/ miércoles 1 de mayo de 2024

Abril cierra con una gran celebración: el día del niño

El panorama de la infancia en el mundo y en México tiene luces y sombras. Y por supuesto ese es un debate entre adultos. Lo digo porque, cualquiera de los dos lados en que veamos la niñez, es un hecho incontrovertible que la felicidad de esa etapa de la vida es real, por más condiciones adversas que pasen siempre serán el reducto de la esperanza sin límites, la alegría auténtica y la incondicionalidad de la amistad que se da sin ambages y la confianza plena. No es que en la niñez no se den conductas que podrían considerarse negativas: el egoísmo, el berrinche, el bullying, entre otras, por encima de ello es la etapa en que se vive sin los atavismos y sin los condicionamientos sociales y culturales impuestos desde fuera. El niño puede vivir con lo que tiene, se divierte con lo sencillo, con cualquier objeto sin ponerse a considerar sus condiciones técnicas: un dibujo incluso mal hecho en un papel es suficiente para pasar horas feliz y divertido, con la pelota más sucia y deteriorada puede crear un mundo en el que disfruta del tiempo. Como seguro hemos leído en El Principito:

Los mayores jamás comprenden nada por sí solos y es cansado para los niños estarles dando explicaciones una y otra vez

El principito que me hacía muchas preguntas, nunca parecía entender las mías

Los mayores gustan de las cifras

-¡Hablas como las personas mayores!- decía el principito al piloto cuyo avión se había averiado en el desierto del Sahara.

-¡Tu confundes todo!…¡mezclas todo!

Las luces de la niñez hoy tiene que ver con un mayor bienestar y goce de derechos humanos, sin que todavía sea suficiente. Las sombras tienen que ver con el abuso de su inocencia, su vulnerabilidad, ello les hace víctimas de innumerables delitos desde la explotación, pasando por el abuso sexual y hasta su manipulación para actividades ilícitas.

El panorama de la infancia en el mundo y en México tiene luces y sombras. Y por supuesto ese es un debate entre adultos. Lo digo porque, cualquiera de los dos lados en que veamos la niñez, es un hecho incontrovertible que la felicidad de esa etapa de la vida es real, por más condiciones adversas que pasen siempre serán el reducto de la esperanza sin límites, la alegría auténtica y la incondicionalidad de la amistad que se da sin ambages y la confianza plena. No es que en la niñez no se den conductas que podrían considerarse negativas: el egoísmo, el berrinche, el bullying, entre otras, por encima de ello es la etapa en que se vive sin los atavismos y sin los condicionamientos sociales y culturales impuestos desde fuera. El niño puede vivir con lo que tiene, se divierte con lo sencillo, con cualquier objeto sin ponerse a considerar sus condiciones técnicas: un dibujo incluso mal hecho en un papel es suficiente para pasar horas feliz y divertido, con la pelota más sucia y deteriorada puede crear un mundo en el que disfruta del tiempo. Como seguro hemos leído en El Principito:

Los mayores jamás comprenden nada por sí solos y es cansado para los niños estarles dando explicaciones una y otra vez

El principito que me hacía muchas preguntas, nunca parecía entender las mías

Los mayores gustan de las cifras

-¡Hablas como las personas mayores!- decía el principito al piloto cuyo avión se había averiado en el desierto del Sahara.

-¡Tu confundes todo!…¡mezclas todo!

Las luces de la niñez hoy tiene que ver con un mayor bienestar y goce de derechos humanos, sin que todavía sea suficiente. Las sombras tienen que ver con el abuso de su inocencia, su vulnerabilidad, ello les hace víctimas de innumerables delitos desde la explotación, pasando por el abuso sexual y hasta su manipulación para actividades ilícitas.