/ sábado 24 de octubre de 2020

[Especial] El internet contribuye al calentamiento global

El uso de electricidad producida por combustibles fósiles genera 42 millones de toneladas de dióxido de carbono diarias en el mundo

Cuando la emergencia sanitaria de la Covid-19 llevó al cierre de fábricas y actividades industriales en países como China e India, la contaminación del aire se redujo temporalmente y despejó los cielos de algunas de las ciudades más pobladas del mundo. De acuerdo con Air Quality Index Org, la mejora en la calidad del aire alcanzó niveles de cerca del 80 por ciento. En internet, las redes sociales se plagaban de memes irónicos y reflexiones sobre el bien ecológico que la pandemia le estaba haciendo al mundo. Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en estos tiempos.

De acuerdo con Yazmín Moreno Aguirre, del Departamento de Educación Ambiental de la Dirección de Desarrollo Sustentable de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) e integrante de la Red de Educadoras y Educadores Ambientales de esta entidad (Reeamor), más allá del impacto ambiental positivo que tuvo el confinamiento humano, hay efectos negativos que son invisibles, y que, lejos de decrecer, incrementaron durante la contingencia: el costo ambiental de la tecnología.

“Es un impacto que no se ve, y que es por el consumo de fuentes energéticas con base en combustibles fósiles, como la energía eléctrica”, explica.

Durante los meses en que los seres humanos se han visto obligados a permanecer en casa la mayor parte del tiempo, el uso de internet, recurso que hace operar las conexiones que utilizan las aplicaciones de videollamadas, ha incrementado potencialmente. Y aunque en primera instancia este escenario podría llevarnos a ser optimistas por la reducción de contaminantes que causa la transportación, el internet no es un medio del todo inofensivo.

El daño de Internet

En su conferencia El futuro del internet, reflexiones sobre ecología, sustentabilidad y gobernanza, difundida por la organización Consciencia Ambiental Ya, Miguel Zacarías Castañeda, director general de GreenByte, una empresa de alojamiento en internet amigable con el medio ambiente, ofrece un panorama sobre el aporte del internet al calentamiento global.

“Los servidores web se alimentan en su mayoría de combustibles fósiles como carbón y petróleo, que contribuyen al calentamiento global”, explica.

En datos, se estima que el internet ha contribuido al calentamiento global entre un siete y 12 por ciento del año 1000 al 2020, lo que se traduce en 42 millones de toneladas de dióxido de carbono diarias.

“Es mucho, pero es poco comparado con otros mercados, como la industria o los automóviles de combustión interna”, señala.

La huella de carbono

Si tanto dentro como fuera de casa las actividades humanas pueden causar impactos negativos en el medio ambiente, es inevitable no pensar que la verdadera enfermedad del mundo somos nosotros. Sin embargo, no todo tiene que ser desalentador. No, al menos, para aquellas personas dedicadas a la educación ambiental. En este sentido, Moreno Aguirre considera necesario que la sociedad adopte medidas útiles para reducir el daño al planeta, como ciertos medidores de huella de carbono disponibles en internet.

“Al inicio de cada semestre, siempre recomiendo usar una calculadora de huella ecológica para que se den una idea que todo el consumo de recursos genera un impacto, y ahorita más en pandemia, por concepto de fuentes de energía fósiles y por la parte energética, pero también observamos el aumento de generación de residuos en casa, como plásticos y desechables”.

Aunque algunos daños son irreversibles, como el agotamiento de los recursos fósiles, la generación de consciencia ecológica individual y colectiva puede contribuir a voltear a ver la necesidad de conservar los bienes naturales. Para los educadores ambientales, los efectos positivos que ha tenido la reducción de actividades humanas, como los cielos despejados y el avistamiento de especies en sitios donde no era común verlas, debe generar un nuevo paradigma de consumo, mucho más ecológico.

Cuando la emergencia sanitaria de la Covid-19 llevó al cierre de fábricas y actividades industriales en países como China e India, la contaminación del aire se redujo temporalmente y despejó los cielos de algunas de las ciudades más pobladas del mundo. De acuerdo con Air Quality Index Org, la mejora en la calidad del aire alcanzó niveles de cerca del 80 por ciento. En internet, las redes sociales se plagaban de memes irónicos y reflexiones sobre el bien ecológico que la pandemia le estaba haciendo al mundo. Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en estos tiempos.

De acuerdo con Yazmín Moreno Aguirre, del Departamento de Educación Ambiental de la Dirección de Desarrollo Sustentable de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) e integrante de la Red de Educadoras y Educadores Ambientales de esta entidad (Reeamor), más allá del impacto ambiental positivo que tuvo el confinamiento humano, hay efectos negativos que son invisibles, y que, lejos de decrecer, incrementaron durante la contingencia: el costo ambiental de la tecnología.

“Es un impacto que no se ve, y que es por el consumo de fuentes energéticas con base en combustibles fósiles, como la energía eléctrica”, explica.

Durante los meses en que los seres humanos se han visto obligados a permanecer en casa la mayor parte del tiempo, el uso de internet, recurso que hace operar las conexiones que utilizan las aplicaciones de videollamadas, ha incrementado potencialmente. Y aunque en primera instancia este escenario podría llevarnos a ser optimistas por la reducción de contaminantes que causa la transportación, el internet no es un medio del todo inofensivo.

El daño de Internet

En su conferencia El futuro del internet, reflexiones sobre ecología, sustentabilidad y gobernanza, difundida por la organización Consciencia Ambiental Ya, Miguel Zacarías Castañeda, director general de GreenByte, una empresa de alojamiento en internet amigable con el medio ambiente, ofrece un panorama sobre el aporte del internet al calentamiento global.

“Los servidores web se alimentan en su mayoría de combustibles fósiles como carbón y petróleo, que contribuyen al calentamiento global”, explica.

En datos, se estima que el internet ha contribuido al calentamiento global entre un siete y 12 por ciento del año 1000 al 2020, lo que se traduce en 42 millones de toneladas de dióxido de carbono diarias.

“Es mucho, pero es poco comparado con otros mercados, como la industria o los automóviles de combustión interna”, señala.

La huella de carbono

Si tanto dentro como fuera de casa las actividades humanas pueden causar impactos negativos en el medio ambiente, es inevitable no pensar que la verdadera enfermedad del mundo somos nosotros. Sin embargo, no todo tiene que ser desalentador. No, al menos, para aquellas personas dedicadas a la educación ambiental. En este sentido, Moreno Aguirre considera necesario que la sociedad adopte medidas útiles para reducir el daño al planeta, como ciertos medidores de huella de carbono disponibles en internet.

“Al inicio de cada semestre, siempre recomiendo usar una calculadora de huella ecológica para que se den una idea que todo el consumo de recursos genera un impacto, y ahorita más en pandemia, por concepto de fuentes de energía fósiles y por la parte energética, pero también observamos el aumento de generación de residuos en casa, como plásticos y desechables”.

Aunque algunos daños son irreversibles, como el agotamiento de los recursos fósiles, la generación de consciencia ecológica individual y colectiva puede contribuir a voltear a ver la necesidad de conservar los bienes naturales. Para los educadores ambientales, los efectos positivos que ha tenido la reducción de actividades humanas, como los cielos despejados y el avistamiento de especies en sitios donde no era común verlas, debe generar un nuevo paradigma de consumo, mucho más ecológico.

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