Retrata generaciones de inditos

Lorenzo forma parte de una generación de fotógrafos para quienes la relación con la cámara es un matrimonio que no conoce el divorcio

Emmanuel Ruiz | El Sol de Cuautla

  · viernes 13 de diciembre de 2019

Lorenzo es uno de los pocos fotógrafos que siguen llegando cada 12 de diciembre al zócalo de Cuautla / Gude Servín | El Sol de Cuautla

Lorenzo tenía 13 años cuando empezó a tomar fotografías de niños vestidos de Juan Diego, el indígena que, según la tradición católica, fue testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en la Nueva España. En la Cuautla de 1960, saber usar una cámara podía convertirse en un gran negocio.

"Empecé de achichincle cuando tenía 13, y a los 15 empecé a trabajar solito. Mi maestro y yo éramos los únicos. Después llegamos a ser más de 70 fotógrafos", recuerda Lorenzo Lucero, quien hoy, a sus 73, sigue llevando consigo su cámara no porque siga siendo el mismo negocio, sino porque no ha encontrado otro trabajo.

En el caso mío ya no me dan chamba en ningún lado, ese es el gran problema, pero hay que seguirle mientras Dios nos preste vida


TE INTERESA:

Morelos: Oscuro panorama en seguridad

LeBarón quiere movilizar al país junto a Sicilia

Ten cuidado con las compras en línea, son un riesgo

En Morelos: Aumentan los decesos por el dengue


Lorenzo forma parte de una generación de fotógrafos para quienes la relación con la cámara es un matrimonio que no conoce el divorcio: aprendieron el oficio de muy jóvenes y lo ejercieron felizmente durante décadas, pero hoy los celulares y la edad juegan en su contra. Cada 12 de diciembre, Lorenzo sigue llegando desde muy temprano al zócalo de Cuautla con su caballo de fibra de vidrio, su mural del Tepeyac y una virgen de Guadalupe de yeso. Lo acompañan su hijo y unos cinco o seis fotógrafos más. Bajo el sol del mediodía, hombres y mujeres presumen sus murales, los colores de sus falsos caballos y la calidad de sus fotografías.

"La gente ya no viene como antes, muchos ahora son cristianos y ya hay muchos templos", lamenta Gaby, de 29 años, cuyo escenario se distingue del resto por ser el único que incorpora un poni de carne y hueso.

Y aunque el auge que han tenido las religiones distintas al cristianismo ha tenido mucho que ver en esto, los fotógrafos coinciden en que el gran enemigo de su oficio es el teléfono celular, que hoy permite tomar fotografías sin tener que pagar por ello.

TEMAS