/ martes 3 de octubre de 2023

El soft power, de cabeza de ratón a cola de león

El soft power o poder blando, es un término utilizado en las relaciones internacionales para describir la forma en que un Estado influye en un tercero a través de la cultura, la política o los aspectos sociales. De hecho, este tipo de poder fue creado para contraponer la forma histórica de dominio de las naciones hegemónicas en el planeta que tenían que ver con el uso de la fuerza militar y la presión económica.

Es en este orden de ideas que muchas naciones han intentado influir en otras a través de diversos elementos para poder participar de sus mercados comerciales, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas pues no es fácil apropiarse de un concepto nada más porque sí, sobre todo, cuando se intenta la aculturación de otras naciones, pero sin dinero.

Es por ello que, aunque el poder blando pueda ser una opción importante para las naciones no hegemónicas como las del sur global, este no sea suficiente para que elementos como el cine, la gastronomía o la música puedan tener una influencia significativa en el desarrollo económico y político de las naciones del sur global. Me explico, a pesar de que el mundo pudiera tener un mayor grado de importancia en cualquier mercado, son -casi- siempre las mismas propuestas las que imperan en el desarrollo internacional. A continuación, algunos ejemplos:

Cuando se habla de cultura, podríamos referirnos a causantes fundamentales del desarrollo de las civilizaciones, pues el mundo tiene sus bases en las culturas sumeria, babilónica, china, india o mesoamericanas como la inca, azteca o maya; sin embargo, y aunque también fueron importantes, en la educación se habla principalmente de aquellas que provienen de Europa, como la griega y la romana. Es más, se habla más del impacto de estas en las sociedades modernas que de las propias culturas de los países en los que se estudia.

Otro ejemplo puede ser la gran variedad musical existente en el planeta que termina haciéndose reconocida a partir de un programa o proyecto que viene desde el norte global porque ¿cómo podríamos explicar que el Grammy Latino se entregue en Estados Unidos y no en Caracas, Río de Janeiro o Lima? La clave es el dinero y el impacto que se tiene en el desarrollo comercial de cualquier producto que, por muy importante que sea, terminará cediendo ante la hegemonía económica.

El deporte también termina cediendo ante los encantos del dinero pues, los grandes eventos mundiales acaban por suceder -principalmente- en naciones que tienen dinero y no en aquellas que son dueñas de la propia cultura deportiva ancestral. Un gran ejemplo son los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París el próximo año y que nunca se han celebrado en países pobres o en vías de desarrollo, por ejemplo, en África, Asia Central o Medio Oriente.

Es en este orden de ideas que es conveniente hablar de México, quien ha jugado siempre un papel fundamental en el desarrollo del comercio y las relaciones internacionales, sobre todo en la América Latina, sin embargo, también se debe recordar primero que, aunque nuestra nación pertenece a un grupo selecto de Estados, no somos una de las naciones más fuertes económica ni comercialmente hablando, pues nuestra cultura o gastronomía solo tienen un impacto real en los Estados Unidos.

Seguramente, al estar leyendo estas líneas podrás estar pensando en que el soft power mexicano existe pues hay ejemplos puntuales de que nuestra cultura es bien conocida en otras naciones, sin embargo, el soft power no solo se trata de llegar la cultura a otras latitudes, sino que esta genere un beneficio real a nuestra nación, tal como lo hace McDonald´s al ponerle jalapeño o guacamole a las hamburguesas que vende en México o como lo hace Wal-Mart vendiendo productos nacionales en cualquier Estado en el que se encuentre.

Entonces, existen ejemplos de los que los mexicanos o kenianos o malayos o argentinos o búlgaros o croatas o marroquíes o libaneses o de cualquier otra nacionalidad del sur global nos sentimos orgullosos, pero que no representan ganancias reales en beneficio de sus sociedades.

Como ejemplo puedo referir que de poco o nada le sirve a México que el Canelo Álvarez pelee en Las Vegas y que Dana Paola cante hermoso nuestro himno si las ganancias económicas se quedan allá. De nada sirve que los argentinos se sientan harto orgullosos de que Lionel Messi domine el futbol internacional, si las ganancias están en Miami. Poco ayuda a Serbia que Novak Djokovic sea el tenista más ganador de la historia si los torneos internacionales se juegan en Nueva York, París, Londres o Melbourne. Solo para la memoria queda que Shakira sea colombiana si hace 20 años no vive en Barranquilla. Es prácticamente inservible que en el Barrio Latino de París se vendan Kebabs si se comercializan en euros y no en liras turcas.

Es por todo esto que cuando se habla de soft power mexicano, no se trata de vanagloriarnos de que nuestra cultura se esté impregnando cada día más en los Estados Unidos, sino que el impacto económico se vea realmente en México y, sobre todo, que nuestra nación, o cualquier otra del sur global, pueda tomar decisiones importantes en el planeta y así comenzar a replantear la idea de qué es más importante, si ser cabeza de ratón o cola de león.

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Sígalo en @fabrecam

El soft power o poder blando, es un término utilizado en las relaciones internacionales para describir la forma en que un Estado influye en un tercero a través de la cultura, la política o los aspectos sociales. De hecho, este tipo de poder fue creado para contraponer la forma histórica de dominio de las naciones hegemónicas en el planeta que tenían que ver con el uso de la fuerza militar y la presión económica.

Es en este orden de ideas que muchas naciones han intentado influir en otras a través de diversos elementos para poder participar de sus mercados comerciales, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas pues no es fácil apropiarse de un concepto nada más porque sí, sobre todo, cuando se intenta la aculturación de otras naciones, pero sin dinero.

Es por ello que, aunque el poder blando pueda ser una opción importante para las naciones no hegemónicas como las del sur global, este no sea suficiente para que elementos como el cine, la gastronomía o la música puedan tener una influencia significativa en el desarrollo económico y político de las naciones del sur global. Me explico, a pesar de que el mundo pudiera tener un mayor grado de importancia en cualquier mercado, son -casi- siempre las mismas propuestas las que imperan en el desarrollo internacional. A continuación, algunos ejemplos:

Cuando se habla de cultura, podríamos referirnos a causantes fundamentales del desarrollo de las civilizaciones, pues el mundo tiene sus bases en las culturas sumeria, babilónica, china, india o mesoamericanas como la inca, azteca o maya; sin embargo, y aunque también fueron importantes, en la educación se habla principalmente de aquellas que provienen de Europa, como la griega y la romana. Es más, se habla más del impacto de estas en las sociedades modernas que de las propias culturas de los países en los que se estudia.

Otro ejemplo puede ser la gran variedad musical existente en el planeta que termina haciéndose reconocida a partir de un programa o proyecto que viene desde el norte global porque ¿cómo podríamos explicar que el Grammy Latino se entregue en Estados Unidos y no en Caracas, Río de Janeiro o Lima? La clave es el dinero y el impacto que se tiene en el desarrollo comercial de cualquier producto que, por muy importante que sea, terminará cediendo ante la hegemonía económica.

El deporte también termina cediendo ante los encantos del dinero pues, los grandes eventos mundiales acaban por suceder -principalmente- en naciones que tienen dinero y no en aquellas que son dueñas de la propia cultura deportiva ancestral. Un gran ejemplo son los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París el próximo año y que nunca se han celebrado en países pobres o en vías de desarrollo, por ejemplo, en África, Asia Central o Medio Oriente.

Es en este orden de ideas que es conveniente hablar de México, quien ha jugado siempre un papel fundamental en el desarrollo del comercio y las relaciones internacionales, sobre todo en la América Latina, sin embargo, también se debe recordar primero que, aunque nuestra nación pertenece a un grupo selecto de Estados, no somos una de las naciones más fuertes económica ni comercialmente hablando, pues nuestra cultura o gastronomía solo tienen un impacto real en los Estados Unidos.

Seguramente, al estar leyendo estas líneas podrás estar pensando en que el soft power mexicano existe pues hay ejemplos puntuales de que nuestra cultura es bien conocida en otras naciones, sin embargo, el soft power no solo se trata de llegar la cultura a otras latitudes, sino que esta genere un beneficio real a nuestra nación, tal como lo hace McDonald´s al ponerle jalapeño o guacamole a las hamburguesas que vende en México o como lo hace Wal-Mart vendiendo productos nacionales en cualquier Estado en el que se encuentre.

Entonces, existen ejemplos de los que los mexicanos o kenianos o malayos o argentinos o búlgaros o croatas o marroquíes o libaneses o de cualquier otra nacionalidad del sur global nos sentimos orgullosos, pero que no representan ganancias reales en beneficio de sus sociedades.

Como ejemplo puedo referir que de poco o nada le sirve a México que el Canelo Álvarez pelee en Las Vegas y que Dana Paola cante hermoso nuestro himno si las ganancias económicas se quedan allá. De nada sirve que los argentinos se sientan harto orgullosos de que Lionel Messi domine el futbol internacional, si las ganancias están en Miami. Poco ayuda a Serbia que Novak Djokovic sea el tenista más ganador de la historia si los torneos internacionales se juegan en Nueva York, París, Londres o Melbourne. Solo para la memoria queda que Shakira sea colombiana si hace 20 años no vive en Barranquilla. Es prácticamente inservible que en el Barrio Latino de París se vendan Kebabs si se comercializan en euros y no en liras turcas.

Es por todo esto que cuando se habla de soft power mexicano, no se trata de vanagloriarnos de que nuestra cultura se esté impregnando cada día más en los Estados Unidos, sino que el impacto económico se vea realmente en México y, sobre todo, que nuestra nación, o cualquier otra del sur global, pueda tomar decisiones importantes en el planeta y así comenzar a replantear la idea de qué es más importante, si ser cabeza de ratón o cola de león.

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Sígalo en @fabrecam