/ martes 12 de marzo de 2024

De las mujeres que mantienen viva la digna rabia

La historia de las mujeres fuertes, de las que abren camino, las que día a día trazan esta geografía de espejos donde mirarnos, a menudo sufren de manera literal y/o simbólica el destino de Medusa (Médousa, la guardiana, la protectora), ese ser ctónico femenino que convertía a aquellos que la miraban a los ojos en piedra, y a quien Perseo decapitó y usó su cabeza como arma.

Cuando observamos que los grupos conservadores anti-feministas toman nuestro discurso, lo deforman, lo adecuan al beneficio de unos cuantos, que necesitan de manera urgente que las cosas sigan como están, edifican mensajes de odio desde donde señalan a las protectoras, como las enemigas, como las Medusas a las que hay que cortarles la cabeza, y mostrarla, como aleccionamiento hacia las otras, hijas, hermanas, madres, amigas, cualquiera que desee volverse una Medusa.

En este escenario de persecución y castigo para nosotras las Medusas, en este sistema que le apuesta a la desmemoria crónica, en esta época donde un ejército de Perseos están dispuestos a decapitarnos, por perseguir la luz, por liberarnos de su yugo, nombrar los múltiples rostros del feminismo se vuelve una tarea fundamental, caminar juntas desde un corazón lleno de afidamentto, desde el valiente ejercicio de reconocernos entre nosotras, celebrar nuestras pequeñas victorias, compartir nuestras experiencias ,es una travesía que debemos continuar.

Que tarea maratónica la de las colectivas que se agrupan, conversan, organizan y cuidan a las otras, a través de contingentes, pase de lista, chat grupales de cuidado colectivo, entre muchas otras prácticas feministas de cuidado en las marchas.

Qué maravilla observar contingentes de periodistas, artistas, madres buscadoras, estudiantes, universitarias, madres con crías, adultas mayores, contingentes de feminismo antiracial, el de las morras, el de las mujeres bordadoras y la colectiva que las impulsa, la batucada, sonorizando esa marea verde violeta que grita ¡vivas y a salvo! ¡libres y felices! Tocar con el alma ese mar de historias sobres las múltiples formas de violencia hacia las mujeres y niñas narradas en pancartas de colores enmarcando la re-existencia de cada día, de cada hora, reclamando nuestro derecho a ser libres, no valientes, por salir al espacio público.

Que sigan vivas y latiendo esas mujeres que ponen el alma y la cuerpa en mantener con fuerza y encendida la flama de la digna rabia

La historia de las mujeres fuertes, de las que abren camino, las que día a día trazan esta geografía de espejos donde mirarnos, a menudo sufren de manera literal y/o simbólica el destino de Medusa (Médousa, la guardiana, la protectora), ese ser ctónico femenino que convertía a aquellos que la miraban a los ojos en piedra, y a quien Perseo decapitó y usó su cabeza como arma.

Cuando observamos que los grupos conservadores anti-feministas toman nuestro discurso, lo deforman, lo adecuan al beneficio de unos cuantos, que necesitan de manera urgente que las cosas sigan como están, edifican mensajes de odio desde donde señalan a las protectoras, como las enemigas, como las Medusas a las que hay que cortarles la cabeza, y mostrarla, como aleccionamiento hacia las otras, hijas, hermanas, madres, amigas, cualquiera que desee volverse una Medusa.

En este escenario de persecución y castigo para nosotras las Medusas, en este sistema que le apuesta a la desmemoria crónica, en esta época donde un ejército de Perseos están dispuestos a decapitarnos, por perseguir la luz, por liberarnos de su yugo, nombrar los múltiples rostros del feminismo se vuelve una tarea fundamental, caminar juntas desde un corazón lleno de afidamentto, desde el valiente ejercicio de reconocernos entre nosotras, celebrar nuestras pequeñas victorias, compartir nuestras experiencias ,es una travesía que debemos continuar.

Que tarea maratónica la de las colectivas que se agrupan, conversan, organizan y cuidan a las otras, a través de contingentes, pase de lista, chat grupales de cuidado colectivo, entre muchas otras prácticas feministas de cuidado en las marchas.

Qué maravilla observar contingentes de periodistas, artistas, madres buscadoras, estudiantes, universitarias, madres con crías, adultas mayores, contingentes de feminismo antiracial, el de las morras, el de las mujeres bordadoras y la colectiva que las impulsa, la batucada, sonorizando esa marea verde violeta que grita ¡vivas y a salvo! ¡libres y felices! Tocar con el alma ese mar de historias sobres las múltiples formas de violencia hacia las mujeres y niñas narradas en pancartas de colores enmarcando la re-existencia de cada día, de cada hora, reclamando nuestro derecho a ser libres, no valientes, por salir al espacio público.

Que sigan vivas y latiendo esas mujeres que ponen el alma y la cuerpa en mantener con fuerza y encendida la flama de la digna rabia