/ lunes 15 de noviembre de 2021

Lo que el presupuesto se llevó

El presupuesto federal propuesto para el 2022 etiqueta 113 mil millones de pesos para el cumplimiento del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (PECITI), en la forma del Anexo 12. Una vez considerada la inflación, este es su valor más bajo desde 2015 y equivale al 1.4 por ciento del presupuesto federal, su valor más bajo desde 2011.

En lo que corresponde al ramo 38 que es el presupuesto que se le asigna el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el presupuesto etiqueta 29 mil millones de pesos, su valor más bajo desde 2009 que equivale al 0.4 por ciento del presupuesto federal, su valor más bajo desde 2007.

Una vez descontados los recursos que se deben transferir a los Centros Públicos de Investigación, el Conacyt contará con un presupuesto para inversión de 23 mil millones de pesos. El 94% de los recursos se ejercerán en solamente dos programas presupuestales que son becas de posgrado y Sistema Nacional de Investigadores, los cuales, además, son transferencias directas. Solamente el 6% se orientará al financiamiento de proyectos de investigación, pero no serán de libre acceso sino que corresponden a los PRONACES, temáticas que fueron establecidas desde principios del sexenio.

Aunque se han emitido algunas convocatorias menores, no se ha publicado ninguna importante para ciencia básica en los últimos años. La ciencia básica o fundamental es la principal fortaleza de la investigación en México y alimenta los únicos indicadores internacionales temáticos en los que salimos bien calificados.

La extinción de los fideicomisos para la investigación ocurrida hace un año representó un golpe muy fuerte para la comunidad científica en México, ya que fue gracias a esa figura que en los primeros 20 años de este siglo se pudieron realizar proyectos de largo aliento. Ahora los proyectos se tienen que concentar en los últimos 3 o 4 meses de cada año, dejando desprotegidas infinidad de líneas de investigación que por su naturaleza necesiten realizarse en otras épocas del año. Este plazo compromete tambén la importación de materiales o equipos pues no hay manera de concretar los procesos de adjudicación, internación e instalación en un plazo tan corto.

Además de escaso, tampoco contamos con una distribución equitativa del presupuesto. Si antes, cuando se distribuían 5 mil millones de pesos al año en proyectos la competencia era feroz, ahora que con suerte llegaremos a los mil millones, además etiquetados para los PRONACES, el futuro es ominoso para la mayoría de los más de 30 mil investigadores asentados en nuestro país.

Con la finalidad de atender estas necesidades, en la discusión del presupuesto 2022 en el pleno de la Cámara de Diputados se presentaron cinco reservas por un monto de 10 mil millones de pesos. La mitad de los recursos se solicitaron para proyectos de investigación básica. Aunque insuficientes para una mejora radical, con esos 5 mil millones de pesos se pretendía liberar un poco la presión que existe en la comunidad científica después de tres años de completa sequía.

También se solicitaron 1,500 millones de pesos para desarrollo tecnológico, la pieza que conecta la ciencia básica con la innovación. Las instituciones de educación superior y centros de investigación públicos requieren financiamiento para pruebas clínicas, fabricación y validación de prototipos, escalamiento de procesos, en una palabra, para la maduración de tecnologías que permita su transferencia a la industria.

Actualmente no existe ni un solo programa presupuestal en todo el gobierno federal que incentive la innovación en las empresas, ni en el Conacyt ni en la Secretaría de Economía, fin para el que se solicitaron otros 1,500 millones de pesos.

La infraestructura científica se vuelve obsoleta a ritmos acelerados y aunque los 1,500 millones de pesos solicitados no serían suficientes para grandes piezas de impacto nacional como el Sincrotrón Mexicano, sí permitirían la reposición de numerosos equipos de laboratorio que son fundamentales para la investigación de día a día.

Finalmente, se solicitaron 500 millones de pesos de apoyo para las sociedades y academias científicas con la finalidad de promover las vocaciones científicas y tecnológicas en niños y jóvenes. Esta actividades es fundamental para lograr el cambio generacional de la comunidad científica que necesita el país.

Es muy importante mencionar que, además, se solicitó que estos recursos fuesen concursables, es decir, que los asignaran comités especializados mediante la evaluación de proyectos en convocatorias públicas y solamente bajo criterios de calidad. Ya no más asignaciones directas.

Lamentablemente, ningua de las reservas aquí mencionadas fue aprobada por la mayoría en el pleno de la Cámara de Diputados con lo que se extenderá un año más la sequía de recursos en perjucio de decenas de miles de investigadores y estudiantes de posgrado.

Es importante mencionar que el problema con el gasto para ciencia, tecnología e innovación no se limita a la asignación del presupuesto. Hemos observado que una vez que se ingresan los recursos del Anexo 12 a las dependencias del gobierno federal son reetiquetados para otras funciones lo que ocasiona que para el ejercio 2021 se pierda el rastro de cerca de 50 mil millones de pesos, la mitad del presupuesto asignado. La fiscalización del gasto del gobierno federal también es responsabilidad de los diputados y las diputadas.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook

El presupuesto federal propuesto para el 2022 etiqueta 113 mil millones de pesos para el cumplimiento del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (PECITI), en la forma del Anexo 12. Una vez considerada la inflación, este es su valor más bajo desde 2015 y equivale al 1.4 por ciento del presupuesto federal, su valor más bajo desde 2011.

En lo que corresponde al ramo 38 que es el presupuesto que se le asigna el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el presupuesto etiqueta 29 mil millones de pesos, su valor más bajo desde 2009 que equivale al 0.4 por ciento del presupuesto federal, su valor más bajo desde 2007.

Una vez descontados los recursos que se deben transferir a los Centros Públicos de Investigación, el Conacyt contará con un presupuesto para inversión de 23 mil millones de pesos. El 94% de los recursos se ejercerán en solamente dos programas presupuestales que son becas de posgrado y Sistema Nacional de Investigadores, los cuales, además, son transferencias directas. Solamente el 6% se orientará al financiamiento de proyectos de investigación, pero no serán de libre acceso sino que corresponden a los PRONACES, temáticas que fueron establecidas desde principios del sexenio.

Aunque se han emitido algunas convocatorias menores, no se ha publicado ninguna importante para ciencia básica en los últimos años. La ciencia básica o fundamental es la principal fortaleza de la investigación en México y alimenta los únicos indicadores internacionales temáticos en los que salimos bien calificados.

La extinción de los fideicomisos para la investigación ocurrida hace un año representó un golpe muy fuerte para la comunidad científica en México, ya que fue gracias a esa figura que en los primeros 20 años de este siglo se pudieron realizar proyectos de largo aliento. Ahora los proyectos se tienen que concentar en los últimos 3 o 4 meses de cada año, dejando desprotegidas infinidad de líneas de investigación que por su naturaleza necesiten realizarse en otras épocas del año. Este plazo compromete tambén la importación de materiales o equipos pues no hay manera de concretar los procesos de adjudicación, internación e instalación en un plazo tan corto.

Además de escaso, tampoco contamos con una distribución equitativa del presupuesto. Si antes, cuando se distribuían 5 mil millones de pesos al año en proyectos la competencia era feroz, ahora que con suerte llegaremos a los mil millones, además etiquetados para los PRONACES, el futuro es ominoso para la mayoría de los más de 30 mil investigadores asentados en nuestro país.

Con la finalidad de atender estas necesidades, en la discusión del presupuesto 2022 en el pleno de la Cámara de Diputados se presentaron cinco reservas por un monto de 10 mil millones de pesos. La mitad de los recursos se solicitaron para proyectos de investigación básica. Aunque insuficientes para una mejora radical, con esos 5 mil millones de pesos se pretendía liberar un poco la presión que existe en la comunidad científica después de tres años de completa sequía.

También se solicitaron 1,500 millones de pesos para desarrollo tecnológico, la pieza que conecta la ciencia básica con la innovación. Las instituciones de educación superior y centros de investigación públicos requieren financiamiento para pruebas clínicas, fabricación y validación de prototipos, escalamiento de procesos, en una palabra, para la maduración de tecnologías que permita su transferencia a la industria.

Actualmente no existe ni un solo programa presupuestal en todo el gobierno federal que incentive la innovación en las empresas, ni en el Conacyt ni en la Secretaría de Economía, fin para el que se solicitaron otros 1,500 millones de pesos.

La infraestructura científica se vuelve obsoleta a ritmos acelerados y aunque los 1,500 millones de pesos solicitados no serían suficientes para grandes piezas de impacto nacional como el Sincrotrón Mexicano, sí permitirían la reposición de numerosos equipos de laboratorio que son fundamentales para la investigación de día a día.

Finalmente, se solicitaron 500 millones de pesos de apoyo para las sociedades y academias científicas con la finalidad de promover las vocaciones científicas y tecnológicas en niños y jóvenes. Esta actividades es fundamental para lograr el cambio generacional de la comunidad científica que necesita el país.

Es muy importante mencionar que, además, se solicitó que estos recursos fuesen concursables, es decir, que los asignaran comités especializados mediante la evaluación de proyectos en convocatorias públicas y solamente bajo criterios de calidad. Ya no más asignaciones directas.

Lamentablemente, ningua de las reservas aquí mencionadas fue aprobada por la mayoría en el pleno de la Cámara de Diputados con lo que se extenderá un año más la sequía de recursos en perjucio de decenas de miles de investigadores y estudiantes de posgrado.

Es importante mencionar que el problema con el gasto para ciencia, tecnología e innovación no se limita a la asignación del presupuesto. Hemos observado que una vez que se ingresan los recursos del Anexo 12 a las dependencias del gobierno federal son reetiquetados para otras funciones lo que ocasiona que para el ejercio 2021 se pierda el rastro de cerca de 50 mil millones de pesos, la mitad del presupuesto asignado. La fiscalización del gasto del gobierno federal también es responsabilidad de los diputados y las diputadas.

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