/ viernes 26 de octubre de 2018

El legado de La Coronela

El cuerpo de María de la Luz yace en el panteón de Yautepec; la escritora Marcela Magdaleno rescata su testimonio en su libro

¿Tuvo la historia de La Coronela un final triste? El 23 de marzo de 1977, María de la Luz Espinoza, quien llegó a convertirse en coronela durante la Revolución Mexicana, murió siendo pobre, sin hijos, sin una historia de amor al lado de alguien. De acuerdo con la periodista Marcela Magdaleno, autora del libro La Coronela de Yautepec, la mujer “casi mató al novio” después de una traición.

“Le decían ‘la pachona’ y terminó vendiendo ropa vieja”, explica Marcela, quien presentará el libro, coescrito con Rocío Gómez Garduño, el próximo 20 de noviembre, en Yautepec, la tierra de La Coronela. El libro fue escrito en forma de guión teatral.

EL FEMINISMO EN TIEMPOS DE ZAPATA

Motivada por el paso de Emiliano Zapata en su pueblo, María de la Luz se unió a la Revolución Mexicana, que buscaba hacer justicia para los campesinos y, a fuerza de varias batallas y medallas, logró ascender al grado de coronela. Más allá del papel que jugaron Las Adelitas (ayudantes, enfermeras y cocineras), mujeres como ella lograron destacar al hacerse de reconocimiento entre un Ejército conformado principalmente por hombres.

¿CÓMO ERA LA CORONELA?

En 1973, Anita Aguilar y Rosalind Rosoff, autoras del libro “Así firmaron el Plan de Ayala”, llegaron a la casa de La Coronela con temor, por la fama que tenía de ser “muy enojona”. Vivía en un pequeño cuarto de vecindad donde apenas cabían su cama, tres sillas, un radio de transistores y un armario donde cocinaba. Las dos mujeres querían escuchar sus historias.

“Tenía fama de ser muy enojona, no le gustaban las mujeres refinadas ni los extranjeros. A. Al llegar a su casa nos formuló un largo y meticuloso interrogatorio. Decía que la gente la buscaba para llevarse sus palabras y luego enriquecerse con ellas, pero cuando supo que nosotras éramos maestras y deseábamos escribir un testimonio para los niños de la escuela, nos abrió las puertas de su casa”, llegó a escribir Anita Aguilar.

En su fiesta de cumpleaños, las invitadas le pusieron discos con música de la revolución: la vieron cantar y llorar de alegría, y recordar las fogatas de los campamentos donde los soldados se reunían después de las batallas.

El legado de La Coronela

Aunque no dejó más familia que sus sobrinos, uno de las cuales la ayudó en sus últimos años, La Coronela dejó un legado que hoy es recuperado en forma de guion teatral, esperando que la gente de Morelos, así como las autoridades, contribuyan a dar a conocer la vida de esta mujer. En retrospectiva, su historia también es una muestra del olvido en el que vivieron los hombres que arriesgaron su vida porque las clases trabajadoras del país vivieran en mejores condiciones.

“Eso es lo valioso de esta obra de teatro y de este testimonio, no es institucional, sino verdadero: las autoridades reescribieron la historia, hicieron un nuevo discurso para los revolucionarios, que no es cierto, porque a los verdaderos luchadores los dejaron solos”, relata la periodista.

¿Tuvo la historia de La Coronela un final triste? El 23 de marzo de 1977, María de la Luz Espinoza, quien llegó a convertirse en coronela durante la Revolución Mexicana, murió siendo pobre, sin hijos, sin una historia de amor al lado de alguien. De acuerdo con la periodista Marcela Magdaleno, autora del libro La Coronela de Yautepec, la mujer “casi mató al novio” después de una traición.

“Le decían ‘la pachona’ y terminó vendiendo ropa vieja”, explica Marcela, quien presentará el libro, coescrito con Rocío Gómez Garduño, el próximo 20 de noviembre, en Yautepec, la tierra de La Coronela. El libro fue escrito en forma de guión teatral.

EL FEMINISMO EN TIEMPOS DE ZAPATA

Motivada por el paso de Emiliano Zapata en su pueblo, María de la Luz se unió a la Revolución Mexicana, que buscaba hacer justicia para los campesinos y, a fuerza de varias batallas y medallas, logró ascender al grado de coronela. Más allá del papel que jugaron Las Adelitas (ayudantes, enfermeras y cocineras), mujeres como ella lograron destacar al hacerse de reconocimiento entre un Ejército conformado principalmente por hombres.

¿CÓMO ERA LA CORONELA?

En 1973, Anita Aguilar y Rosalind Rosoff, autoras del libro “Así firmaron el Plan de Ayala”, llegaron a la casa de La Coronela con temor, por la fama que tenía de ser “muy enojona”. Vivía en un pequeño cuarto de vecindad donde apenas cabían su cama, tres sillas, un radio de transistores y un armario donde cocinaba. Las dos mujeres querían escuchar sus historias.

“Tenía fama de ser muy enojona, no le gustaban las mujeres refinadas ni los extranjeros. A. Al llegar a su casa nos formuló un largo y meticuloso interrogatorio. Decía que la gente la buscaba para llevarse sus palabras y luego enriquecerse con ellas, pero cuando supo que nosotras éramos maestras y deseábamos escribir un testimonio para los niños de la escuela, nos abrió las puertas de su casa”, llegó a escribir Anita Aguilar.

En su fiesta de cumpleaños, las invitadas le pusieron discos con música de la revolución: la vieron cantar y llorar de alegría, y recordar las fogatas de los campamentos donde los soldados se reunían después de las batallas.

El legado de La Coronela

Aunque no dejó más familia que sus sobrinos, uno de las cuales la ayudó en sus últimos años, La Coronela dejó un legado que hoy es recuperado en forma de guion teatral, esperando que la gente de Morelos, así como las autoridades, contribuyan a dar a conocer la vida de esta mujer. En retrospectiva, su historia también es una muestra del olvido en el que vivieron los hombres que arriesgaron su vida porque las clases trabajadoras del país vivieran en mejores condiciones.

“Eso es lo valioso de esta obra de teatro y de este testimonio, no es institucional, sino verdadero: las autoridades reescribieron la historia, hicieron un nuevo discurso para los revolucionarios, que no es cierto, porque a los verdaderos luchadores los dejaron solos”, relata la periodista.

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