¿Recuerda cuál fue la mejor fiesta a la que asistió siendo joven?
Era de los que no se perdía ninguna reunión o de los que iba ocasionalmente o quizá fue a muy pocas.
¿Qué era lo que más le gustaba de una fiesta, platicar, bailar o reír?
Todos nos divertimos y pasamos buenos momentos, conocimos buenos amigos y celebramos en grande, pero, todo tiene un límite.
Y le digo esto porque cada vez son más comunes las fiestas masivas clandestinas; apenas el pasado 13 de agosto los noticieros destacaron el aseguramiento de 119 adolescentes que asistían a una fiesta clandestina en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Eran 75 hombres, así como 14 mujeres de entre 12 y 17 años de edad quienes fueron llevados a las instalaciones de la Policía municipal para que sus padres fueran por cada uno de ellos.
Mientras que, en Morelos también sucedió algo similar cuando la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano de Cuernavaca informó que el 19 de agosto suspendió una fiesta clandestina donde asistieron más de 100 jóvenes.
Muchos de ellos fueron adolescentes quienes se encontraban en estado de ebriedad.
Tal vez le sorprenda el número de jóvenes reunidos en un solo lugar, sin embargo, este tipo de fiestas no son nada raras o inusuales en colonias como Rancho Cortés, San Antón, Lomas de Cuernavaca e incluso en el municipio de Tepoztlán.
En esos sitios, cada fin de semana los residentes lidian con escándalos y la secuela de problemas que acarrearan estos eventos. Obviamente los jóvenes dirán que es una práctica global y que tiene derecho al esparcimiento, como todos lo vivimos alguna vez.
Y si, nadie puede negar que desde hace décadas los adolescentes y jóvenes buscan la forma de divertirse. Existen registros desde los años 50´s y hasta nuestros días que revelan la organizado de las llamadas “fiestas clandestinas” ad hoc a la música de moda.
Muchas están motivadas quizá, al común generacional e inherente a su etapa de desarrollo, de creer que burlan la vigilancia de los adultos y por la sensación de libertad de las normas prohibitivas de consumo de alcohol, tabaco, drogas o incluso desatender las restricciones en su comportamiento sexual.
Esta clandestinidad implica no solo evadir a sus padres, sino a las autoridades, y hacerlas en sitios donde no se cuenta con reglas de seguridad, de protección civil, sin regulación de horario, sin restricciones para menores de edad, ni de consumo de bebidas alcohólicas, o la venta de drogas.
El único control es el cobro de la cuota de ingreso, y de lo que es consumido en el sitio.
Evidentemente, a ningún padre de familia le causaría agrado saber que su hijo, hija o hijos, estuviera en una fiesta así. Entonces le pregunto, cuando Usted accede a que asistan a una reunión, sabe a qué tipo exactamente de “celebración” van.
Pensemos solo un momento como adolescentes, la sola idea de acudir a un lugar donde la regla es que “no hay reglas”, es estimulante para cualquiera.
Música, luces, libre consumo de sustancias y nula vigilancia de adultos les convoca inevitablemente a la socialización y a la sensación de autonomía, que implica no atender las reglas de sus padres, características propias de su etapa de desarrollo, por eso les es tan satisfactorio y atractivo participar en ellas.
Es por eso que resulta urgente y necesaria la intervención de la sociedad en este tema; padres de familia y autoridades debemos buscar, por todos los medios, la protección de nuestros niños, niñas y adolescentes de toda forma de violencia, y garantizar su derecho a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral.
Y ¿por qué decimos violencia, si se trata solo de diversión?
Porque al estar en contacto con el consumo de sustancias prohibidas hay implícitamente una omisión del cuidado de los padres y de responsabilidad penal de quienes corrompen de esa forma a los menores de edad con el consumo de drogas, alcohol y tabaco.
Porque estar en sitios que operan sin permisos de las autoridades conllevan a riesgos a su integridad física que los ponen en peligro frente a un siniestro o una agresión.
Porque las fiestas en las que participan niños sin la supervisión de los adultos, no están autorizadas por la reglamentación municipal de funcionamiento de establecimientos con venta de alcohol.
Pero también no podemos perder de vista la actuación policial en este tipo de casos, porque de conocer los derechos de niñas, niños y adolescentes (NNA) consagrados en la Constitución Federal, en la local del Estado de Morelos, así como en la Ley General en la materia, los policías habrían tomado acciones para detener a los responsables de organizar y desarrollar la fiesta.
También en proteger la integridad de los adolescentes que asistieron, en el aseguramiento de viviendas y/o terrenos que son rentados exprofeso para estas actividades; así como en sanciones administrativas por violar los reglamentos municipales, aunque esto tiene que ver más con otros temas de capacitación.
Finalizo citando textualmente un fragmento del artículo primero de la Convención Sobre los Derechos del Niño, “…se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad…” y reproduciendo los 20 derechos específicos que establece el artículo 13 de la citada Ley General sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes:
I. Derecho a la vida, a la paz, a la supervivencia y al desarrollo;
II. Derecho de prioridad;
III. Derecho a la identidad;
IV. Derecho a vivir en familia;
V. Derecho a la igualdad sustantiva;
VI. Derecho a no ser discriminado;
VII. Derecho a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral;
VIII. Derecho a una vida libre de violencia y a la integridad personal;
IX. Derecho a la protección de la salud y a la seguridad social;
X. Derecho a la inclusión de niñas, niños y adolescentes con discapacidad;
XI. Derecho a la educación;
XII. Derecho al descanso y al esparcimiento; XIII. Derecho a la libertad de convicciones éticas, pensamiento, conciencia, religión y cultura;
XIV. Derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información;
XV. Derecho de participación;
XVI. Derecho de asociación y reunión;
XVII. Derecho a la intimidad;
XVIII. Derecho a la seguridad jurídica y al debido proceso;
XIX. Derechos de niñas, niños y adolescentes migrantes, y
XX. Derecho de acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación.
Las autoridades federales, de las entidades federativas, municipales y de las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, en el ámbito de sus respectivas competencias, adoptarán las medidas necesarias para garantizar estos derechos a todas las niñas, niños y adolescentes sin discriminación de ningún tipo o condición.
Hasta aquí mis comentarios sobre las fiestas masivas clandestinas, buena semana y si tiene alguna fiesta, diviértanse sanamente, para predicar con el ejemplo.