Para los habitantes originarios del pueblo de Tlaltenango, en Cuernavaca, la celebración a la virgen de Guadalupe que cada septiembre se realiza desde hace 301 años, es una ceremonia importantísima.
Así que, a pesar de que en esta edición no habrá Feria, los fieles se organizaron para realizar la conmemoración religiosa como ya es costumbre. Este martes se dieron a la tarea de hacer la portada que se coloca a la entrada de la iglesia.
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“Es una celebración centenaria y la virgen de Tlaltenango es la patrona de todo el Estado de Morelos y se tenia pensado que en los 300 años se iba a realizar una celebración en todo el Estado, pero por la pandemia no se pudo hacer”, dijo Susano Albeal Camacho.
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Sin embargo, mencionó que para los creyentes lo verdaderamente importante es la festividad a la virgen y recordó que la portada que cada año se hace, tuvo origen en tiempos de la Revolución Mexicana, cuando un grupo de personas se llevó a la Virgen a Iztapalapa, ahora Ciudad de México.
“Desde ahí empieza su manda de ellos y por eso vienen cada año como costumbre a traerle su ofrenda de la portada de Tlaltenango, en la que participamos todos los nativos con algunos adornos o comida para ellos”.
Este adorno se realiza hasta en dos o tres días, así que los trabajos comienzan desde antes para que el 7 de septiembre este lista, con el fin de celebrar a la virgen el día 8.
Otro de los habitantes de Tlaltenango, Florencio Hernández, dijo que esta tradición lleva generaciones dentro de su familia y que por ello nunca se ha perdido una conmemoración.
“Antes para poner la portada era más difícil, nos tardábamos mucho tiempo, teníamos muchas complicaciones y a veces pedíamos ayuda a los vecinos. Una vez la pusimos desde las 6:00 de la tarde hasta las 2:00 de la mañana”.
Los arreglos quedaron listos esta misma tarde y se espera que este miércoles, se lleve a cabo la ceremonia religiosa sin contratiempos y con la participación solamente de algunos files y sacerdotes, debido a la pandemia.
Extrañan la fiesta en Tlaltenango
En Cuernavaca, la señora Mercedes explicó emocionada que nació y creció creyendo en la fe de la gran Señora de los Milagros de Tlaltenango.
Emocionada hasta las lágrimas dijo estar triste porque no se pudo celebrar con una gran fiesta como antes cuando la avenida era de terracería y las calles con lodo.
La fiesta en su honor nunca se había interrumpido, confesó que pidió para que se acabe el Covid-19.
Mojiganga en Coatetelco
En el municipio indígena de Coatetelco, nadie detiene la tradicional celebración de La Mojiganga, qué año con año en el marco de la celebración del Día del natalicio de la Virgen María, conocida como la Natividad, llevan a cabo pese a las prohibiciones del Consejo municipal indígena por la contingencia de la pandemia.
Este año como el año pasado volvieron a salir en la víspera y este 8 de septiembre arriba los contingentes a la iglesia y al zócalo de la localidad.
El consejal Norberto Zamorano Ortega aseguró que debido a las condiciones generadas por la pandemia no habría celebración del día de la mojiganga, por lo cual se cancelaría el evento este año también. Sin embargo, la gente de Coatetelco desoyó las restricciones y decidió realizar la fiesta popular.
La celebración forma parte de ese sincretismo religioso entre las fiestas pagana y religiosa, de la que en el periodo del obispado de Méndez Arceo la iglesia se deslindó del día de la mojiganga, por lo que sólo quedó establecida como una festividad de la comunidad indígena.
Las personas conviven con disfraces burlescos y muñecos gigantes vestidos para emular algunos personajes políticos o de la sociedad.
La creatividad en la elaboración de estas figuras los motivó a organizar un concurso y aumentar el número de participantes, quienes pese a las restricciones que impone el semáforo naranja de la pandemia organizaron la tradicional celebración, y en la víspera se reunieron para realizar un recorrido acompañados de la banda de música de viento.
Los elementos de la policía municipal encabezaron el contingente de personas disfrazadas de singulares especímenes, quinceañeras y dos enormes muñecas.
Algunos vecinos sólo se limitaron a decir: son usos y costumbres, por lo que refirieron que la celebración consiste en hacer un recorrido por las principales calles con la participación de mucha gente, especialmente jóvenes que se disfrazan de apaches, parcas, osos y, lo más común, de mujeres.
Acompañados con música de viento se detienen para hacer un singular espectáculo de baile en cada esquina y durante el trayecto ingieren bebidas alcohólicas. Al final del recorrido se premia al mejor disfraz y cuentan las porras y la algarabía de apoyo que tenga cada participante.
El recorrido debe ser acompañado de una o dos mojigangas alusivas a algún personaje de la vida política o social sobresaliente en algún ámbito de la política, la cultura popular, ya sea local o nacional.
Con información de Israel Mariano y Angelina Albarrán
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