/ lunes 6 de enero de 2020

¿Y qué culpa tienen los koalas?

En las últimas semanas se rompió el record histórico de temperatura en Australia superando los 51 grados centígrados.

Las altas temperaturas y la sequía del verano austral provocaron una serie de incendios a lo largo y ancho de la isla que muy pronto superaron la capacidad de control de las autoridades. Al día de hoy Australia está en llamas y han muerto cientos de millones de animales salvajes, poniendo en riesgo la supervivencia de docenas de especies.

Esta tragedia no es gratuita sino consecuencia del calentamiento global. El calentamiento global es el fenómeno donde la corteza terrestre en su totalidad sufre incrementos pequeños pero constantes de temperatura. La tierra ha sufrido ya anteriormente fenómenos de calentamiento global, por ejemplo después de las glaciaciones que fueron periodos muy prolongados de bajas temperaturas, siendo parte de la evolución del planeta. Sin embargo, desde hace poco más de cien años el fenómeno de calentamiento global del que hablamos no es natural sino que es producido por la humanidad, a eso se le conoce como calentamiento global antropogénico y proviene, principalmente, de la quema masiva de combustibles fósiles.

Los combustibles fósiles son aquellos que provienen de fuentes naturales como plantas y animales que quedaron atrapados por millones de años en el subsuelo hasta transformarse en carbón, gas natural o petróleo. Por su alto valor calórico estas sustancias han sido utilizadas para la generación de energía y para el transporte. Al quemar combustibles fósiles el carbono que originalmente formaba parte de las plantas y animales se convierte en bióxido de carbono que comienza a acumularse en la atmósfera. El bióxido de carbono es un gas efecto invernadero, es decir, que refleja el calor de la corteza terrestre hacia adentro evitando su disipación natural.

La acumulación de gases efecto invernadero es la principal causa del calentamiento global antropogénico. La abundante evidencia científica llevó a los gobiernos nacionales a tomar cartas en el asunto firmando en 1992 el acuerdo de Kyoto que consiste en una serie de compromisos para reducir las emisiones de bióxido de carbono. Nuestro país, igual que Australia, firmó el protocolo asumiendo una serie de compromisos que fueron cabalmente cumplidos hasta 2018 sin embargo la actual administración federal falló en elaborar el Tercer Programa Especial en Cambio Climático 2019-2024 por lo que nuestro país carece de un plan de acción a corto plazo haciendo más difícil cumplir con los compromisos acordados a largo plazo. Es importante hacer notar que en el Plan Nacional de Desarrollo vigente no se hace ninguna mención a la mitigación de emisiones. Peor aún, la estrategia energética actual da un paso atrás al reposicionar a los combustibles fósiles más contaminantes como el carbón y el combustóleo en la generación de energía desmantelando la incipiente red de generación de energía renovable.

Los fenómenos globales son responsabilidad de todos. Las decisiones que se tomen en México afectan a todo el mundo y aunque parezca difícil de visualizar, el incremento en nuestras emisiones tendrá consecuencias como los incendios en Australia pero también en nuestro territorio con sequías prolongadas, lluvias torrenciales y huracanes más violentos. Por supuesto que la decisión individual de reducir lo que se llama la huella de carbono ayuda pero son los gobiernos quienes deben, siguiendo la evidencia científica, diseñar las políticas públicas pertinentes. No hacerlo tendrá consecuencias devastadoras.

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La tierra ha sufrido ya anteriormente fenómenos de calentamiento global, por ejemplo después de las glaciaciones que fueron periodos muy prolongados de bajas temperaturas, siendo parte de la evolución del planeta.