/ jueves 11 de octubre de 2018

El problema no es Cuauh, sino la caterva…

Igual que en el 2000, primera transición democrática en México, el problema no parece estar en quienes han llegado al poder, sino en los que creen que llegaron por compartir algunos elementos ideológicos, algunos valores, algunas frases con quienes fueron encumbrados por el voto popular.

Hace 18 años, con Vicente Fox hubo grupos de extrema derecha que pensaron que quienes sufragaron por Fox los querían también a ellos y presionaron a un gobierno que, por acuerdos políticos les cedió posiciones que revivieron diferendos ya superados en la política nacional; lo mismo ocurrió en Morelos, donde Sergio Estrada Cajigal tuvo que cargar con una caterva infumable de sujetos que lo mismo atrasaron hasta prácticamente negar la posibilidad de una transformación en las estructuras tradicionales del poder, que elevaron el encono social fragmentando a la ciudadanía sin miramiento alguno.

Hoy ocurre lo mismo, podríamos confiar en la buena fe de Andrés Manuel López Obrador, pese a sus notorias inconsistencias discursivas; y podríamos hasta aplaudir la misma condición en Cuauhtémoc Blanco quien, con todo y sus errores mantiene una bonhomía hasta el momento incuestionable. El problema es la caterva. Porque muchos se burlan de las deficiencias académicas del hoy gobernador, igual lo hicieron con Sergio Estrada Cajigal; muchos le critican su legítimo enamoramiento de la idea de ser presidente, lo mismo que al ex mecánico que gobernó Morelos entre 2000 y 2006. Pero el problema nunca fue Sergio Estrada, igual que en este caso, el problema no es Cuauhtémoc Blanco, en todo caso, ambos han sido soluciones a momentos de encono social, de descrédito institucional, de falta de alternativas en la política tradicional. El problema son muchos de los otros que asumen que la gente los quiere también a ellos, como quiere al ex futbolista, como quiso a Sergio “el bailador”.

El asunto es que los grupos de presión, quienes presumen haber apoyado a Blanco Bravo y a López Obrador, no vienen incluidos en el paquete por el que los morelenses y los mexicanos votaron el 1 de julio. En ninguna parte de la boleta para gobernador decía “este Cuauh viene con grupos de presión incluidos, y con una serie de vividores del presupuesto con pilas por tres o seis años”. Tampoco en la boleta de la elección presidencial venía una advertencia así, y miren que la leímos varias veces para no llevarnos sorpresas.

Así que el respaldo popular que creen tener algunos “actores” (en el sentido de sujetos que simulan un rol en una puesta en escena) de la famosa cuarta transformación, es absolutamente nulo. La gente votó en Morelos por dos figuras Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco, y por una serie de valores que, por cierto, para nada están representados por quienes se asumen hoy como adalides de la política y la democracia. Tanto Cuauhtémoc como López Obrador sacaron alrededor del doble o más votación que cada uno de los diputados y alcaldes de su coalición en sus demarcaciones. El respaldo popular para muchos legisladores y alcaldes sigue en función de que se sometan a las promesas de López Obrador que no incluyen colgar consortes en la nómina del gobierno, tampoco diluir el carácter de contrapesos para la acción gubernamental, ni perpetuar las condiciones generadoras de corrupción en el poder público, ni limitar los derechos ciudadanos, y en general ninguna de esas cosas que, encendidos por las ocurrencias, están intentando los catervarios de Andrés Manuel y Cuauhtémoc.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Igual que en el 2000, primera transición democrática en México, el problema no parece estar en quienes han llegado al poder, sino en los que creen que llegaron por compartir algunos elementos ideológicos, algunos valores, algunas frases con quienes fueron encumbrados por el voto popular.

Hace 18 años, con Vicente Fox hubo grupos de extrema derecha que pensaron que quienes sufragaron por Fox los querían también a ellos y presionaron a un gobierno que, por acuerdos políticos les cedió posiciones que revivieron diferendos ya superados en la política nacional; lo mismo ocurrió en Morelos, donde Sergio Estrada Cajigal tuvo que cargar con una caterva infumable de sujetos que lo mismo atrasaron hasta prácticamente negar la posibilidad de una transformación en las estructuras tradicionales del poder, que elevaron el encono social fragmentando a la ciudadanía sin miramiento alguno.

Hoy ocurre lo mismo, podríamos confiar en la buena fe de Andrés Manuel López Obrador, pese a sus notorias inconsistencias discursivas; y podríamos hasta aplaudir la misma condición en Cuauhtémoc Blanco quien, con todo y sus errores mantiene una bonhomía hasta el momento incuestionable. El problema es la caterva. Porque muchos se burlan de las deficiencias académicas del hoy gobernador, igual lo hicieron con Sergio Estrada Cajigal; muchos le critican su legítimo enamoramiento de la idea de ser presidente, lo mismo que al ex mecánico que gobernó Morelos entre 2000 y 2006. Pero el problema nunca fue Sergio Estrada, igual que en este caso, el problema no es Cuauhtémoc Blanco, en todo caso, ambos han sido soluciones a momentos de encono social, de descrédito institucional, de falta de alternativas en la política tradicional. El problema son muchos de los otros que asumen que la gente los quiere también a ellos, como quiere al ex futbolista, como quiso a Sergio “el bailador”.

El asunto es que los grupos de presión, quienes presumen haber apoyado a Blanco Bravo y a López Obrador, no vienen incluidos en el paquete por el que los morelenses y los mexicanos votaron el 1 de julio. En ninguna parte de la boleta para gobernador decía “este Cuauh viene con grupos de presión incluidos, y con una serie de vividores del presupuesto con pilas por tres o seis años”. Tampoco en la boleta de la elección presidencial venía una advertencia así, y miren que la leímos varias veces para no llevarnos sorpresas.

Así que el respaldo popular que creen tener algunos “actores” (en el sentido de sujetos que simulan un rol en una puesta en escena) de la famosa cuarta transformación, es absolutamente nulo. La gente votó en Morelos por dos figuras Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco, y por una serie de valores que, por cierto, para nada están representados por quienes se asumen hoy como adalides de la política y la democracia. Tanto Cuauhtémoc como López Obrador sacaron alrededor del doble o más votación que cada uno de los diputados y alcaldes de su coalición en sus demarcaciones. El respaldo popular para muchos legisladores y alcaldes sigue en función de que se sometan a las promesas de López Obrador que no incluyen colgar consortes en la nómina del gobierno, tampoco diluir el carácter de contrapesos para la acción gubernamental, ni perpetuar las condiciones generadoras de corrupción en el poder público, ni limitar los derechos ciudadanos, y en general ninguna de esas cosas que, encendidos por las ocurrencias, están intentando los catervarios de Andrés Manuel y Cuauhtémoc.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

ÚLTIMASCOLUMNAS
lunes 23 de diciembre de 2019

La crisis que se asoma

Daniel Martínez

viernes 20 de diciembre de 2019

Otro round: ayuntamientos y ambulantes

Daniel Martínez

jueves 19 de diciembre de 2019

Libertad religiosa o imposición de cultos

Daniel Martínez

miércoles 18 de diciembre de 2019

Impacto de los minisalarios

Daniel Martínez

martes 17 de diciembre de 2019

Cuernavaca y los ausentes del diálogo

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

lunes 16 de diciembre de 2019

Alcaldes: la crisis que viene

Daniel Martínez

viernes 13 de diciembre de 2019

SNTE y aguinaldos

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

jueves 12 de diciembre de 2019

Cuauh y Lobito, el diálogo…

El homicidio del responsable de seguridad pública en Cuernavaca, David Juárez, fue el punto público de culminación del pleito

Daniel Martínez

miércoles 11 de diciembre de 2019

Violencia contra arte y cultura

Daniel Martínez

martes 10 de diciembre de 2019

La oposición también ausente

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

Cargar Más