/ domingo 23 de mayo de 2021

Rubén Jaramillo, un muerto que no muere

Las vueltas que da la vida

Ayer domingo, a las seis de la mañana, recibí un mensaje por Whatsapp enviado por el cronista de Jiutepec, Mor., Ángel Trujillo, que decía: “Hoy, 23 de mayo hace 59 años, fue asesinado Rubén Jaramillo”.

Muerte, queridos lectores, que en su momento fue uno de los escándalos políticos más sonados en la historia del régimen presidencialista de México del siglo pasado, en este caso, en tiempos del entonces presidente de México Adolfo López Mateos. Para quien no sepa quién fue Jaramillo les diré que fue un legítimo dirigente campesino morelense que muerto su jefe en 1919 a manos del militar Jesús M. Guajardo y habiendo aprendido bien el ideal zapatista, continuó con su lucha por la consolidación de la reforma agraria y por la defensa de los campesinos. Don Rubén, muy joven aún, ingresó al Ejército Libertador del Sur que formó Zapata a los 14 años de edad y prácticamente se hizo hombre en la lucha armada.

A este militar, político, revolucionario y guerrillero morelense de origen campesino se le deben las gestiones y su insistencia para la creación del Ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec como fuente de empleo para los hijos del campesinado. Como casi todos los honestos e incorruptibles líderes, al igual que su Jefe Zapata que fue muerto en 1919 -igual que lo sería él mismo 40 años después-. Jaramillo fue de los pocos herederos del ideario del general que continuó con su movimiento jaramillista. De hecho, Guajardo al lograr el asesinato a traición del General Emiliano Zapata en la Hacienda de Chinameca, fue ascendido él mismo a general y premiado por Carranza con 50 mil pesos de aquellos aunque poco le duró el gusto ya que murió asesinado poco antes de un año después, a los 28 años de edad, en una emboscada en Monterrey, Nuevo León. Pero verán queridos lectores les contaré una anécdota que creo desconoce la mayorá de ustedes.

El escultor Alfredo López Casanova refiere que un día: “…tocaron a la puerta de mi casa-taller unos campesinos de Morelos. Eran tres. Se presentaron y dijeron que venían de una reunión de coordinación con otros campesinos del sur de Jalisco. Por ese entonces yo vivía en la colonia Lomas de Polanco, al sur de Guadalajara. Era julio de 1996. Un amigo nos mandó, me dijeron, y los hice pasar, les ofrecí agua fresca y hablamos en esa pequeña salita que tenía como taller y que estaba impregnada de un fuerte olor a cedro y caoba, porque entonces también hacía esculturas de madera. Recuerdo que me platicaron de su trabajo en la zafra de caña para el Ingenio de Zacatepec y lo poco que les pagaban.

Otro me platicó que trabajaba en Xoxocotla -poblado nahua hablante de Morelos-, en el cultivo del cacahuate y que, muertos ya quien los defendía, vivían con enormes dificultades económicas…..Llegó un momento en que me preguntaron: -Ud. Es escultor ¿verdad?...Sí, les respondí. --¿Y nos puede hacer una escultura del pecho para arriba y con sombrero? –¿Para quién? Pregunté. –Para nosotros…No tenemos mucho pero podemos pagar. ¿Verdad? Los otros asintieron en silencio. Mire queremos que nos haga un retrato de nuestro líder Rubén Jaramillo. Uno de ellos abrió una carpeta de donde sacó fotos originales en blanco y negro un poco maltratadas. Me platicaron de él y de la historia de las fotos: en ellas se veía a Rubén Jaramillo recién amnistiado en medio de una multitud o a Rubén en plena campaña electoral rodeado de un gentío. Por cierto, su campaña electoral nada tiene que ver con el circo político de ahora. Otra foto de Jaramillo en el monte con su precioso caballo que le había regalado el General Lázaro Cárdenas y otra foto muy borrosa, de un Jaramillo a las orillas de un pueblo mirando quieto hacia el horizonte. Los tres me platicaron de su asesinato, lo mataron junto con toda su familia, esposa y tres hijos, hasta el niño que llevaba en el vientre Elpidia, su mujer, recibió un tiro. Solo se salvó una hija Raquel que se salió corriendo por la puerta de atrás. Como se hacía tarde y debían regresar a Morelos, se despidieron. El busto lo terminé y entregué en la fecha pactada a don Félix Serdán Nájera quien fuera su secretario particular y lugarteniente, en una ceremonia luctuosa donde se encontraron los cuerpos mascrados con el tiro de gracia por las ruinas arqueológicas de Xochicalco a donde los fueron a tirar. El crimen múltiple fue autoría del Ejército y quedó en la total impunidad”, finaliza su relato el escultor.

Y yo pregunto, ahora que está tan de moda pedir disculpas y ofrecerlas ¿que nó se le debe a Morelos una por parte de la federación por el asesinato de Emiliano Zapata y otra por parte del Ejército de aquel entonces por la muerte de Rubén Jaramillo?

Y hasta el próximo lunes si Dios quiere.

Ayer domingo, a las seis de la mañana, recibí un mensaje por Whatsapp enviado por el cronista de Jiutepec, Mor., Ángel Trujillo, que decía: “Hoy, 23 de mayo hace 59 años, fue asesinado Rubén Jaramillo”.

Muerte, queridos lectores, que en su momento fue uno de los escándalos políticos más sonados en la historia del régimen presidencialista de México del siglo pasado, en este caso, en tiempos del entonces presidente de México Adolfo López Mateos. Para quien no sepa quién fue Jaramillo les diré que fue un legítimo dirigente campesino morelense que muerto su jefe en 1919 a manos del militar Jesús M. Guajardo y habiendo aprendido bien el ideal zapatista, continuó con su lucha por la consolidación de la reforma agraria y por la defensa de los campesinos. Don Rubén, muy joven aún, ingresó al Ejército Libertador del Sur que formó Zapata a los 14 años de edad y prácticamente se hizo hombre en la lucha armada.

A este militar, político, revolucionario y guerrillero morelense de origen campesino se le deben las gestiones y su insistencia para la creación del Ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec como fuente de empleo para los hijos del campesinado. Como casi todos los honestos e incorruptibles líderes, al igual que su Jefe Zapata que fue muerto en 1919 -igual que lo sería él mismo 40 años después-. Jaramillo fue de los pocos herederos del ideario del general que continuó con su movimiento jaramillista. De hecho, Guajardo al lograr el asesinato a traición del General Emiliano Zapata en la Hacienda de Chinameca, fue ascendido él mismo a general y premiado por Carranza con 50 mil pesos de aquellos aunque poco le duró el gusto ya que murió asesinado poco antes de un año después, a los 28 años de edad, en una emboscada en Monterrey, Nuevo León. Pero verán queridos lectores les contaré una anécdota que creo desconoce la mayorá de ustedes.

El escultor Alfredo López Casanova refiere que un día: “…tocaron a la puerta de mi casa-taller unos campesinos de Morelos. Eran tres. Se presentaron y dijeron que venían de una reunión de coordinación con otros campesinos del sur de Jalisco. Por ese entonces yo vivía en la colonia Lomas de Polanco, al sur de Guadalajara. Era julio de 1996. Un amigo nos mandó, me dijeron, y los hice pasar, les ofrecí agua fresca y hablamos en esa pequeña salita que tenía como taller y que estaba impregnada de un fuerte olor a cedro y caoba, porque entonces también hacía esculturas de madera. Recuerdo que me platicaron de su trabajo en la zafra de caña para el Ingenio de Zacatepec y lo poco que les pagaban.

Otro me platicó que trabajaba en Xoxocotla -poblado nahua hablante de Morelos-, en el cultivo del cacahuate y que, muertos ya quien los defendía, vivían con enormes dificultades económicas…..Llegó un momento en que me preguntaron: -Ud. Es escultor ¿verdad?...Sí, les respondí. --¿Y nos puede hacer una escultura del pecho para arriba y con sombrero? –¿Para quién? Pregunté. –Para nosotros…No tenemos mucho pero podemos pagar. ¿Verdad? Los otros asintieron en silencio. Mire queremos que nos haga un retrato de nuestro líder Rubén Jaramillo. Uno de ellos abrió una carpeta de donde sacó fotos originales en blanco y negro un poco maltratadas. Me platicaron de él y de la historia de las fotos: en ellas se veía a Rubén Jaramillo recién amnistiado en medio de una multitud o a Rubén en plena campaña electoral rodeado de un gentío. Por cierto, su campaña electoral nada tiene que ver con el circo político de ahora. Otra foto de Jaramillo en el monte con su precioso caballo que le había regalado el General Lázaro Cárdenas y otra foto muy borrosa, de un Jaramillo a las orillas de un pueblo mirando quieto hacia el horizonte. Los tres me platicaron de su asesinato, lo mataron junto con toda su familia, esposa y tres hijos, hasta el niño que llevaba en el vientre Elpidia, su mujer, recibió un tiro. Solo se salvó una hija Raquel que se salió corriendo por la puerta de atrás. Como se hacía tarde y debían regresar a Morelos, se despidieron. El busto lo terminé y entregué en la fecha pactada a don Félix Serdán Nájera quien fuera su secretario particular y lugarteniente, en una ceremonia luctuosa donde se encontraron los cuerpos mascrados con el tiro de gracia por las ruinas arqueológicas de Xochicalco a donde los fueron a tirar. El crimen múltiple fue autoría del Ejército y quedó en la total impunidad”, finaliza su relato el escultor.

Y yo pregunto, ahora que está tan de moda pedir disculpas y ofrecerlas ¿que nó se le debe a Morelos una por parte de la federación por el asesinato de Emiliano Zapata y otra por parte del Ejército de aquel entonces por la muerte de Rubén Jaramillo?

Y hasta el próximo lunes si Dios quiere.

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