/ lunes 7 de febrero de 2022

A 30 años, don Sergio sigue vigente

Queridos lectores, estamos en fechas de convocatorias y celebraciones no solo en la ciudad de Cuernavaca sino también en México. Verán porqué lo digo. Antier sábado 5 de febrero se cumplieron 425 años de la crucifixión de 26 frailes franciscanos en la colina de Tateyama en las afueras de Nagazaki, Japón, entre ellos, el del primer santo mexicano Felipe de Jesús quien pernoctó en el convento franciscano, siglos después Catedral de Cuernavaca, antes de proseguir su viaje a Acapulco donde se embarcaría rumbo al mar en pos de su destino. Y ayer, domingo se conmemoró el Aniversario número 30 del fallecimiento de don Sergio Méndez Arceo ocurrido el 6 de febrero de 1992.

Pues bien, con motivo de esta última fecha luctuosa, el registro de candidatos para obtener el Premio Nacional de Derechos Humanos Don Sergio Méndez Arceo, se cerrará este próximo viernes 11 de febrero. Por tal motivo, les quiero compartir, un artículo que encontré en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional José Martí en La Habana en 2008, escrito por el gran periodista cubano Ernesto Vera Méndez (1929-2016).

Buscaba yo qué se había publicado de don Sergio en Cuba cuando su muerte, me encontré notas y notas recortadas cuidadosamente por la censura soviética a todo lo religioso, pero empeñada en que debía encontrar algo, hallé una sentida nota que les compartiré. Era un artículo que se publicó el 11 de febrero de 1992 en el periódico oficial cubano Granma, tres días después de que los restos de don Sergio fueran inhumados. Escrita por don Ernesto Vera Méndez, a quien tuve la fortuna de conocer en su departamento familiar en La Habana, lo tituló así: Don Sergio sigue aquí.

“A la misma hora en que, dos días después de su fallecimiento, se le dio sepultura, Sergio Méndez Arceo debió de hablar en la culminación de la marcha de Solidaridad con Cuba, en la ciudad de México. El Obispo Emérito de Cuernavaca, no pudo ser el orador principal del acto suspendido por su muerte, pero miles de gargantas multiplicaron su voz en la Catedral de Cuernavaca en todo lo que no pudo decir por Cuba y por todos los que luchan contra la explotación, la pobreza y la miseria en los países latinoamericanos. A los pies del féretro las flores enviadas por Fidel Castro y sobre el ataúd una leyenda escrita que sintetizaba la conducta inclaudicable del obispo de los pobres: ´Sacudamos el miedo, esperando no fallar´ logró los dos objetivos, porque su valentía nunca le faltó a los pueblos y para Cuba creció más conforme avanzaba el bloqueo económico impuesto a la isla. Días antes de morir realizó su última gestión solidaria con la revolución cubana al reunir a periodistas y otros intelectuales en Cuernavaca para fortalecer el movimiento ´Va por Cuba´, del que don Sergio era el alma y el principal activista. Nunca olvidaremos la mañana del 8 de febrero, cuando junto al cadáver de don Sergio hablaron decenas de personas para jurarle que siempre tendrán en él la más hermosa enseñanza, la de un religioso fiel a su fe porque fue capaz de compartirla con las ansias de los humildes y sus causas justas. Y los rostros del pueblo fueron, ese día, el altar mayor que bendijeron con aplausos en misa interminable, tal era el deseo colectivo de retrasar el momento de la despedida de aquel cuerpo inerme que levantaba con su sola presencia todos los corazones. Hay luto en México, en toda América Latina, en Cuba, pero es de un dolor distinto, anunciado en forma concluyente por el aplauso que le acompañó al bajar su féretro a la cripta. Desde allí seguirá combatiendo y su espléndida sonrisa de puro y verdadero sacerdote siempre estará en cada rostro noble, en cada trinchera donde luchan los hombres libres. Ese adiós a don Sergio, sentimos que fue un saludo fraternal que nunca se irá del amor de nuestros pueblos”. Aquí acaba el artículo del Granma. Y yo me pregunto: ¿Porqué era tan polémico don Sergio? Tal vez por asegurar que no había que esperar la justicia divina como remedio a los males humanos, sino que había que buscarla en la tierra.

El llamado Obispo Rojo fue un revolucionario de la Iglesia que en las décadas de los 50, 60, 70 y 80 siempre defendió su libertad de tener amigos de todas las ideologías. A su llegada a Cuernavaca, murió en el D.F., lo esperaba desde el monumento de La Paloma de la Paz un contingente que con respeto bajó el féretro y lo cargaron a una velada mortuoria en la Iglesia de Ocotepec muy cerca de dónde él vivió sencillamente desde que salió como Obispo.

Ya nuevamente a bordo de la carroza mortuoria, rumbo a la Catedral para su homenaje, fue guiado por un despliegue de motociclistas de tránsito en formación de V invertida, que con sirenas encendidas iban indicando su paso por la ciudad rumbo a la Catedral donde lo esperaban miles de personas, mientras las iglesias de la ciudad capital de Morelos tañían sus campanas en señal de duelo. Y hasta el próximo lunes.

Queridos lectores, estamos en fechas de convocatorias y celebraciones no solo en la ciudad de Cuernavaca sino también en México. Verán porqué lo digo. Antier sábado 5 de febrero se cumplieron 425 años de la crucifixión de 26 frailes franciscanos en la colina de Tateyama en las afueras de Nagazaki, Japón, entre ellos, el del primer santo mexicano Felipe de Jesús quien pernoctó en el convento franciscano, siglos después Catedral de Cuernavaca, antes de proseguir su viaje a Acapulco donde se embarcaría rumbo al mar en pos de su destino. Y ayer, domingo se conmemoró el Aniversario número 30 del fallecimiento de don Sergio Méndez Arceo ocurrido el 6 de febrero de 1992.

Pues bien, con motivo de esta última fecha luctuosa, el registro de candidatos para obtener el Premio Nacional de Derechos Humanos Don Sergio Méndez Arceo, se cerrará este próximo viernes 11 de febrero. Por tal motivo, les quiero compartir, un artículo que encontré en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional José Martí en La Habana en 2008, escrito por el gran periodista cubano Ernesto Vera Méndez (1929-2016).

Buscaba yo qué se había publicado de don Sergio en Cuba cuando su muerte, me encontré notas y notas recortadas cuidadosamente por la censura soviética a todo lo religioso, pero empeñada en que debía encontrar algo, hallé una sentida nota que les compartiré. Era un artículo que se publicó el 11 de febrero de 1992 en el periódico oficial cubano Granma, tres días después de que los restos de don Sergio fueran inhumados. Escrita por don Ernesto Vera Méndez, a quien tuve la fortuna de conocer en su departamento familiar en La Habana, lo tituló así: Don Sergio sigue aquí.

“A la misma hora en que, dos días después de su fallecimiento, se le dio sepultura, Sergio Méndez Arceo debió de hablar en la culminación de la marcha de Solidaridad con Cuba, en la ciudad de México. El Obispo Emérito de Cuernavaca, no pudo ser el orador principal del acto suspendido por su muerte, pero miles de gargantas multiplicaron su voz en la Catedral de Cuernavaca en todo lo que no pudo decir por Cuba y por todos los que luchan contra la explotación, la pobreza y la miseria en los países latinoamericanos. A los pies del féretro las flores enviadas por Fidel Castro y sobre el ataúd una leyenda escrita que sintetizaba la conducta inclaudicable del obispo de los pobres: ´Sacudamos el miedo, esperando no fallar´ logró los dos objetivos, porque su valentía nunca le faltó a los pueblos y para Cuba creció más conforme avanzaba el bloqueo económico impuesto a la isla. Días antes de morir realizó su última gestión solidaria con la revolución cubana al reunir a periodistas y otros intelectuales en Cuernavaca para fortalecer el movimiento ´Va por Cuba´, del que don Sergio era el alma y el principal activista. Nunca olvidaremos la mañana del 8 de febrero, cuando junto al cadáver de don Sergio hablaron decenas de personas para jurarle que siempre tendrán en él la más hermosa enseñanza, la de un religioso fiel a su fe porque fue capaz de compartirla con las ansias de los humildes y sus causas justas. Y los rostros del pueblo fueron, ese día, el altar mayor que bendijeron con aplausos en misa interminable, tal era el deseo colectivo de retrasar el momento de la despedida de aquel cuerpo inerme que levantaba con su sola presencia todos los corazones. Hay luto en México, en toda América Latina, en Cuba, pero es de un dolor distinto, anunciado en forma concluyente por el aplauso que le acompañó al bajar su féretro a la cripta. Desde allí seguirá combatiendo y su espléndida sonrisa de puro y verdadero sacerdote siempre estará en cada rostro noble, en cada trinchera donde luchan los hombres libres. Ese adiós a don Sergio, sentimos que fue un saludo fraternal que nunca se irá del amor de nuestros pueblos”. Aquí acaba el artículo del Granma. Y yo me pregunto: ¿Porqué era tan polémico don Sergio? Tal vez por asegurar que no había que esperar la justicia divina como remedio a los males humanos, sino que había que buscarla en la tierra.

El llamado Obispo Rojo fue un revolucionario de la Iglesia que en las décadas de los 50, 60, 70 y 80 siempre defendió su libertad de tener amigos de todas las ideologías. A su llegada a Cuernavaca, murió en el D.F., lo esperaba desde el monumento de La Paloma de la Paz un contingente que con respeto bajó el féretro y lo cargaron a una velada mortuoria en la Iglesia de Ocotepec muy cerca de dónde él vivió sencillamente desde que salió como Obispo.

Ya nuevamente a bordo de la carroza mortuoria, rumbo a la Catedral para su homenaje, fue guiado por un despliegue de motociclistas de tránsito en formación de V invertida, que con sirenas encendidas iban indicando su paso por la ciudad rumbo a la Catedral donde lo esperaban miles de personas, mientras las iglesias de la ciudad capital de Morelos tañían sus campanas en señal de duelo. Y hasta el próximo lunes.