/ domingo 7 de noviembre de 2021

Crisis en la ciencia brasileña

La Órden Nacional al Mérito Científico es una condecoración honorífica concedida a personalidades locales o extranjeras en reconocmiento a sus contribuciones científicas y técnicas para el desarrollo de la ciencia en Brasil, así como por sus cualidades intelectuales y académicas. Fue instituida el 16 de marzo de 1993 y se entrega el 13 de julio de cada año cuando se conmemora el nacimiento de José Bonifacio de Andrade y Silva, patriarca de la independencia de Brasil y científico de la Ilustración.

Las áreas en las que se evalúa a los postulantes son ciencias (biológicas, físicas, agrarias, de la tierra, químicas, matemáticas, sociales y humanas, y tecnológicas) e ingenierías. También se reconoce a personalidades que hayan contribuido de manera destacada al desarrollo de la ciencia en Brasil, aunque no sean científicos de carrera.

Hasta aquí, tudo bem como se dice en portugués. Que un gobierno reconozca a investigadores e instituciones por sus aportaciones al conocimiento científico, al desarrollo tecnológico y a la innovación es natural y recomendable, así sucede en muchos países incluyendo México con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Lo que no está bien, es que un Presidente interfiera en procesos netamente académicos y los perturbe de manera constante.

En junio pasado, el Presidente Bolsonaro confirió la Órden al Mérito a la Defensa a su esposa Michelle de Paula Firmo Reinaldo Bolsonaro junto con su ex-Ministro de Salud, el General Eduardo Pazuello, por sus gestiones al frente de pandemia. Posteriormente, el 5 de agosto, vuelve a galardonar a la primera dama con la Órden al Mérito Médico junto con el equipo de especialistas que salvaron su vida durante la convalecencia por COVID-19.

En la primera entrega de la Órden al Mérito Científico desde que asumió el poder, el Presidente Bolsonaro se confiere a sí mismo la máxima distinción, la de Gran Maestre en la categoría de la Gran Cruz, el 3 de noviembre pasado, junto con integrantes de su gabinete y otros políticos. Esto lo hace con fundamento en una modificación al decreto de creación de la Órden emitido en 2002 que abre la posibilidad del auto reconocimiento.

Aún con las inquietudes que reviste la discrecionalidad de estas medidas, todas ellas fueron emitidas mediante los causes legales por lo que fueron aceptadas tácitamente por las comunidades involucradas.

La situación hace crisis el 5 de noviembre cuando en un segundo decreto el Presidente Bolsonaro retira de manera sumaria el galardón a la Dra. Adele Schwartz Benzaken, Directora del Instituto Leónidas & María Deane de la Fundación Oswaldo Cruz, así como al Dr. Marcos Vinicius Guimaraes de Lacerda, médico de la Fundación de Medicina Tropical Doctor Heitor Vieira Dourado.

La Dra. Benzaken ocupó la jefatura del Departamento de Vigilancia, Prevención y Control de Enfermedades de Transmisión Sexual del Gobierno de Brasil de 2016 a 2019, cuando fue removida por la administración del Presidente Bolsonaro presuntamente por sus acciones en beneficio de la población trans a quienes dotó de una cartilla especial para el cuidado de la salud.

Por su lado, el Dr. Lacerda coordinó en 2020 un estudio clínico que demostró que las dosis de cloroquina habitualmente usada para el tratamiento de malaria no tenían ningun efecto sobre la infección por coronavirus y que al contrario, elevaban el riesgo de muerte por problemas cardiacos. En su momento, este estudio fue descalificado por el Presidente y sus seguidores, firmes impulsores de la cloroquina.

La respuesta no se hizo esperar, además de múltiples comunicados de instituciones y sociedades científicas, el día de ayer se publicó la renuncia de 21 de los 40 galardonados a la Órden al Mérito Científico 2021 en solidaridad con los dos científicos expulsados.

Esto ocurre al mismo tiempo que el Presidente Bolsonaro y su gabinete están bajo investigación del Congreso por el manejo de la pandemia en Brasil la cual ha acumulado más de 650 mil muertes en exceso.

Lamentablemente no es la primera vez que el poder interfiere en el devenir de las actividades científicas y académicas, lo que no lo hace ni remotamenta aceptable. Peor aún, hacen pensar que ignoran la historia que nos recuerda que siempre que esto ha ocurrido las consecuencias han sido funestas para la sociedad que se ve afectada en su salud, su alimentación y su relación con el medio ambiente.

Para que la ciencia florezca requiere de apoyo, libertad y capacidad de autodeterminación. Condiciones difícilmente accesibles en los régimenes totalitarios.

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