/ sábado 18 de septiembre de 2021

La crisis climática intensifica las lluvias

La actual temporada de lluvias en México ha afectado a miles de personas en varios estados, incluso ha ocasionado muertes como no se había visto en mucho tiempo.

Apenas el 6 de septiembre, las lluvias e inundaciones dejaron dos personas muertas en Ecatepec, Estado de México, mientras que en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Tula, Hidalgo, se registraron 17 fallecidos. En Tlayacapan, Morelos, una familia integrada por dos mujeres, un niño y un bebé fueron arrancados de su hogar por el agua y fallecieron también. Historias trágicas que se repetirán y se incrementarán de no tomarse acciones concretas.

El cambio climático está intensificando el ciclo hidrológico. Esto conlleva una mayor intensidad de las precipitaciones y las inundaciones asociadas, pero, paradójicamente, también implica unas sequías más intensas en muchas regiones.

Según el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que se presentó apenas en agosto pasado, el cambio climático está afectando a los patrones de precipitación y se espera que esos efectos se agudicen aún más. En las latitudes altas, se espera que aumenten las precipitaciones, mientras que se prevé que disminuyan en gran parte de las regiones subtropicales. Se esperan también cambios en las precipitaciones monzónicas, que variarán según la región. Las zonas costeras experimentarán un aumento continuo del nivel del mar a lo largo del siglo XXI, lo que contribuirá a la erosión y a que las inundaciones costeras sean más frecuentes y graves en las zonas bajas. Los fenómenos relacionados con el nivel del mar extremo que antiguamente se producían una vez cada 100 años podrían registrarse con una frecuencia anual a finales de este siglo.

Según la información de la Comisión Nacional del Agua, las precipitaciones que se han registrado este año en nuestro país están 8.6% arriba del promedio histórico, y desafortunadamente ocurren luego de que entre 2019 y 2021 la Comisión Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Protección Civil (PC) y en específico el Instituto de Ecología y Cambio Climático (IECC) tuvieron una reducción en su presupuesto. También desapareció el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), y no se ha sustituido por un mejor mecanismo para que la ayuda llegue a los afectados, como en otros temas (el sector salud por ejemplo), la “transformación” se ha entendido solamente como la destrucción de lo que ya existía, sin comprender que debe incluir la construcción de algo mejor.

En el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2022 que se presentó esta semana en el Congreso, por fin se solicita un alza importante para CONAGUA, pero no para el resto de instancias que tienen entre sus tareas prevenir y atender desastres naturales, además de realizar estudios para enfrentar el cambio climático.

Esto que podría ser una buena señal no lo es tanto ya que los recursos se incrementan para proyectos de infraestructura y no para la gestión integral de cuencas. No estamos entendiendo la necesidad que tenemos de adaptarnos a estas condiciones que el cambio climático ha venido imponiendo, si no se reconsidera pronto, las afectaciones y perdidas humanas serán cada vez mayores.

Al mismo tiempo, esas lluvias han producido también beneficios, escurrimientos que incrementaron los niveles de las 210 principales presas de México, estas alcanzaron un almacenamiento total de 83 mil 140.10 millones de metros cúbicos. La Subdirección General Técnica de CONAGUA reportó que, hasta el 13 de septiembre, de esas 210 presas, 60 están al 100% de su llenado; 68 se encuentran arriba del 75% y 42, arriba del 50%. Sin embargo, las presas que abastecen a la CDMX apenas alcanzaron el 57.5%, ojo.

La actual temporada de lluvias en México ha afectado a miles de personas en varios estados, incluso ha ocasionado muertes como no se había visto en mucho tiempo.

Apenas el 6 de septiembre, las lluvias e inundaciones dejaron dos personas muertas en Ecatepec, Estado de México, mientras que en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Tula, Hidalgo, se registraron 17 fallecidos. En Tlayacapan, Morelos, una familia integrada por dos mujeres, un niño y un bebé fueron arrancados de su hogar por el agua y fallecieron también. Historias trágicas que se repetirán y se incrementarán de no tomarse acciones concretas.

El cambio climático está intensificando el ciclo hidrológico. Esto conlleva una mayor intensidad de las precipitaciones y las inundaciones asociadas, pero, paradójicamente, también implica unas sequías más intensas en muchas regiones.

Según el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que se presentó apenas en agosto pasado, el cambio climático está afectando a los patrones de precipitación y se espera que esos efectos se agudicen aún más. En las latitudes altas, se espera que aumenten las precipitaciones, mientras que se prevé que disminuyan en gran parte de las regiones subtropicales. Se esperan también cambios en las precipitaciones monzónicas, que variarán según la región. Las zonas costeras experimentarán un aumento continuo del nivel del mar a lo largo del siglo XXI, lo que contribuirá a la erosión y a que las inundaciones costeras sean más frecuentes y graves en las zonas bajas. Los fenómenos relacionados con el nivel del mar extremo que antiguamente se producían una vez cada 100 años podrían registrarse con una frecuencia anual a finales de este siglo.

Según la información de la Comisión Nacional del Agua, las precipitaciones que se han registrado este año en nuestro país están 8.6% arriba del promedio histórico, y desafortunadamente ocurren luego de que entre 2019 y 2021 la Comisión Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Protección Civil (PC) y en específico el Instituto de Ecología y Cambio Climático (IECC) tuvieron una reducción en su presupuesto. También desapareció el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), y no se ha sustituido por un mejor mecanismo para que la ayuda llegue a los afectados, como en otros temas (el sector salud por ejemplo), la “transformación” se ha entendido solamente como la destrucción de lo que ya existía, sin comprender que debe incluir la construcción de algo mejor.

En el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2022 que se presentó esta semana en el Congreso, por fin se solicita un alza importante para CONAGUA, pero no para el resto de instancias que tienen entre sus tareas prevenir y atender desastres naturales, además de realizar estudios para enfrentar el cambio climático.

Esto que podría ser una buena señal no lo es tanto ya que los recursos se incrementan para proyectos de infraestructura y no para la gestión integral de cuencas. No estamos entendiendo la necesidad que tenemos de adaptarnos a estas condiciones que el cambio climático ha venido imponiendo, si no se reconsidera pronto, las afectaciones y perdidas humanas serán cada vez mayores.

Al mismo tiempo, esas lluvias han producido también beneficios, escurrimientos que incrementaron los niveles de las 210 principales presas de México, estas alcanzaron un almacenamiento total de 83 mil 140.10 millones de metros cúbicos. La Subdirección General Técnica de CONAGUA reportó que, hasta el 13 de septiembre, de esas 210 presas, 60 están al 100% de su llenado; 68 se encuentran arriba del 75% y 42, arriba del 50%. Sin embargo, las presas que abastecen a la CDMX apenas alcanzaron el 57.5%, ojo.