/ miércoles 10 de abril de 2024

Primer debate: ataques y actos simbólicos

El primer debate entre aspirantes a la Presidencia de la República –realizado en medio de gran interés nacional—se centró en conocer no solo las propuestas, sino el desempeño de cada participante cuando se encuentra en condiciones de extrema presión, tanto de la mesa de moderación, como de un público de millones de personas muy demandantes.

En esta primera confrontación presidencial no solo se trataba de mostrar la profundidad de los conocimientos del tema y dirimir las diferencias entre las tres candidaturas. El evento exigió que cada quien expusiera sus propuestas para resolver los diversos asuntos nacionales, pero principalmente su coherencia entre los conceptos que exponen con la conducta política que han mostrado a lo largo de su carrera política.

Las personas que debatieron el domingo 7 de abril aspiran a ocupar el cargo de más alta responsabilidad política en México. La ciudadanía les exige, por lo tanto, una fuerte dosis de coherencia entre la teoría y la práctica. De lo contrario, sus palabras solo servirían para engañar multitudes. Pura demagogia.

En el centro del escenario fue colocado el aspirante del partido Movimiento Ciudadano (MC) Jorge Álvarez Máynez, sentado ahí por los organizadores del evento, como para subrayar la supuesta posición centrista del aspirante naranja, como subrayando que representa “una tercera opción” alejada de los extremos.

A la derecha en el salón, la candidata prianista Xóchitl Gálvez mostró repetidamente sus intentos de deslindarse de los partidos que la postularon (se supone que ella es “ciudadana”) y por lo mismo se sintió en todo momento incómoda, molesta y nerviosa, muy fuera de lugar. A la izquierda, siempre sobria, Claudia Sheinbaum mostró firmeza, claridad y conocimiento de los temas a debate. Subrayó que ella es la única aspirante con experiencia en el ejercicio de la función pública, y mostró repetidamente los resultados de su gestión en los diversos cargos públicos que ha ejercido.

En el foro se exhibieron el lado fuerte pero también las limitaciones de cada aspirante. La candidata de la izquierda argumentó de manera metódica sobre los diversos temas que debió enfrentar cuando gobernó la Ciudad de México, principalmente en la lucha contra la corrupción. Hizo énfasis especial en el combate que realizó contra la delincuencia organizada, representada por el denominado “Cártel Inmobiliario” de los panistas, así como el trabajo de las autoridades políticas que ella coordinó con la fiscalía de la capital, al igual que con el poder judicial. En un momento del debate se confrontó en directo con Xóchitl Gálvez, y expresó: “Yo vivo en un departamento rentado; ella vive en una casa del Cártel Inmobiliario”.

En el tema de los migrantes, la aspirante del PRIAN propuso que se les debe dar “un trato humano” y se debe evitar “la militarización”, retirar al ejército y a la Guardia Nacional de esas tareas y ofrecer a los migrantes un trato cuidadoso. En ese aspecto, Claudia Sheinbaum reiteró su planteamiento de que deben atacarse las causas de la migración, es decir, se debe abatir el desempleo, la corrupción y la violencia en los países de origen. Y para lograr eso, es necesario realizar cuantiosas inversiones en proyectos de desarrollo productivo.

Por cuanto al maltrato a las mujeres, Xóchitl Gálvez propuso que la autoridad debe acudir de inmediato a sus llamadas de auxilio y otorgar los cuidados pertinentes. La exjefa de Gobierno de la Ciudad de México fue más allá, y añadió la propuesta de aplicar la política de Cero Impunidad. “Feminicidio cometido; feminicidio castigado”, para lo cual es necesario proporcionar cuidados y aplicar el rigor de la ley a los agresores. No solo se debe ofrecer protección a las mujeres violentadas en albergues del gobierno, sino detener a los agresores. Los hogares mexicanos deben quedar libres de violencia machista, dijo.

Los mensajes del candidato naranja, Jorge Álvarez Máynez, se refirieron siempre a sus propuestas personales como legislador (función que ha desempeñado por tres partidos diferentes) tanto en su natal Zacatecas como en el Congreso federal. Nunca dio a conocer a lo largo del debate la posición política de su partido. Fue notable, sin embargo, que mostró en todo momento una sonrisa plena, cualquiera fuera el tema de su exposición. Sonreía lo mismo cuando se refería a temas de violencia familiar como al sufrimiento de los migrantes en su travesía por el país. La recomendación de sus asesores, por lo visto, fue mantener la sonrisa y aprovechar la oportunidad para posicionarse ante el gran público televidente.

Al final del debate, las dos principales aspirantes se reunieron con sus simpatizantes a las puertas del Instituto Nacional Electoral (INE). La reunión de la izquierda fue alegre y combativa, como ocurrió desde horas previas al evento. Por el contrario, en la reunión de los prianistas, predominaban las caras largas. Era evidente que sobre sus hombros recaía la pesada carga de la derrota.

En los programas televisivos del día siguiente, varios comentaristas dividieron sus opiniones. En general, todos coincidieron en señalar que el INE fue el gran perdedor, ya que sus fallas como organizador del evento generaron reclamos constantes del y las aspirantes sobre el manejo del tiempo. Hubo muchas irregularidades al respecto. Lo mismo por la rigidez del formato.

El comentarista Genaro Lozano, en un programa del lunes siguiente, dio a Claudia Sheinbaum la victoria en el debate, lo mismo que Leo Zuckerman. Éste último dijo que no se produjo por nocaut, sino que el triunfo fue por decisión después de varios rounds de intercambio. Pero todos coincidieron en que el error más grave fue el que cometió Xóchitl Gálvez, al usar los símbolos nacionales para cubrir su carencia de ideología. Al mostrar el escudo nacional de cabeza cometió uno de las fallas más groseras que se hayan presentado en debate alguno.

En uno de los momentos chispeantes, Xóchitl Gálvez realizó un intento novelero de satanizar a Claudia Sheinbaum como “mujer fría y sin corazón”. La candidata prianista llegó al extremo de etiquetarla como “la dama de hielo”, en obvia referencia a la exprimera ministra británica Margaret Thatcher, a quien los británicos llamaban “Dama de Hierro”.

Otra de las mediciones realizadas el lunes siguiente fue de la empresa Enkoll, publicada en el periódico español “El País”, donde dio como ganadora a Claudia Sheinbaum con 46% de las opiniones, mientras la candidata prianista obtuvo 25% y Jorge Álvarez Máynez solo el 10%. Se cerró así un capítulo más de la intensa lucha de los partidos y coaliciones, de la mano de sus aspirantes, para obtener el triunfo en las elecciones del próximo 2 de junio.

El primer debate entre aspirantes a la Presidencia de la República –realizado en medio de gran interés nacional—se centró en conocer no solo las propuestas, sino el desempeño de cada participante cuando se encuentra en condiciones de extrema presión, tanto de la mesa de moderación, como de un público de millones de personas muy demandantes.

En esta primera confrontación presidencial no solo se trataba de mostrar la profundidad de los conocimientos del tema y dirimir las diferencias entre las tres candidaturas. El evento exigió que cada quien expusiera sus propuestas para resolver los diversos asuntos nacionales, pero principalmente su coherencia entre los conceptos que exponen con la conducta política que han mostrado a lo largo de su carrera política.

Las personas que debatieron el domingo 7 de abril aspiran a ocupar el cargo de más alta responsabilidad política en México. La ciudadanía les exige, por lo tanto, una fuerte dosis de coherencia entre la teoría y la práctica. De lo contrario, sus palabras solo servirían para engañar multitudes. Pura demagogia.

En el centro del escenario fue colocado el aspirante del partido Movimiento Ciudadano (MC) Jorge Álvarez Máynez, sentado ahí por los organizadores del evento, como para subrayar la supuesta posición centrista del aspirante naranja, como subrayando que representa “una tercera opción” alejada de los extremos.

A la derecha en el salón, la candidata prianista Xóchitl Gálvez mostró repetidamente sus intentos de deslindarse de los partidos que la postularon (se supone que ella es “ciudadana”) y por lo mismo se sintió en todo momento incómoda, molesta y nerviosa, muy fuera de lugar. A la izquierda, siempre sobria, Claudia Sheinbaum mostró firmeza, claridad y conocimiento de los temas a debate. Subrayó que ella es la única aspirante con experiencia en el ejercicio de la función pública, y mostró repetidamente los resultados de su gestión en los diversos cargos públicos que ha ejercido.

En el foro se exhibieron el lado fuerte pero también las limitaciones de cada aspirante. La candidata de la izquierda argumentó de manera metódica sobre los diversos temas que debió enfrentar cuando gobernó la Ciudad de México, principalmente en la lucha contra la corrupción. Hizo énfasis especial en el combate que realizó contra la delincuencia organizada, representada por el denominado “Cártel Inmobiliario” de los panistas, así como el trabajo de las autoridades políticas que ella coordinó con la fiscalía de la capital, al igual que con el poder judicial. En un momento del debate se confrontó en directo con Xóchitl Gálvez, y expresó: “Yo vivo en un departamento rentado; ella vive en una casa del Cártel Inmobiliario”.

En el tema de los migrantes, la aspirante del PRIAN propuso que se les debe dar “un trato humano” y se debe evitar “la militarización”, retirar al ejército y a la Guardia Nacional de esas tareas y ofrecer a los migrantes un trato cuidadoso. En ese aspecto, Claudia Sheinbaum reiteró su planteamiento de que deben atacarse las causas de la migración, es decir, se debe abatir el desempleo, la corrupción y la violencia en los países de origen. Y para lograr eso, es necesario realizar cuantiosas inversiones en proyectos de desarrollo productivo.

Por cuanto al maltrato a las mujeres, Xóchitl Gálvez propuso que la autoridad debe acudir de inmediato a sus llamadas de auxilio y otorgar los cuidados pertinentes. La exjefa de Gobierno de la Ciudad de México fue más allá, y añadió la propuesta de aplicar la política de Cero Impunidad. “Feminicidio cometido; feminicidio castigado”, para lo cual es necesario proporcionar cuidados y aplicar el rigor de la ley a los agresores. No solo se debe ofrecer protección a las mujeres violentadas en albergues del gobierno, sino detener a los agresores. Los hogares mexicanos deben quedar libres de violencia machista, dijo.

Los mensajes del candidato naranja, Jorge Álvarez Máynez, se refirieron siempre a sus propuestas personales como legislador (función que ha desempeñado por tres partidos diferentes) tanto en su natal Zacatecas como en el Congreso federal. Nunca dio a conocer a lo largo del debate la posición política de su partido. Fue notable, sin embargo, que mostró en todo momento una sonrisa plena, cualquiera fuera el tema de su exposición. Sonreía lo mismo cuando se refería a temas de violencia familiar como al sufrimiento de los migrantes en su travesía por el país. La recomendación de sus asesores, por lo visto, fue mantener la sonrisa y aprovechar la oportunidad para posicionarse ante el gran público televidente.

Al final del debate, las dos principales aspirantes se reunieron con sus simpatizantes a las puertas del Instituto Nacional Electoral (INE). La reunión de la izquierda fue alegre y combativa, como ocurrió desde horas previas al evento. Por el contrario, en la reunión de los prianistas, predominaban las caras largas. Era evidente que sobre sus hombros recaía la pesada carga de la derrota.

En los programas televisivos del día siguiente, varios comentaristas dividieron sus opiniones. En general, todos coincidieron en señalar que el INE fue el gran perdedor, ya que sus fallas como organizador del evento generaron reclamos constantes del y las aspirantes sobre el manejo del tiempo. Hubo muchas irregularidades al respecto. Lo mismo por la rigidez del formato.

El comentarista Genaro Lozano, en un programa del lunes siguiente, dio a Claudia Sheinbaum la victoria en el debate, lo mismo que Leo Zuckerman. Éste último dijo que no se produjo por nocaut, sino que el triunfo fue por decisión después de varios rounds de intercambio. Pero todos coincidieron en que el error más grave fue el que cometió Xóchitl Gálvez, al usar los símbolos nacionales para cubrir su carencia de ideología. Al mostrar el escudo nacional de cabeza cometió uno de las fallas más groseras que se hayan presentado en debate alguno.

En uno de los momentos chispeantes, Xóchitl Gálvez realizó un intento novelero de satanizar a Claudia Sheinbaum como “mujer fría y sin corazón”. La candidata prianista llegó al extremo de etiquetarla como “la dama de hielo”, en obvia referencia a la exprimera ministra británica Margaret Thatcher, a quien los británicos llamaban “Dama de Hierro”.

Otra de las mediciones realizadas el lunes siguiente fue de la empresa Enkoll, publicada en el periódico español “El País”, donde dio como ganadora a Claudia Sheinbaum con 46% de las opiniones, mientras la candidata prianista obtuvo 25% y Jorge Álvarez Máynez solo el 10%. Se cerró así un capítulo más de la intensa lucha de los partidos y coaliciones, de la mano de sus aspirantes, para obtener el triunfo en las elecciones del próximo 2 de junio.