Cuando Xóchitl Gálvez fue reconocida oficialmente el 3 de septiembre como abanderada del Frente Amplio por México, los líderes de los partidos de derecha le dieron su apoyo con gran entusiasmo, creyendo que la senadora hidalguense –en su calidad de “candidata ciudadana”—resolvería la profunda crisis de credibilidad que los sacude.
De inmediato, Xóchitl se lanzó a una gira nacional en busca de apoyo popular, con la complacencia de los medios corporativos, los cuales crearon las mayores expectativas y la presentaron ante la población como la persona que rescataría al pueblo de manos de la izquierda. Sin embargo, en poco tiempo los fracasos empezaron a presentarse en sus visitas a algunas colonias populares, o mercados, donde la gente del común le manifestaba su repudio, o la abucheaban, y empezaron a ocurrir las primeras reuniones fallidas en varias entidades, con poca asistencia.
De manera simultánea, diversos escándalos comenzaron a surgir en torno a su figura: aparecieron reportajes sobre ciertas ventas y compras de casas que hizo de manera irregular, así como la revelación del plagio que cometió –y reconoció—con relación a su tesis para obtener la licenciatura en Ingeniería por parte de la UNAM.
Pero lo más importante sucedió cuando se conoció una reciente encuesta levantada por la empresa Buendía y Márquez –de sólido prestigio durante décadas—en la que la senadora Gálvez aparece en un lejano segundo lugar, con 30 puntos porcentuales de desventaja respecto a la abanderada de la izquierda, Claudia Sheinbaum.
Según esta casa consultora, si la votación fuera hoy Claudia Sheinbaum, abanderada de la izquierda, obtendría 50% de los votos; Xóchitl Gálvez, representante del Frente Amplio, recibiría las preferencias del 20%; Samuel García, eventual candidato de Movimiento Ciudadano (MC) tendría el 7%, mientras el probable candidato independiente, el actor Eduardo Verástegui, sería apoyado por el 4% de los votantes. Esta encuesta fue publicada el 4 de octubre en el periódico “El Universal”, diario que se ha caracterizado por su crítica sistemática al gobierno del presidente López Obrador.
Con base en estas cifras, los focos rojos se encendieron en los diversos ámbitos de la oposición de derecha. Fue como un detonador. En los altos círculos –o sea, entre los dirigentes del PRIAN—se prendieron las alarmas. Lo que al principio llamaron “el efecto Xóchitl” no estaba funcionando, ni su campaña prendía en amplios sectores de la sociedad.
Su coordinador de campaña, Santiago Creel, la ha dejado sola, no ha tenido presencia en sus recorridos, ni publica nada. Incluso algunos dirigentes aprovecharon la temporada para tomar vacaciones.Por cierto, en una entrevista realizada por TV el día que se publicó la encuesta de Buendía, Santiago Creel aseveró que, según otras mediciones que obran en su poder, la distancia entre ambas aspirantes solo “es de un dígito”. Y de nuevo comenzó a manejar el discurso del “empate técnico”.
Cuando Xóchitl Gálvez se enteró de las cifras de Buendía y Márquez, se le ocurrió comentar: “Bienaventurados los que están en el fondo del pozo..” aceptando tácitamente su precaria situación. Después agregó que se levantará de ahí, como lo ha hecho en otras ocasiones, en las diferentes campañas en que ha participado.
Varios comentaristas, por el contrario, han comenzado a publicar diversas críticas sobre la campaña y actitudes de la precandidata. Por ejemplo: Ciro Gómez Leyva ha hecho constantes referencias a la improvisación de su campaña, y sobre todo a la falta de apoyo de su equipo de trabajo.
Joaquín López Dóriga expresó en público su molestia por la falta de asistencia de la candidata Gálvez a la reunión del 4 al 6 de octubre con los industriales del país. La organización de los industriales de México –CONCAMIN—la invitó previamente, y ella aceptó, participar en su reunión que se realizó en León, Gto., donde ella fue programada en un espacio relevante. Pero la candidata los dejó plantados.
El columnista Raymundo Riva Palacio, por su parte, subrayó la falta de estrategia que caracteriza su precampaña, así como la improvisación que se nota en sus actividades. En especial, se ha referido al desatino de emprender giras sin planeación, como las que realizó por Tabasco y Baja California, las cuales –dijo—solo significan pérdida de tiempo y recursos, ya que por más esfuerzos que se hagan, en esas entidades los ciudadanos no votarán por otra opción distinta a Morena y la izquierda.
Carlos Bravo Regidor, a su vez, expresó que a Xóchitl Gálvez le sobran palabras, pero le falta mensaje. Tiene muchas poses, pero le falta presencia. Con relación a su estilo personal, señaló que al principio, la senadora Gálvez impactó al público y a los medios con su estilo fresco e informal, pero que hoy, con todo el peso de una campaña en contra, sus respuestas la hacen ver como una candidata displicente.
El coro de comentaristas –los mismos que llegaron a inventar lo del atentado magnicida—que antes funcionaba en los medios corporativos de manera coordinada, se ha comenzado a descuadrar. Hoy es un coro desafinado. Los hechos van demostrando que, en realidad, Xóchitl Gálvez mostró solo al inicio algunas características que la hicieron aceptable ante algunos sectores de derecha. La desfachatez y soltura de su lenguaje generaron entusiasmo. Pero las ocurrencias y groserías –por muy simpáticas que parezcan-- no pueden sustituir a los proyectos. La abanderada prianista carece de propuestas atractivas para la sociedad. Xóchitl Gálvez va quedando en el imaginario público sólo como un fenómeno virtual, pero sin presencia en la realidad política del país.
Esta nueva realidad política indica con claridad que la sociedad mexicana rechaza a los partidos del viejo régimen (PRI-PAN y PRD). En cada encuesta que se levanta, el partido tricolor recibe más del 60 por ciento del rechazo popular, mientras el PAN no le va mucho a la zaga. El PRD ya no existe en términos de opinión pública en el país. Las tribus que se formaron en su interior terminaron por devorarlo.
Es insensato –por decir lo menos—que la tarea de rescatar a esos viejos cascarones se asigne a un personaje de “la sociedad civil”. Y el asunto empeora porque esa abanderada navega sola, dando numerosas muestras de debilidad y presentando varios puntos negativos. De nada le ha servido el “relanzamiento”. La oposición de derecha se encuentra en medio de una crisis de legitimidad, y ningún personaje podrá evitar el rechazo de la sociedad mexicana.