/ martes 22 de diciembre de 2020

Termina 2020, el año más duro para México

Está por finalizar un año lleno de enfermedad, frustración, de retos y fracasos, pero también pleno de vida y esperanza para millones de mexicanos, empeñados en transformar el país para conseguir mejores niveles de vida, bienestar, salud, educación y cultura. Un año marcado por la temible pandemia del Covid-19, que ya ha generado más de 110 mil muertes, pero también se ha encontrado la vacuna que ha resolver la tremenda prueba.

La economía mexicana se derrumbó, como las demás del mundo, con excepción de la República Popular de China. Se calcula que vamos a caer en un 10 por ciento aproximadamente, a finales del presente año, pero ya ha empezado a dar signos de recuperación durante el último trimestre.

La moneda nacional sigue estable; las divisas fluyen en un torrente inesperado que podrá alcanzar los 40 mil millones de dólares, unos 800 mil millones de pesos, los cuales sirven para reforzar el consumo de unos 10 millones de familias mexicanas (o sea, unos 50 millones de ciudadanos) con un promedio de 350 dólares al mes (unos 7 mil pesos por familia).

Este ingreso, junto con los aportes de los programas sociales, ha sostenido dentro de la población nacional una cierta capacidad de compra, lo que a su vez mantiene activos los centros comerciales, y por lo mismo la economía productiva en su conjunto, incluyendo agricultura, industria y servicios.

El gobierno federal no ha tenido necesidad de solicitar créditos del exterior, incrementar la deuda externa ni aumentar los gravámenes. La estrategia hasta el momento ha sido recuperar los impuestos que las empresas han quedado a deber al estado mexicano durante los últimos 5 años. A la fecha se han recuperado, según el SAT, unos 738 mil millones de pesos, en los dos años del sexenio, más lo que se irá incrementando en 2021, además de otras recuperaciones, como los 200 millones de dólares que se pagaron en demasía por el fraudulento contrato de Pemex con Fertinal.

Más adelante será absolutamente indispensable para el nuevo gobierno introducir el impuesto progresivo (cobrar más porcentaje a quienes ganan más) y a la riqueza que algunos pocos mexicanos han acumulado a costa de la explotación de miles de trabajadores. Pero hay que esperar a que se generen las condiciones adecuadas. Por ejemplo: que se haya controlado la pandemia y la izquierda obtenga un refrendo de su mayoría en ambas cámaras del Congreso federal en las elecciones del 2021.

En materia de salud, la mayoría de las entidades se mantienen en semáforo naranja, y solo algunas han regresado al rojo, entre ellas la Ciudad de México y el Edomex. El corazón económico, político y cultural del país. Sin embargo, algunos lotes de vacunas están por llegar, y el ejército mexicano se hará cargo de su manejo, para lo cual han dado inicio los ensayos en materia de logística.

Los diez gobernadores de la alianza federalista han continuado con su rebeldía. Han criticado todas las medidas del gobierno federal y no han propuesto más que medidas circunstanciales para que sus entidades obtengan más recursos. Hoy, en tiempos de vacunación, quieren que se les entregue el manejo de los antivirales. O que se les dé dinero para comprarlos por su cuenta.

Es evidente que esos políticos no han valorado de manera adecuada el repudio que generan entre la población mexicana. Ellos se han empeñado en hacernos ver que los residuos del PRIAN y su sistema neoliberal aún subsisten, y no están dispuestos a abandonar el campo de batalla.

La inseguridad y los homicidios dolosos han persistido, e incluso aumentado. Lo más reciente es el asesinato del exgobernador de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval, en circunstancias poco claras. El gobierno del Estado hará poco por aclararlo, como con muchos otros asuntos.

En el campo de las relaciones exteriores, en USA entrará un nuevo gobierno a partir de enero. Con el 2021 comenzará el gobierno de Joe Biden. En estos momentos el gobierno de ese país no está operando con eficiencia, o solo despacha los asuntos de trámite. En 2021 se definirán de nuevo las relaciones entre ambos países, con énfasis especial en temas migratorios, laborales y ambientales.

En principio, debemos considerar que la prioridad del nuevo gobierno de USA será sin duda atender la pandemia. Y esto ayudará a que Biden no tenga plena capacidad para atender otros temas. Y por lo mismo, las presiones no serán tan intensas.

El tratamiento del asunto de los migrantes seguirá su curso, si acaso con algunas ventajas para nuestro país, por ejemplo en el tema de la abolición del Stay in Mexico que impuso Donald Trump, o sea que los solicitantes de asilo político esperen la resolución que dicte el juez norteamericano, pero lo hagan en territorio mexicano.

En el tema laboral se recibirán fuertes presiones, sobre todo por parte de los sindicatos de USA, que forman parte de las bases del Partido Demócrata. Muchas empresas trasnacionales se han instalado en México porque la mano de obra nacional es mucho más barata que de USA. Este asunto terminará probablemente con el aumento de los ingresos de los obreros mexicanos –por lo menos de los contratos colectivos con las grandes empresas-- minar las bases del sindicalismo corporativo, y quizás con el tiempo la eliminación del sindicalismo “charro”.

El ambientalismo recibirá nuevo impulso en México, porque los nuevos dirigentes de USA mantienen la posición de reducir la emisión de los gases de efecto invernadero. Han declarado que regresarán al Acuerdo de París. Y esto afectará a miles de empresas mexicanas, principalmente relacionadas con el petróleo, el carbón y los combustibles que usan gasolina, diésel y otros petrolíferos.

En relación con Cuba y Venezuela ya han comenzado los movimientos preliminares para el descongelamiento de las relaciones bilaterales con USA. Cuba acaba de declarar que está disponible para reanudar conversaciones, pero a condición de que se respete su soberanía nacional. El antecedente inmediato es que Barack Obama había comenzado una etapa de deshielo con el gobierno cubano, más tarde interrumpida por el ascenso de Donald Trump al poder. Joe Biden, el nuevo presidente, era el vicepresidente de Obama, así que conoce del tema.

Las conversaciones con Venezuela tienen menores perspectivas en principio. Porque desde el gobierno de Obama se instrumentaron medidas de bloqueo muy severas. Pero hay un asunto que ha dejado entrampado a USA: el tema de Juan Guaidó y su fantasmal “presidencia encargada”, figura sin antecedentes en la legislación mundial.

Juan Guaidó y su grupo son una excrecencia del pasado, una herencia de los grupos golpistas de derecha (guarimberos) que posteriormente protegió el gobierno de Donald Trump y que ahora nadie quiere apadrinar. En los últimos tiempos, ya ni en USA los quieren, y Biden no va a aceptar tan mansamente esa manzana envenenada. Es previsible que el nuevo gobierno de USA trate de deshacerse de Guaidó, para lo cual sería suficiente que no le siguieran dando dinero ni otorgándole la palabra en foros internacionales.

Esto es importante para México, porque siempre hemos enarbolado los principios de No Intervención y Autodeterminación de los Pueblos. Si México pudiera apresurar el proceso de deslinde con Guaidó, el gobierno de Gran Bretaña no podría ya seguir negándose a devolver el oro venezolano depositado en sus bancos (algo así como 1 mil millones de dólares) que serían muy útiles para comprar alimentos y medicinas y resolver o mitigar un poco la dura situación del pueblo venezolano.

Está por finalizar un año lleno de enfermedad, frustración, de retos y fracasos, pero también pleno de vida y esperanza para millones de mexicanos, empeñados en transformar el país para conseguir mejores niveles de vida, bienestar, salud, educación y cultura. Un año marcado por la temible pandemia del Covid-19, que ya ha generado más de 110 mil muertes, pero también se ha encontrado la vacuna que ha resolver la tremenda prueba.

La economía mexicana se derrumbó, como las demás del mundo, con excepción de la República Popular de China. Se calcula que vamos a caer en un 10 por ciento aproximadamente, a finales del presente año, pero ya ha empezado a dar signos de recuperación durante el último trimestre.

La moneda nacional sigue estable; las divisas fluyen en un torrente inesperado que podrá alcanzar los 40 mil millones de dólares, unos 800 mil millones de pesos, los cuales sirven para reforzar el consumo de unos 10 millones de familias mexicanas (o sea, unos 50 millones de ciudadanos) con un promedio de 350 dólares al mes (unos 7 mil pesos por familia).

Este ingreso, junto con los aportes de los programas sociales, ha sostenido dentro de la población nacional una cierta capacidad de compra, lo que a su vez mantiene activos los centros comerciales, y por lo mismo la economía productiva en su conjunto, incluyendo agricultura, industria y servicios.

El gobierno federal no ha tenido necesidad de solicitar créditos del exterior, incrementar la deuda externa ni aumentar los gravámenes. La estrategia hasta el momento ha sido recuperar los impuestos que las empresas han quedado a deber al estado mexicano durante los últimos 5 años. A la fecha se han recuperado, según el SAT, unos 738 mil millones de pesos, en los dos años del sexenio, más lo que se irá incrementando en 2021, además de otras recuperaciones, como los 200 millones de dólares que se pagaron en demasía por el fraudulento contrato de Pemex con Fertinal.

Más adelante será absolutamente indispensable para el nuevo gobierno introducir el impuesto progresivo (cobrar más porcentaje a quienes ganan más) y a la riqueza que algunos pocos mexicanos han acumulado a costa de la explotación de miles de trabajadores. Pero hay que esperar a que se generen las condiciones adecuadas. Por ejemplo: que se haya controlado la pandemia y la izquierda obtenga un refrendo de su mayoría en ambas cámaras del Congreso federal en las elecciones del 2021.

En materia de salud, la mayoría de las entidades se mantienen en semáforo naranja, y solo algunas han regresado al rojo, entre ellas la Ciudad de México y el Edomex. El corazón económico, político y cultural del país. Sin embargo, algunos lotes de vacunas están por llegar, y el ejército mexicano se hará cargo de su manejo, para lo cual han dado inicio los ensayos en materia de logística.

Los diez gobernadores de la alianza federalista han continuado con su rebeldía. Han criticado todas las medidas del gobierno federal y no han propuesto más que medidas circunstanciales para que sus entidades obtengan más recursos. Hoy, en tiempos de vacunación, quieren que se les entregue el manejo de los antivirales. O que se les dé dinero para comprarlos por su cuenta.

Es evidente que esos políticos no han valorado de manera adecuada el repudio que generan entre la población mexicana. Ellos se han empeñado en hacernos ver que los residuos del PRIAN y su sistema neoliberal aún subsisten, y no están dispuestos a abandonar el campo de batalla.

La inseguridad y los homicidios dolosos han persistido, e incluso aumentado. Lo más reciente es el asesinato del exgobernador de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval, en circunstancias poco claras. El gobierno del Estado hará poco por aclararlo, como con muchos otros asuntos.

En el campo de las relaciones exteriores, en USA entrará un nuevo gobierno a partir de enero. Con el 2021 comenzará el gobierno de Joe Biden. En estos momentos el gobierno de ese país no está operando con eficiencia, o solo despacha los asuntos de trámite. En 2021 se definirán de nuevo las relaciones entre ambos países, con énfasis especial en temas migratorios, laborales y ambientales.

En principio, debemos considerar que la prioridad del nuevo gobierno de USA será sin duda atender la pandemia. Y esto ayudará a que Biden no tenga plena capacidad para atender otros temas. Y por lo mismo, las presiones no serán tan intensas.

El tratamiento del asunto de los migrantes seguirá su curso, si acaso con algunas ventajas para nuestro país, por ejemplo en el tema de la abolición del Stay in Mexico que impuso Donald Trump, o sea que los solicitantes de asilo político esperen la resolución que dicte el juez norteamericano, pero lo hagan en territorio mexicano.

En el tema laboral se recibirán fuertes presiones, sobre todo por parte de los sindicatos de USA, que forman parte de las bases del Partido Demócrata. Muchas empresas trasnacionales se han instalado en México porque la mano de obra nacional es mucho más barata que de USA. Este asunto terminará probablemente con el aumento de los ingresos de los obreros mexicanos –por lo menos de los contratos colectivos con las grandes empresas-- minar las bases del sindicalismo corporativo, y quizás con el tiempo la eliminación del sindicalismo “charro”.

El ambientalismo recibirá nuevo impulso en México, porque los nuevos dirigentes de USA mantienen la posición de reducir la emisión de los gases de efecto invernadero. Han declarado que regresarán al Acuerdo de París. Y esto afectará a miles de empresas mexicanas, principalmente relacionadas con el petróleo, el carbón y los combustibles que usan gasolina, diésel y otros petrolíferos.

En relación con Cuba y Venezuela ya han comenzado los movimientos preliminares para el descongelamiento de las relaciones bilaterales con USA. Cuba acaba de declarar que está disponible para reanudar conversaciones, pero a condición de que se respete su soberanía nacional. El antecedente inmediato es que Barack Obama había comenzado una etapa de deshielo con el gobierno cubano, más tarde interrumpida por el ascenso de Donald Trump al poder. Joe Biden, el nuevo presidente, era el vicepresidente de Obama, así que conoce del tema.

Las conversaciones con Venezuela tienen menores perspectivas en principio. Porque desde el gobierno de Obama se instrumentaron medidas de bloqueo muy severas. Pero hay un asunto que ha dejado entrampado a USA: el tema de Juan Guaidó y su fantasmal “presidencia encargada”, figura sin antecedentes en la legislación mundial.

Juan Guaidó y su grupo son una excrecencia del pasado, una herencia de los grupos golpistas de derecha (guarimberos) que posteriormente protegió el gobierno de Donald Trump y que ahora nadie quiere apadrinar. En los últimos tiempos, ya ni en USA los quieren, y Biden no va a aceptar tan mansamente esa manzana envenenada. Es previsible que el nuevo gobierno de USA trate de deshacerse de Guaidó, para lo cual sería suficiente que no le siguieran dando dinero ni otorgándole la palabra en foros internacionales.

Esto es importante para México, porque siempre hemos enarbolado los principios de No Intervención y Autodeterminación de los Pueblos. Si México pudiera apresurar el proceso de deslinde con Guaidó, el gobierno de Gran Bretaña no podría ya seguir negándose a devolver el oro venezolano depositado en sus bancos (algo así como 1 mil millones de dólares) que serían muy útiles para comprar alimentos y medicinas y resolver o mitigar un poco la dura situación del pueblo venezolano.