/ martes 25 de enero de 2022

Banamex, en el centro de la especulación


Los ejecutivos de CitiBanamex acaban de informar al gobierno del país y a los usuarios de sus servicios que ha tomado la decisión de retirarse del mercado mexicano de carteras de consumo, para dedicar su esfuerzo principal al manejo de cuentas de los grandes inversionistas nacionales y extranjeros con intereses en México.

La información causó cierto revuelo y en algunos círculos se interpretó como salida de bancos extranjeros del país –y por tanto de sus capitales—presuntamente descontentos con la política oficial del gobierno de AMLO. El punto ya fue aclarado, y tan solo se trata de que la empresa financiera trasnacional se dedicará a manejar cuentas de clientes “ricos”, de magnates, cuya clasificación obedece a la magnitud de las inversiones que manejan.

En la secretaría de Hacienda se prendieron las alarmas ante este posible segundo intento de fraude fiscal de CitiGroup, conglomerado que maneja Banamex. Y se recuerda que en 2001, apenas comenzando el gobierno de Vicente Fox, se realizó una operación comercial parecida usando el mecanismo de la Bolsa de Valores para evadir el pago de impuestos.

Banamex en ese año fue vendido a CitiGroup en unos 12 mil millones de dólares. De acuerdo con la tasa impositiva vigente en esa época, debió haber pagado por la operación unos 4 mil millones de dólares (algo así como 80 mil millones de pesos al tipo actual de cambio).

No pagaron nada y el conglomerado pudo realizar un negocio “limpio”, con la protección del secretario de Hacienda foxiano y la complacencia del titular del Poder Ejecutivo. Fue una de las operaciones inaugurales del foxato, régimen “de, por y para los empresarios” según expresión del propio ranchero de Guanajuato.

Hoy, de nuevo Citigroup intenta realizar la venta a través de la Bolsa de Valores, pero es una operación compleja porque solo se venderá una parte del conglomerado. CitiGroup se va a dedicar principalmente a actividades de banca corporativa mayoritaria, es decir, a las actividades de manejo de las más grandes carteras de inversión de capitales en México.

Lo que CitiBanamex ha puesto en venta son sus 9 mil sucursales, los cajeros automáticos, los pagarés Fobaproa, su propia marca comercial, las Afore que maneja y el acervo cultural que el banco ha reunido desde su fundación. Todo esto calculan tiene un precio de unos 15 mil millones de dólares, que a tasa actual arrojarían unos 5 mil millones de dólares en impuestos (poco más de 100 mil millones de pesos). El presidente AMLO calcula entre 30 y 40 mil millones de dólares el monto real de la operación.

La cantidad de 15 mil mdd que se ha venido manejando como precio inicial es muy baja. Se supone que los banqueros han especulado con el precio de la institución para pagar menos impuestos. Pero las autoridades hacendarias del país ya han tomado cartas en el asunto y darán un seguimiento “riguroso” a la venta del banco. No tienen intención de permitir un fraude similar al ocurrido en 2001.

Banamex ocupa el lugar número 4 entre las instituciones de banca comercial de México por el número de las cuentas que maneja. El número 1 es BBVA (antiguo Bancomer) con el 24 por ciento de la cartera; el segundo es Banorte, con el 15% y el tercero lo ocupa Santander con el 13 %. Banamex solo maneja el 10% de las cuentas. Por otro lado, la sucursal mexicana es una de las que más aportan al conjunto de ganancias de la matriz, ubicada en USA.

Las reacciones han sido múltiples. El gobierno de AMLO ha expresado que no tiene interés en comprar la institución, pero en cambio Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas) dueño de Banco Azteca, ha expresado interés y ha preguntado “¿cuánto puede costar su changarro?” al declarar que tendría el capital suficiente para hacerse cargo de esos activos.

Para Alfredo Jalife-Rahme –destacado geopolítico de origen yucateco-- lo importante es tratar de “remexicanizar” ese banco y no permitir, por ningún motivo, la enajenación del patrimonio cultural. El análisis que hace Jalife es muy interesante: CitiGroup, empresa controladora de CitiBanamex, a su vez es controlado por varios Gigabancos con influencia decisiva en Wall Street.

El principal de ellos es Vanguard, que tiene el control del 8%; Black Rock, con el 4.7 por ciento y State Street, con el 4.59% de las mismas. Más o menos el 18% de los títulos, suficientes para ejercer el control total de CitiGroup. Se trata en resumen de una operación financierista en el mundo de la globalidad, cuya decisión se tomó en las altas esferas que manejan los activos de sus empresas como un ganadero manejaría su corral de vacas. Es decir, solo como una operación fríamente calculada desde las alturas con fines de obtener mayores tasas de ganancia.

En el proceso ha surgido un inconveniente: un juez mexicano ordenó cancelar la compra-venta, y prohibió el movimiento de los activos de CitiBanamex porque ese capital sirve de garantía de algunas demandas civiles de la empresa mexicana Oceanografía.

Por cuanto al destino del patrimonio cultural de Banamex, formado desde el siglo XVIII, se han formulado varias propuestas: una de ellas es del canciller Marcelo Ebrard, quien señala que ese patrimonio debe ser adquirido por el gobierno a cargo del pago de impuestos que resultare de la operación de compra-venta. Incluso hay quien ha propuesto que el acervo cultural hoy sea tomado directamente por el gobierno, porque no se pagaron los impuestos anteriores de la venta del banco a CitiGroup en 2021.

Cualquiera sea el resultado final, lo importante en este momento es que esa venta no se puede realizar por orden de un juez. Por lo mismo, solo podría proceder si un juez superior ordenara lo contrario, o los compradores del paquete asumieran los pasivos que supuestamente tiene Banamex con Oceanografía.

Como podemos ver, CitiBanamex se encuentra en el corazón de una madeja de intereses políticos, económicos, financieros, diplomáticos y culturales. Es un tema del cual se seguirá hablando por mucho tiempo. Sobre todo porque la sociedad mexicana exige al gobierno que no permita ni la evasión de impuestos ni la venta a particulares de un acervo cultural mexicano formado durante cerca de dos siglos.


Los ejecutivos de CitiBanamex acaban de informar al gobierno del país y a los usuarios de sus servicios que ha tomado la decisión de retirarse del mercado mexicano de carteras de consumo, para dedicar su esfuerzo principal al manejo de cuentas de los grandes inversionistas nacionales y extranjeros con intereses en México.

La información causó cierto revuelo y en algunos círculos se interpretó como salida de bancos extranjeros del país –y por tanto de sus capitales—presuntamente descontentos con la política oficial del gobierno de AMLO. El punto ya fue aclarado, y tan solo se trata de que la empresa financiera trasnacional se dedicará a manejar cuentas de clientes “ricos”, de magnates, cuya clasificación obedece a la magnitud de las inversiones que manejan.

En la secretaría de Hacienda se prendieron las alarmas ante este posible segundo intento de fraude fiscal de CitiGroup, conglomerado que maneja Banamex. Y se recuerda que en 2001, apenas comenzando el gobierno de Vicente Fox, se realizó una operación comercial parecida usando el mecanismo de la Bolsa de Valores para evadir el pago de impuestos.

Banamex en ese año fue vendido a CitiGroup en unos 12 mil millones de dólares. De acuerdo con la tasa impositiva vigente en esa época, debió haber pagado por la operación unos 4 mil millones de dólares (algo así como 80 mil millones de pesos al tipo actual de cambio).

No pagaron nada y el conglomerado pudo realizar un negocio “limpio”, con la protección del secretario de Hacienda foxiano y la complacencia del titular del Poder Ejecutivo. Fue una de las operaciones inaugurales del foxato, régimen “de, por y para los empresarios” según expresión del propio ranchero de Guanajuato.

Hoy, de nuevo Citigroup intenta realizar la venta a través de la Bolsa de Valores, pero es una operación compleja porque solo se venderá una parte del conglomerado. CitiGroup se va a dedicar principalmente a actividades de banca corporativa mayoritaria, es decir, a las actividades de manejo de las más grandes carteras de inversión de capitales en México.

Lo que CitiBanamex ha puesto en venta son sus 9 mil sucursales, los cajeros automáticos, los pagarés Fobaproa, su propia marca comercial, las Afore que maneja y el acervo cultural que el banco ha reunido desde su fundación. Todo esto calculan tiene un precio de unos 15 mil millones de dólares, que a tasa actual arrojarían unos 5 mil millones de dólares en impuestos (poco más de 100 mil millones de pesos). El presidente AMLO calcula entre 30 y 40 mil millones de dólares el monto real de la operación.

La cantidad de 15 mil mdd que se ha venido manejando como precio inicial es muy baja. Se supone que los banqueros han especulado con el precio de la institución para pagar menos impuestos. Pero las autoridades hacendarias del país ya han tomado cartas en el asunto y darán un seguimiento “riguroso” a la venta del banco. No tienen intención de permitir un fraude similar al ocurrido en 2001.

Banamex ocupa el lugar número 4 entre las instituciones de banca comercial de México por el número de las cuentas que maneja. El número 1 es BBVA (antiguo Bancomer) con el 24 por ciento de la cartera; el segundo es Banorte, con el 15% y el tercero lo ocupa Santander con el 13 %. Banamex solo maneja el 10% de las cuentas. Por otro lado, la sucursal mexicana es una de las que más aportan al conjunto de ganancias de la matriz, ubicada en USA.

Las reacciones han sido múltiples. El gobierno de AMLO ha expresado que no tiene interés en comprar la institución, pero en cambio Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas) dueño de Banco Azteca, ha expresado interés y ha preguntado “¿cuánto puede costar su changarro?” al declarar que tendría el capital suficiente para hacerse cargo de esos activos.

Para Alfredo Jalife-Rahme –destacado geopolítico de origen yucateco-- lo importante es tratar de “remexicanizar” ese banco y no permitir, por ningún motivo, la enajenación del patrimonio cultural. El análisis que hace Jalife es muy interesante: CitiGroup, empresa controladora de CitiBanamex, a su vez es controlado por varios Gigabancos con influencia decisiva en Wall Street.

El principal de ellos es Vanguard, que tiene el control del 8%; Black Rock, con el 4.7 por ciento y State Street, con el 4.59% de las mismas. Más o menos el 18% de los títulos, suficientes para ejercer el control total de CitiGroup. Se trata en resumen de una operación financierista en el mundo de la globalidad, cuya decisión se tomó en las altas esferas que manejan los activos de sus empresas como un ganadero manejaría su corral de vacas. Es decir, solo como una operación fríamente calculada desde las alturas con fines de obtener mayores tasas de ganancia.

En el proceso ha surgido un inconveniente: un juez mexicano ordenó cancelar la compra-venta, y prohibió el movimiento de los activos de CitiBanamex porque ese capital sirve de garantía de algunas demandas civiles de la empresa mexicana Oceanografía.

Por cuanto al destino del patrimonio cultural de Banamex, formado desde el siglo XVIII, se han formulado varias propuestas: una de ellas es del canciller Marcelo Ebrard, quien señala que ese patrimonio debe ser adquirido por el gobierno a cargo del pago de impuestos que resultare de la operación de compra-venta. Incluso hay quien ha propuesto que el acervo cultural hoy sea tomado directamente por el gobierno, porque no se pagaron los impuestos anteriores de la venta del banco a CitiGroup en 2021.

Cualquiera sea el resultado final, lo importante en este momento es que esa venta no se puede realizar por orden de un juez. Por lo mismo, solo podría proceder si un juez superior ordenara lo contrario, o los compradores del paquete asumieran los pasivos que supuestamente tiene Banamex con Oceanografía.

Como podemos ver, CitiBanamex se encuentra en el corazón de una madeja de intereses políticos, económicos, financieros, diplomáticos y culturales. Es un tema del cual se seguirá hablando por mucho tiempo. Sobre todo porque la sociedad mexicana exige al gobierno que no permita ni la evasión de impuestos ni la venta a particulares de un acervo cultural mexicano formado durante cerca de dos siglos.