San Miguel Acapantzingo es uno de los 12 pueblos originarios de Cuernavaca. Y aunque ha evolucionado con el paso de los años, aún conserva su identidad cultural. La historia que lo envuelve y sus tradiciones lo han convertido en Patrimonio Cultural de la capital del estado.
Por este sitio atraviesa la barranca de Amanalco, por la parte sur, que desemboca en el río Apatlaco. La belleza de este pueblo cautivó a personajes como Hernán Cortés, Maximiliano de Habsburgo y a la Marquesa Calderón de la Barca. Te contamos un poco de su historia.
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Acapantzingo cautiva a Hernán Cortés
El cronista Octavio Sedano recuerda que cuando los españoles llegaron a Cuauhnáhuac se instalaron en la avenida de la Barranca de Amanalco. Ahí los tlaxcaltecas se vieron rodeados por los españoles, por lo que salieron huyendo, dejando a los habitantes de Cuauhnáhuac a su suerte; “entonces Cortés empieza a robar y a violar a las mujeres hasta que llega Yoatzin, el cacique de Cuauhnáhuac, y lo invita a pasar la noche en su casa, una finca que estaba en Acapantzingo. Era una finca preciosa, llena de árboles frutales, que estaba donde ahora está la Iglesia de San Miguel”.
Al otro día, según lo que platica Miguel Salinas, Hernán Cortés pidió una misa de gracias que se realizó en el patio de la finca y que fue oficiada por el Fraile Melgarejo, quien venía con Cortés.
Los indígenas lo estaban observando todo arriba de un árbol, muy extrañados de ver cómo esos hombres feroces, que se comportaron de forma violenta, ahora se arrodillaban ante una cruz con un hombre sangrando que era Jesucristo. A Cortés le encantó Cuauhnáhuac, y regresó en otra ocasión, ordenando que su haga su palacio, y regula lo que sería la Villa de Cuauhnáhuac.
Acapantzingo, a través de los ojos de Calderón de la Barca
En 1842, la condesa Frances Erskine de Calderón de la Barca, esposa del embajador español ante México llega a Morelos y en sus cartas habla de la naturaleza que se veía en este sitio.
"Al entrar al pueblo de Acapantzingo queda impresionada; mencionaba que nunca había visto un pueblo tan limpio e indios tan pulcros. ‘Y es maravilloso porque uno caminaba por la calle y sus enramadas, lo hacen como si fuera un túnel que proyecta una sombra hermosa, el camino serpentea los riachuelitos cruzándose entre las patas de los caballos’".
Maximiliano de Habsburgo en Acapantzingo
Octavio Sedano recuerda que, en 1866, el emperador Maximiliano visitó Cuauhnáhuac por primera vez, y desde el primer momento quedó fascinado con la ciudad, por lo que mandó construir su finca en Acapantzingo, a la que llamó Casa del Olindo, lugar que actualmente alberga el Jardín Etnobotánico y el Museo de Medicina Tradicional y Herbolaria.
"José Luis Blasio, que fue secretario particular de Maximiliano, relata que todos los sábados iban a desayunar al bosque, ahí por el Ajusco, y una ocasión el coronel Paulino Lamadrid le dice a Maximiliano que muy cerca hay unas tierras hermosas que le van a agradar mucho, eso le entusiasma y llegan a Cuernavaca. Y como la gente sabía que venía, le hicieron una valla desde Santa María hasta el Palacio de Cortés. Don Ángel Pérez Palacios lo invita a pasar a su casa, que era en el actual edificio Bellavista, pasa la noche ahí y al otro día le dice que le gustó mucho Cuernavaca y quiere fijar un lugar de residencia aquí, es cuando lo llevan al Jardín Borda y lo adquiere".
La Casa del Olindo
Octavio Sedano menciona que Maximiliano, salía a caminar por las tardes, y entre esas ocasiones, se dirigió al pueblo de Acapantzingo y le encantó.
"Le pide al encargado que le busque unas tierras ahí, y compra un espacio para construir su finca, la cual nunca habitó, pero fue muy conocida. Los vecinos, encantados de tenerlo como vecino, le hicieron una fiesta".
Acapantzingo a través de los años
Con el paso de los años, Cuernavaca se ha transformado significativamente, debido al crecimiento y desarrollo urbano, dejando muy poco de lo que se vivió en otras épocas, que le daban el nombre de la Ciudad de la Eterna Primavera, recuerda Octavio Sedano.
Ya no hay tierras ejidales, se ha poblado muchísimo. Recuerdo que cuando llegaba a ir en los años sesenta, era un pueblo muy tranquilo y muy bonito en el que había poca gente circulando, y ahora es un lugar que está completamente lleno, la mancha urbana lo absorbió.
Pero algo muy importante a destacar es que, de alguna manera los que han llegado a vivir a Acapantzingo han respetado la construcción del pueblo y sus tradiciones.
"En la zona del Acapantzingo viejo, que es donde está la iglesia, todas las casas son tipo colonial, no son muy modernas, quizás una que otra se sale del cuadro, pero especialmente se ha respetado su arquitectura".
Fiestas y tradiciones
Una de las tradiciones más importantes es la fiesta de San Miguel Acapantzingo, que tiene más de 500 años de tradición, y se celebra el 29 de septiembre en la Iglesia de San Miguel, templo que fue construido en 1582.
"Es una fiesta muy importante e interesante, porque los vecinos se cooperan, pagan los chinelos, brindan las comidas, es una de las tradiciones más importantes que se ha mantenido por muchos años".
Parque Ecológico San Miguel Acapantzingo
Otro de los sitios importantes en Acapantzingo es el Parque Ecológico San Miguel Acapantzingo, que anteriormente fue el Centro de Readaptación Social del Estado de Morelos, conocido popularmente como la Penitenciaría de Atlacomulco o "La Peni".
"La cárcel de Cuernavaca estaba a un costado del Palacio de Cortés donde ahora está lleno de ambulantes. Cuando llega don Vicente Estrada Cagijal, traslada la cárcel al pueblo de Acapantzingo, y tenía sus muros muy grandes y realmente se sentía raro pasar por ahí, daba algo de miedo".
Durante cerca de 70 años fue la cárcel, y aunque se diseñó para una población de 200 internos, con el paso del tiempo llegó a tener a más de mil, por lo que durante el mandato de Sergio Estrada Cajigal se demolió y los reos fueron trasladados al penal de Atlacholoaya.