobierno del estado y que, forjados en la derrota, supieron sacar dividendos de la misma. Conformes, dicen sus ex compañeros de partido, con ser oposición, determinaron hacer de eso un modus vivendi, se desacostumbraron a la lucha político electoral y se conformaron con ocupar primeras posiciones en listados de representación proporcional para diputaciones y regidurías.
El PRI apostó su resto en esta elección y decidió eliminar a quienes durante por lo menos 18 años decidieron vivir en la comodidad de ser plurinominales; de recibir beneficios económicos y de poder del gobierno en turno; extirpó a toda una generación entre quienes están quienes operaron el partido durante los últimos años y que lo mantuvieron en la frustración de la derrota sonora. La decisión es peligrosa, los negativos que tiene el Revolucionario Institucional en Morelos, justificados o no, parecen dificultarle, pese a su purga, ganar mucho en la elección del 1 de julio. Hay quienes dicen que con la purga el PRI ya ganó mucho, y a lo mejor sí, siempre que siga existiendo después de la elección de julio.
El Revolucionario Institucional podría ubicarse en Morelos entre la tercera y cuarta fuerzas electorales, según apuntan la mayoría de las encuestas que han sido divulgadas; pero difícilmente pintará en las ciudades importantes, según todo apunta. Las campañas para alcaldías de Cuernavaca, Jiutepec y Cuautla, han sido, por decir lo menos, excesivamente discretas, y no parecen llevar candidatos verdaderamente competitivos para luchar siquiera por una buena tajada de votos. Si a eso sumamos el sabotaje interno que los tricolores en el exilio hacen, y la operación que los tránsfugas hacen desde otros sitios a favor de otros candidatos, la crisis es evidente. Probablemente no toque los votos de Jorge Meade Ocaranza, el candidato a gobernador que ha sido cuidadoso para mantener una estructura priista y un acercamiento ciudadano importante; pero tendrían que ocurrir muchas cosas (la mayoría catastróficas), para que el PRI logre ser competitivo en los tres municipios que concentran la mayor cantidad de votantes. Como se ven las cosas, Cuernavaca la alcaldía de Cuernavaca se disputa realmente entre Javier Bolaños, José Luis Urióstegui, y Julio Yáñez (en orden alfabético); en Cuautla la disputa podría centrarse entre Pablo Portillo, del PAN y Movimiento Ciudadano, y Jesús Corona Damián, de Juntos Haremos Historia; y en Jiutepec, Rafael Reyes Reyes, de Juntos Haremos Historia, ve por el retrovisor al aguerrido Manolo Agüero Tovar del PRD-PSD. En ninguna de las tres ciudades parece que el PRI tenga oportunidad alguna de competir, y faltan sólo unas semanas para que concluyan las campañas.
La apuesta priista fue fuerte y un futuro no tan lejano será el que determine el resultado.
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