/ domingo 3 de octubre de 2021

Rodrigo de la Cadena, el grande

'Gracias al gran Rodrigo de la Cadena por esta noche de recuerdos y nostalgias, pero también de esperanza fehaciente'

Es un mote que le va bien al gran Rodrigo de la Cadena y es que la grandeza se puede medir en múltiples ángulos y desde múltiples enfoques. En el caso de este artista, defensor a raigambre del bolero, la grandeza se trasluce en sus aportaciones creativas y de difusión de este género, así como en su pasión y fe por la buena música.

La noche del sábado los creyentes en esta dimensión de grandeza se dieron cita en el Centro Cultural Teopanzolco, en la eternamente primaveral Cuernavaca: recinto hermoso, con escalinatas que recuerdan las edificaciones piramidales, y que, al igual que ellas, guardan y proveen de un misticismo especial los eventos que ahí suceden. Ahí Rodrigo, el grande, hizo las delicias del público al cantar por más de dos horas los éxitos del festival OTI, aquel que para algunos de los presentes representó recuerdos de infancia o juventud y para otros, los más jóvenes, nada. Sin embargo , la música obró el milagro y las canciones, esas sí mil veces escuchadas, de intérpretes como José José, Emmanuel, Yoshio, Gualberto Castro, entre otros; al igual que el reconocimiento a grandes autores como Mario Pintor, Felipe Gil, Sergio Esquivel, por mencionar solo a algunos, permitieron una gran respuesta del público que las coreó, aplaudió y demandó con entusiasmo. Muchas de ellas demandaban un gran potencial interpretativo, resuelto con grandeza también por este magnánimo artista.

Cortesía | Irene Ortega


Conmovedor fue el momento en que una mujer se acercó al escenario y en él depositó la urna con las cenizas de su madre: ella había deseado estar ahí, pero la cronología de su tiempo se detuvo antes. Rodrigo el grande le dedicó este concierto a la mujer ausente y dedicó también su presentación a todos los caídos por “este periplo" fatal que ha sido la pandemia. Incluyendo a su padre mismo.

Cortesía | Irene Ortega


Gracias al gran Rodrigo de la Cadena por esta noche de recuerdos y nostalgias, pero también de esperanza fehaciente mostrada a través de los jóvenes valores: Pablo Marentes, Evan y los gloriosos hermanos Miranda quienes lo acompañaron para recordarnos esta noche, la verdadera grandeza del arte, de la música y de la pasión por vivir.

*Minerva Acosta, docente de literatura y 'aficionada a la buena música'.






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Es un mote que le va bien al gran Rodrigo de la Cadena y es que la grandeza se puede medir en múltiples ángulos y desde múltiples enfoques. En el caso de este artista, defensor a raigambre del bolero, la grandeza se trasluce en sus aportaciones creativas y de difusión de este género, así como en su pasión y fe por la buena música.

La noche del sábado los creyentes en esta dimensión de grandeza se dieron cita en el Centro Cultural Teopanzolco, en la eternamente primaveral Cuernavaca: recinto hermoso, con escalinatas que recuerdan las edificaciones piramidales, y que, al igual que ellas, guardan y proveen de un misticismo especial los eventos que ahí suceden. Ahí Rodrigo, el grande, hizo las delicias del público al cantar por más de dos horas los éxitos del festival OTI, aquel que para algunos de los presentes representó recuerdos de infancia o juventud y para otros, los más jóvenes, nada. Sin embargo , la música obró el milagro y las canciones, esas sí mil veces escuchadas, de intérpretes como José José, Emmanuel, Yoshio, Gualberto Castro, entre otros; al igual que el reconocimiento a grandes autores como Mario Pintor, Felipe Gil, Sergio Esquivel, por mencionar solo a algunos, permitieron una gran respuesta del público que las coreó, aplaudió y demandó con entusiasmo. Muchas de ellas demandaban un gran potencial interpretativo, resuelto con grandeza también por este magnánimo artista.

Cortesía | Irene Ortega


Conmovedor fue el momento en que una mujer se acercó al escenario y en él depositó la urna con las cenizas de su madre: ella había deseado estar ahí, pero la cronología de su tiempo se detuvo antes. Rodrigo el grande le dedicó este concierto a la mujer ausente y dedicó también su presentación a todos los caídos por “este periplo" fatal que ha sido la pandemia. Incluyendo a su padre mismo.

Cortesía | Irene Ortega


Gracias al gran Rodrigo de la Cadena por esta noche de recuerdos y nostalgias, pero también de esperanza fehaciente mostrada a través de los jóvenes valores: Pablo Marentes, Evan y los gloriosos hermanos Miranda quienes lo acompañaron para recordarnos esta noche, la verdadera grandeza del arte, de la música y de la pasión por vivir.

*Minerva Acosta, docente de literatura y 'aficionada a la buena música'.






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