/ martes 16 de abril de 2019

Del infierno a la reflexión

Los primeros días de estas vacaciones se convierten en un infierno. Uno llega a su escritorio en lunes santo para seguir el terrible desenlace de los hechos violentos del fin de semana, los incendios forestales en Cuernavaca y el resto del estado y, como el colmo de la tragedia –por su valor simbólico- se entera del incendio en la bellísima Notre Dame, símbolo del gótico.

Desazón absoluto, la idea de tragedia nos acompaña y aún no podemos descubrir el poder transformador de la misma. Porque uno debe reflexionar aún en el infierno que vivimos estos días y pensar lo que podemos aprender de todo lo ocurrido.

La violencia que se ha desatado en los últimos meses tiene orígenes múltiples, pero conocer eso no parece ayudar a construir una sociedad en paz, que tenga como centro el crecimiento de todos quienes en ella conviven. De hecho, pareciera que la estrategia de seguridad actual, por lo menos en su primera etapa, permite el incremento de la violencia; pero cualquiera análisis serio debería partir de que el que dos hechos se presenten simultáneamente (la implementación de la nueva estrategia de seguridad y el incremento en los hechos violentos), no indica una relación entre ambos.

Si se atiende a lo que alega el gobierno del estado en defensa de sus tareas, los hechos violentos recientes tendrían como componente las venganzas entre grupos criminales y no serían ataques directos a los establecimientos (aunque hayan ocurrido en ellos y se registren víctimas inocentes); el Comisionado Ortiz Guarneros incluso alega la urgencia de que los ciudadanos denuncien porque “aunque hubiera policías en cada esquina”, no se puede hacer mucho si la gente no acusa a quienes cometen ilícitos. Pero el problema persiste, la gente tiene temor a denunciar frente a los elevados grados de impunidad que el sistema de seguridad permite.

Y el reclamo generalizado por la paz en la entidad debiera ir acompañado, nos parece, de acciones de prevención de las causas del delito (generación de empleos de calidad, promoción de cultura de paz, evitar conductas generadoras de crímenes), y por supuesto, de las denuncias necesarias que, tendrían que tener un impacto real en la detención y castigo a los criminales. Es decir, la acción social debe ser atendida y protegida por todos los niveles de gobierno en tanto el problema victimiza en diversos grados a todos los ciudadanos y lesiona también al gobierno estatal.

Urge que las medidas para reforzar la seguridad en los próximos días, que incluyen el envío de más fuerzas federales para el combate al delito, sean lo bastante visibles para generar la confianza entre los residentes y los visitantes a todo el estado.

El período vacacional de Semana Santa es de los más importantes para el turismo en Morelos y las pérdidas que se generarían por el temor que la inseguridad genera podrían ser fatales para el estado; pero también tendría que pensarse en el mercado interno, los miles de morelenses que han tenido que modificar sus hábitos diarios como medida de precaución frente a la violencia que se presenta en casi todas las localidades y que no respeta calendario alguno. Las afectaciones de la violencia sobre el comercio local son innegables y evidentes en el cierre constante de negocios por motivos terribles, desde el “cobro de piso” hasta la falta de clientes por el temor de la gente para salir a comprar o a entretenerse en diversos lugares.

Pese a los datos terribles, aún se espera que por lo menos haya incrementos de entre 10 y 25 por ciento en los ingresos comerciales durante esta semana, porque así de noble es el turismo con Morelos. Imaginemos lo que se lograría con un estado en condiciones óptimas de seguridad.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Los primeros días de estas vacaciones se convierten en un infierno. Uno llega a su escritorio en lunes santo para seguir el terrible desenlace de los hechos violentos del fin de semana, los incendios forestales en Cuernavaca y el resto del estado y, como el colmo de la tragedia –por su valor simbólico- se entera del incendio en la bellísima Notre Dame, símbolo del gótico.

Desazón absoluto, la idea de tragedia nos acompaña y aún no podemos descubrir el poder transformador de la misma. Porque uno debe reflexionar aún en el infierno que vivimos estos días y pensar lo que podemos aprender de todo lo ocurrido.

La violencia que se ha desatado en los últimos meses tiene orígenes múltiples, pero conocer eso no parece ayudar a construir una sociedad en paz, que tenga como centro el crecimiento de todos quienes en ella conviven. De hecho, pareciera que la estrategia de seguridad actual, por lo menos en su primera etapa, permite el incremento de la violencia; pero cualquiera análisis serio debería partir de que el que dos hechos se presenten simultáneamente (la implementación de la nueva estrategia de seguridad y el incremento en los hechos violentos), no indica una relación entre ambos.

Si se atiende a lo que alega el gobierno del estado en defensa de sus tareas, los hechos violentos recientes tendrían como componente las venganzas entre grupos criminales y no serían ataques directos a los establecimientos (aunque hayan ocurrido en ellos y se registren víctimas inocentes); el Comisionado Ortiz Guarneros incluso alega la urgencia de que los ciudadanos denuncien porque “aunque hubiera policías en cada esquina”, no se puede hacer mucho si la gente no acusa a quienes cometen ilícitos. Pero el problema persiste, la gente tiene temor a denunciar frente a los elevados grados de impunidad que el sistema de seguridad permite.

Y el reclamo generalizado por la paz en la entidad debiera ir acompañado, nos parece, de acciones de prevención de las causas del delito (generación de empleos de calidad, promoción de cultura de paz, evitar conductas generadoras de crímenes), y por supuesto, de las denuncias necesarias que, tendrían que tener un impacto real en la detención y castigo a los criminales. Es decir, la acción social debe ser atendida y protegida por todos los niveles de gobierno en tanto el problema victimiza en diversos grados a todos los ciudadanos y lesiona también al gobierno estatal.

Urge que las medidas para reforzar la seguridad en los próximos días, que incluyen el envío de más fuerzas federales para el combate al delito, sean lo bastante visibles para generar la confianza entre los residentes y los visitantes a todo el estado.

El período vacacional de Semana Santa es de los más importantes para el turismo en Morelos y las pérdidas que se generarían por el temor que la inseguridad genera podrían ser fatales para el estado; pero también tendría que pensarse en el mercado interno, los miles de morelenses que han tenido que modificar sus hábitos diarios como medida de precaución frente a la violencia que se presenta en casi todas las localidades y que no respeta calendario alguno. Las afectaciones de la violencia sobre el comercio local son innegables y evidentes en el cierre constante de negocios por motivos terribles, desde el “cobro de piso” hasta la falta de clientes por el temor de la gente para salir a comprar o a entretenerse en diversos lugares.

Pese a los datos terribles, aún se espera que por lo menos haya incrementos de entre 10 y 25 por ciento en los ingresos comerciales durante esta semana, porque así de noble es el turismo con Morelos. Imaginemos lo que se lograría con un estado en condiciones óptimas de seguridad.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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