La Cumbre de Líderes de América del Norte ha llegado a la mayoría de edad puesto que se ha celebrado desde el 2005 como una muestra de cooperación regional entre Estados Unidos, México y Canadá, la región conocida como Norteamérica, aunque para el caso de los mexicanos, no siempre se tenga claro si es que somos del Norte o del Sur.
La reunión que se celebra el día de hoy en la Ciudad de México, luego de las celebradas en Waco, EUA (2005), Cancún, México (2006), Montebello, Canadá (2007), Nueva Orleans, EUA (2008), Guadalajara, México (2009), Washington DC, EUA (2012), Toluca, México (2014), Ottawa, Canadá (2016), Washington DC, EUA (2021), ha permitido que los gobiernos identifiquen las prioridades que se tienen como bloque y región, amén de establecer objetivos y definir líneas que permitan alcanzar acuerdos.
Sin embargo, luego de tantas reuniones, la región sigue funcionando desigualmente, claro, no solo podríamos hablar de que las cumbres no han sido lo suficientemente exitosas sino también de otros factores que tienen que ver con las asimetrías de las naciones y que no están dispuestas a igualar circunstancias, sino que, desde sus contextos puedan cooperar en los temas que son relevantes para todos, y nada más.
De hecho, no es sencillo que se tengan los mismos resultados cada vez que se reúnen los líderes de las tres naciones puesto que no se ha tenido la continuidad deseada en los proyectos de nación, sobre todo en México. Es decir, desde la primera cumbre, allá por el 2005, en nuestra nación se han tenido cuatro diferentes modelos de gobierno que no han podido darle continuidad a los proyectos presidenciales, ni interna, ni externamente, siendo así que ni Fox, ni Calderón, ni Peña, ni López Obrador estuvieron interesados en continuar con lo propuesto por sus antecesores.
Empero, la situación de los Estados Unidos no ha sido tan diferente tampoco, pues las propuestas de los cuatro presidentes que han pasado en estos 18 años han tenido divergencias importantes porque las ideas de gobierno y de cooperación internacional y regional no fueron las mismas siempre a lo largo de los gobiernos de Bush, Obama, Trump y Biden.
De hecho, en algún momento, esta cumbre parecía haber entrado en estado de coma luego de que tuvieron que pasar cinco años para que se reactivara y para que, diplomáticamente, la cooperación entre las tres naciones más poderosas del continente se implementara otra vez. Para ellos, es importante recordar que el sueño americano siempre está ligado a esta región por los números que representa, además del posicionamiento geopolítico y geoestratégico a nivel global.
En la última reunión, los tres jefes de Estado (Biden, López Obrador y Trudeau) se pronunciaron en favor de poner fin a la pandemia, de promover la salud mundial, del fomento a la competitividad, de crear condiciones para un crecimiento equitativo, del reconocimiento de los desafíos de la crisis climática y de dar continuidad a algunos propósitos de carácter social que tienen que ver con la equidad, la justicia y las minorías en las tres naciones.
Además de todo lo citado, los líderes también se comprometieron a establecer acciones para combatir el crimen transnacional y el terrorismo, acción que seguramente ya fue comentada y celebrada ayer en la cena que tuvieron en el Palacio Nacional luego de la detención de Ovidio Guzmán hace unos días.
Ahora, no es que quiera decir que las acciones a las que se han comprometido los gobiernos han sido menores ni que no puedan concretarse o, al menos, que se intenten, sin embargo, en 2015 también se habló de medio ambiente, de competitividad, de seguridad y de cooperación, justo lo que se está hablando en estos momentos de acuerdo a la agenda difundida por la Secretaría de Relaciones Exteriores para este 2023, donde la economía, la migración y la política regional son temas prioritarios. Lo mismo, pero con otro nombre.
Es así que queda reflexionar sobre los posibles avances que se tengan de esta Cumbre, pues estos siempre existirán de manera equilibrada debido a la importancia de las tres naciones, sin embargo, desde la posición de México, no es que no deba participar o alejarse de ella, sino que debe seguir buscando otras oportunidades que le permitan posicionarse como líder regional entendiendo que en Norteamérica es cola de león al tiempo que en Latinoamérica podría ser cabeza de ratón. Claro, para ello habría que renunciar un poco al sueño americano donde por más que nos digan que somos fundamentales, sabemos que no lo somos tanto y que podríamos ser más valorados en organizaciones como la CELAC, sobre todo ahora que Brasil ha dicho que se reincorpora luego de la toma de posesión de Lula hace unos días. Habrá que recordar que los astros se han empezado a alienar hacia el Sur.
FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Sígalo en @fabrecam