/ martes 25 de julio de 2023

¿Nuestra niñez debe usar teléfono?

Primero que nada, reflexione, ¿conoce todos los riesgos que existen hasta para Usted como adulto en esa inmensa ventana que es el internet?

Hoy en día nos enfrentamos no solo al hackeo, sino al grooming, sexteen, sexrtorsión, ciberbullying, phishing, fraudes digitales, cibersquatting, malware, cookies, fake news, challenge o retos virales.

También existen problemas de seguridad en redes sociales, quid pro quo, ciberacoso, suplantación de identidad, códigos de verificación, etc.

Además, ¿sabe cómo afecta psicológicamente el uso del teléfono celular? ¿Sabe cuál es la edad mínima permitida por las plataformas digitales para abrir una cuenta?.Ahora sí, entramos al fondo del asunto.

El acceso a los dispositivos electrónicos de nuestras niñas, niños y adolescentes creció en la pandemia del COVID-19. Este gran salto en la brecha digital impidió que algunos adultos nos educáramos e informáramos en el uso correcto de los dispositivos electrónicos, de forma especial los teléfonos celulares.

Pero también provocó que NO pudiéramos educar o alertar de los peligros que nuestros niños, niñas y adolescentes se pueden enfrentar al navegar por el internet, porque aunque Usted no lo crea, ellos saben manejar un móvil mejor que muchos adultos.

Echemos una mirada a la cantidad de casos cercanos o propios de llamadas de extorsión que son realizadas desde centros penitenciarios; de la cantidad de correos electrónicos que hemos recibido de supuestos “reyes de Arabia y África” que buscan socios o herederos.

De los múltiples mensajes engañosos para dar nuestra información bancaria, de los mensajes de defraudadores que ofrecen empleos en grandes compañías de servicios digitales o de venta de mercancías, los muchos fraudes al comprar en línea, de la suplantación de identidad para pactar citas en Apps de enamorados, o robos en casas de personas que anunciaron en sus redes andar de vacaciones, y un sin fin de anzuelos para captar víctimas.

Estos problemas no son privativos de los adultos, también afectan a nuestra niñez y a las personas adolescentes, pero con un grado mayor de peligro, porque sus acechadores digitales tienen objetivos perversos, como obtener imágenes con contenido sexual para la pornografía infantil, el reclutamiento de adolescentes para que por retos virales adquieran una cartera de seguidores que les sea útil para su venta a empresas publicitarias, el uso de su imagen para crear cuentas falsas, para obtener información de sus familiares y potencialmente cometer delitos muy graves como el secuestro.

También ejercer presión a través de videojuegos para que consuman y compren productos, estimulando sus emociones de forma abusiva y mercantilista, abuso que por su edad es imperceptible, porque obtener un logro virtual como pasar de nivel, tener mejores armas de combate, tener acceso a mejores herramientas, obtener prestigio entre los ciber-jugadores (gamers), etc.

Es una recompensa irrenunciable, especialmente para los adolescentes que están descubriendo la socialización, por eso su prioridad al gastar el dinero son las tarjetas de prepago, algunos hasta a Santa Claus le hacen cartas pidiéndolas porque las prefieren sobre cualquier otro juego del mundo real que los obligaría a socializar, contrario al anonimato que le dan las redes sociales y los videojuegos, donde son “bellas” o “valientes” según el nuevo filtro o avatar al que tienen acceso.

Otro de los riesgos más importantes es el acceso indiscriminado a todo tipo de contenido sin filtro previo de adultos. Hagámonos esta pregunta ¿acaso los avisos o advertencias pueden evitar que un infante o adolescente reproduzca contenido solo para adultos? La respuesta obvia es NO, porque a pesar de los controles parentales hay múltiples aplicaciones que violan las políticas de restricción precisamente para enganchar a sus víctimas.

Es tal la adicción que generan los contenidos en internet, que nuestros niños, niñas y adolescentes, e incluso los adultos, pagan para tener acceso a ellos, pero lo que hacen estas plataformas con mayor ventaja, es usar a su favor las teorías cognitivas y de desarrollo humano, para detectar las vías por las que pueden acceder a ellos, esto no es especulativo, se trata de los conocimientos en neurociencia que permite identificar a que estimulo responden para atraerlos más y obtener mas ganancias.

Por eso es importante informarnos antes de pensar en dar un teléfono a un niño, niña o adolescente, si bien, es un aparato que nos da rapidez en las comunicaciones, acceso a un mar de información, también lo es que implica conocer sus riesgos, ventajas, y desventajas. Recuerde que no todo lo que brilla es oro y que si un adulto es incapaz de cerciorarse y prevenir los riesgos, mucho menos podrán hacerlo las personas infantes o adolescentes.


Primero que nada, reflexione, ¿conoce todos los riesgos que existen hasta para Usted como adulto en esa inmensa ventana que es el internet?

Hoy en día nos enfrentamos no solo al hackeo, sino al grooming, sexteen, sexrtorsión, ciberbullying, phishing, fraudes digitales, cibersquatting, malware, cookies, fake news, challenge o retos virales.

También existen problemas de seguridad en redes sociales, quid pro quo, ciberacoso, suplantación de identidad, códigos de verificación, etc.

Además, ¿sabe cómo afecta psicológicamente el uso del teléfono celular? ¿Sabe cuál es la edad mínima permitida por las plataformas digitales para abrir una cuenta?.Ahora sí, entramos al fondo del asunto.

El acceso a los dispositivos electrónicos de nuestras niñas, niños y adolescentes creció en la pandemia del COVID-19. Este gran salto en la brecha digital impidió que algunos adultos nos educáramos e informáramos en el uso correcto de los dispositivos electrónicos, de forma especial los teléfonos celulares.

Pero también provocó que NO pudiéramos educar o alertar de los peligros que nuestros niños, niñas y adolescentes se pueden enfrentar al navegar por el internet, porque aunque Usted no lo crea, ellos saben manejar un móvil mejor que muchos adultos.

Echemos una mirada a la cantidad de casos cercanos o propios de llamadas de extorsión que son realizadas desde centros penitenciarios; de la cantidad de correos electrónicos que hemos recibido de supuestos “reyes de Arabia y África” que buscan socios o herederos.

De los múltiples mensajes engañosos para dar nuestra información bancaria, de los mensajes de defraudadores que ofrecen empleos en grandes compañías de servicios digitales o de venta de mercancías, los muchos fraudes al comprar en línea, de la suplantación de identidad para pactar citas en Apps de enamorados, o robos en casas de personas que anunciaron en sus redes andar de vacaciones, y un sin fin de anzuelos para captar víctimas.

Estos problemas no son privativos de los adultos, también afectan a nuestra niñez y a las personas adolescentes, pero con un grado mayor de peligro, porque sus acechadores digitales tienen objetivos perversos, como obtener imágenes con contenido sexual para la pornografía infantil, el reclutamiento de adolescentes para que por retos virales adquieran una cartera de seguidores que les sea útil para su venta a empresas publicitarias, el uso de su imagen para crear cuentas falsas, para obtener información de sus familiares y potencialmente cometer delitos muy graves como el secuestro.

También ejercer presión a través de videojuegos para que consuman y compren productos, estimulando sus emociones de forma abusiva y mercantilista, abuso que por su edad es imperceptible, porque obtener un logro virtual como pasar de nivel, tener mejores armas de combate, tener acceso a mejores herramientas, obtener prestigio entre los ciber-jugadores (gamers), etc.

Es una recompensa irrenunciable, especialmente para los adolescentes que están descubriendo la socialización, por eso su prioridad al gastar el dinero son las tarjetas de prepago, algunos hasta a Santa Claus le hacen cartas pidiéndolas porque las prefieren sobre cualquier otro juego del mundo real que los obligaría a socializar, contrario al anonimato que le dan las redes sociales y los videojuegos, donde son “bellas” o “valientes” según el nuevo filtro o avatar al que tienen acceso.

Otro de los riesgos más importantes es el acceso indiscriminado a todo tipo de contenido sin filtro previo de adultos. Hagámonos esta pregunta ¿acaso los avisos o advertencias pueden evitar que un infante o adolescente reproduzca contenido solo para adultos? La respuesta obvia es NO, porque a pesar de los controles parentales hay múltiples aplicaciones que violan las políticas de restricción precisamente para enganchar a sus víctimas.

Es tal la adicción que generan los contenidos en internet, que nuestros niños, niñas y adolescentes, e incluso los adultos, pagan para tener acceso a ellos, pero lo que hacen estas plataformas con mayor ventaja, es usar a su favor las teorías cognitivas y de desarrollo humano, para detectar las vías por las que pueden acceder a ellos, esto no es especulativo, se trata de los conocimientos en neurociencia que permite identificar a que estimulo responden para atraerlos más y obtener mas ganancias.

Por eso es importante informarnos antes de pensar en dar un teléfono a un niño, niña o adolescente, si bien, es un aparato que nos da rapidez en las comunicaciones, acceso a un mar de información, también lo es que implica conocer sus riesgos, ventajas, y desventajas. Recuerde que no todo lo que brilla es oro y que si un adulto es incapaz de cerciorarse y prevenir los riesgos, mucho menos podrán hacerlo las personas infantes o adolescentes.