/ lunes 6 de marzo de 2023

8M: ¡Mujer, escucha, esta es tu lucha!

“Alerta que camina, la lucha feminista por América Latina. ¡Y tiemblen! ¡Y tiemblen! ¡Y tiemblen los machistas, que America latina será toda feminista!”

La lucha feminista es una lucha histórica por la reivindicación de los derechos de las mujeres y una muestra tangible de que la igualdad sigue siendo un tema pendiente en la agenda política de México y el mundo; y digo política porque en efecto lo personal también es político, y el feminismo es pues una postura política que millones de mujeres en el mundo hemos decidido adoptar para luchar desde nuestros espacios por la igualdad de derechos y libertades para nosotras.

A principios del siglo XX las mujeres del mundo estaban luchando por su derecho al voto y por condiciones laborales dignas, por una igualdad que más de un siglo después sigue siendo asignatura pendiente y paradójicamente hoy, en pleno siglo XXI la lucha es más cruenta y más profunda: peleamos por nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestros espacios frente a un sistema patriarcal que sigue enquistado en lo más profundo de nuestras idiosincrasias.

Ya estando en 2023, las mujeres seguimos ocupando un lugar poco privilegiado en la vida de nuestras sociedades, y es que, aunque la lucha feminista ha logrado permear cada vez más en los espacios de toma de decisiones y por tanto en el progresivo avance de la igualdad, no es así en todas las esferas; seguimos sin ser dueñas de nuestros cuerpos, sin poder decidir sobre ellos y sujetas a la voluntad de los dogmas más anacrónicos. Porque seguimos viviendo a la sombra de los estereotipos impuestos por una sociedad que nos quiere ver sumisas y calladas frente a las desigualdades más hostiles y a las violencias más sanguinarias.

Y es que en este país en el que al día son asesinadas en promedio 11 mujeres y en el que las violaciones sexuales, el acoso y la discriminación por género son una constante, la lucha feminista se vuelve además de una necesidad política un bote salvavidas que se sostiene a flote con las voces de millones de nosotras que gritamos, luchamos y lo rompemos todo para arrebatar los derechos que en principio nos fueron arrebatados.

La premisa del feminismo es clara e irreductible: nuestros derechos y nuestra dignidad no están a negociación. No es una opción el silencio cuando ni la justicia ni las libertades están pensadas para nosotras. Porque hay que decirlo claro: las instituciones están cimentadas en el sistema patriarcal que nos reduce a ciudadanas de segunda. No es una opinión fundada en ningún resentimiento como han querido tergiversar al movimiento, sino en la estadística que nos demuestra que las brechas de desigualdad no terminan de cerrarse.

Una madre que entierra a su hija, una hija que busca a su madre, una hermana que clama justicia y la voz de millones que gritamos por aquellas que ya no están. La historia del 8 de marzo se escribe cada año y suma a las causas y las consignas los dolores más profundos de una sociedad en la que las violencias feminicidas siguen profundamente enquistadas. Y cada año la rabia, la furia y la dignidad rebelde se apoderan de los espacios públicos; rompiéndolo y quemándolo todo como el símbolo inequívoco de que el miedo ya no es una opción.

La marcha del 8 de marzo es también una conquista que aunque han querido reprimir desde el régimen representa las causas más urgentes de este país. Y la lucha que desde las colectivas feministas se da todos los días se amplifica alrededor del día de las mujeres como un necesario recordatorio a las infranqueables estructuras de poder edificadas por el patriarcado de que hemos llegado para reclamar lo que nos corresponde.

No tenemos nada que perder y sí mucho por ganar, porque nos quitaron tanto, que nos quitaron el miedo y por eso, este 8 de marzo salgamos a la calle a defender nuestros derechos: ¡y si hay que romperlo todo, les presto mis puños! ¡porque calladitas nunca nos vimos bonitas!

Pd: libres, poderosas, vivas y sin miedo, que nunca más vuelan a tener la comodidad de nuestro silencio. ¡Seamos el grito de las que ya no están! Esa es la causa.

“Alerta que camina, la lucha feminista por América Latina. ¡Y tiemblen! ¡Y tiemblen! ¡Y tiemblen los machistas, que America latina será toda feminista!”

La lucha feminista es una lucha histórica por la reivindicación de los derechos de las mujeres y una muestra tangible de que la igualdad sigue siendo un tema pendiente en la agenda política de México y el mundo; y digo política porque en efecto lo personal también es político, y el feminismo es pues una postura política que millones de mujeres en el mundo hemos decidido adoptar para luchar desde nuestros espacios por la igualdad de derechos y libertades para nosotras.

A principios del siglo XX las mujeres del mundo estaban luchando por su derecho al voto y por condiciones laborales dignas, por una igualdad que más de un siglo después sigue siendo asignatura pendiente y paradójicamente hoy, en pleno siglo XXI la lucha es más cruenta y más profunda: peleamos por nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestros espacios frente a un sistema patriarcal que sigue enquistado en lo más profundo de nuestras idiosincrasias.

Ya estando en 2023, las mujeres seguimos ocupando un lugar poco privilegiado en la vida de nuestras sociedades, y es que, aunque la lucha feminista ha logrado permear cada vez más en los espacios de toma de decisiones y por tanto en el progresivo avance de la igualdad, no es así en todas las esferas; seguimos sin ser dueñas de nuestros cuerpos, sin poder decidir sobre ellos y sujetas a la voluntad de los dogmas más anacrónicos. Porque seguimos viviendo a la sombra de los estereotipos impuestos por una sociedad que nos quiere ver sumisas y calladas frente a las desigualdades más hostiles y a las violencias más sanguinarias.

Y es que en este país en el que al día son asesinadas en promedio 11 mujeres y en el que las violaciones sexuales, el acoso y la discriminación por género son una constante, la lucha feminista se vuelve además de una necesidad política un bote salvavidas que se sostiene a flote con las voces de millones de nosotras que gritamos, luchamos y lo rompemos todo para arrebatar los derechos que en principio nos fueron arrebatados.

La premisa del feminismo es clara e irreductible: nuestros derechos y nuestra dignidad no están a negociación. No es una opción el silencio cuando ni la justicia ni las libertades están pensadas para nosotras. Porque hay que decirlo claro: las instituciones están cimentadas en el sistema patriarcal que nos reduce a ciudadanas de segunda. No es una opinión fundada en ningún resentimiento como han querido tergiversar al movimiento, sino en la estadística que nos demuestra que las brechas de desigualdad no terminan de cerrarse.

Una madre que entierra a su hija, una hija que busca a su madre, una hermana que clama justicia y la voz de millones que gritamos por aquellas que ya no están. La historia del 8 de marzo se escribe cada año y suma a las causas y las consignas los dolores más profundos de una sociedad en la que las violencias feminicidas siguen profundamente enquistadas. Y cada año la rabia, la furia y la dignidad rebelde se apoderan de los espacios públicos; rompiéndolo y quemándolo todo como el símbolo inequívoco de que el miedo ya no es una opción.

La marcha del 8 de marzo es también una conquista que aunque han querido reprimir desde el régimen representa las causas más urgentes de este país. Y la lucha que desde las colectivas feministas se da todos los días se amplifica alrededor del día de las mujeres como un necesario recordatorio a las infranqueables estructuras de poder edificadas por el patriarcado de que hemos llegado para reclamar lo que nos corresponde.

No tenemos nada que perder y sí mucho por ganar, porque nos quitaron tanto, que nos quitaron el miedo y por eso, este 8 de marzo salgamos a la calle a defender nuestros derechos: ¡y si hay que romperlo todo, les presto mis puños! ¡porque calladitas nunca nos vimos bonitas!

Pd: libres, poderosas, vivas y sin miedo, que nunca más vuelan a tener la comodidad de nuestro silencio. ¡Seamos el grito de las que ya no están! Esa es la causa.