La pandemia de la covid-19 ha estado acompañada de varios problemas económicos y sociales, pero también psicológicos. Con el confinamiento en casa y un escenario que no termina de dar confianza a la sociedad, muchas personas han experimentado trastornos de ansiedad y buscado atenderse no siempre de la mejor manera, según observa Samuel Islas Ramos, vicepresidente del Colegio Morelense de Psicología y director general de “Ágora, clínica de salud emocional”.
De acuerdo con el especialista, el problema es visible desde las farmacias de Cuautla, donde se ha presentado escasez de ansiolíticos y antidepresivos. En el consultorio, los pacientes se dan cuenta de ello, pero ello es sólo la señal de un grave problema: la gente llega a ingerir estos medicamentos, que no siempre requieren de una receta médica, sin la guía de un especialista o por la irresponsabilidad de un médico general.
“La cédula profesional para recetarlos es la de la psiquiatría, y desgraciadamente algunos médicos generales y psicoanalistas, que tampoco son psicólogos, han estado recetando medicamento”, advierte Islas Ramos, quien también es catedrático en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
El peligro de ingerir ansiolíticos sin el control de un especialista radica en las posibles afectaciones al organismo que puede ocasionar cuando no se realiza de manera adecuada.
“Tienen afectaciones cardiacas, endocrinas, neurológicas, en fin, hay una alteración, más si solamente se toman por un tiempo”, explica Samuel Islas, quien reconoce que, aunque los medicamentos pueden generar dependencia, se trata de un efecto que, a final de cuentas, busca un resultado positivo en la vida del paciente cuando el especialista lo considera necesario. Por lo general, estos tratamientos se deben realizar durante meses, sin interrumpirse antes de tiempo.
Además de los medicamentos para la ansiedad y contra la depresión que son recetados por médicos generales sin conocimiento en psicología, Islas Ramos ve otro problema en automedicación, lo que puede ocurrir fácilmente dado que se trata de productos que se adquieren sin receta en las farmacias:
“Como algunos medicamentos ya no tienen patente, se venden al libre albedrío, pero no saben el daño que se está ocasionando al respecto. Ahí tenemos que ver de qué manera vamos a ir considerando la forma de la medicación”, dijo.
De acuerdo con el vicepresidente del Colegio Morelense de Psicología, la escasez de medicamentos empezó a registrarse a raíz de la segunda ola de contagios de Covid-19, a principios de año, y es un problema que también se ha presentado a causa de la tercera ola. La escasez ha llevado a que los pacientes que sí requieren de estos tratamientos tengan que buscarlos fuera de la ciudad.
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