/ martes 30 de noviembre de 2021

¡A la mitad y seguimos!

Por esta ocasión, dejare a un lado el tema que venimos comentando de la pobreza en el marco de la agenda 2030 para referirme, obligadamente, al evento político más significativo de fin de año: hace tres años un primero de diciembre tomó posesión como presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Como agua entre las manos se ha ido el tiempo y llegamos a la mitad del sexenio, el presidente ha gobernado prácticamente en medio de una crisis sanitaria y por lo que se observa no hay visos de que en el corto plazo vaya a erradicarse por completo. Sin duda, una presidencia sui generis por diversas razones, la primera, que nadie podría haber imaginado la crisis en salud provocada por el coronavirus en la dimensión mundial que se ha presentado, precisamente hacia finales del mismo mes hace dos años.

En los próximos días estaremos escuchando y leyendo acerca del tema, del cual me parece destacar algunos puntos que en próximas columnas estaré compartiendo, y que se traduce en algunos debates sobre:

  • 1.El fenómeno de la popularidad y la confianza de una parte significativa de la sociedad frente a la crítica sobre el desempeño de la administración.
  • 2. La segmentación tradicional en como se observa el poder de un presidente durante un sexenio.
  • 3. El capital político que ostenta y su direccionamiento hacia el 2024, particularmente.
  • 4. El estilo personal de gobernar que sale de los cánones ortodoxos en los que se movía el ejercicio del poder presidencial.
  • 5. Las reformas de gran calado que se impulsaron y no para el desarrollo del país
  • 6. El modelo específico de comunicación impulsado sobre todo por el ejercicio de las “mañaneras”.
  • 7. El proceso de sucesión adelantada.
  • 8.La situación en lo que hace a la seguridad, la economía y muchos otros problemas sociales.

Dejémoslo ahí, porque sin duda, son muchos los aspectos desde los cuales se puede valorar la gestión del presidente.

  • 1. Popularidad.

Observamos un debate respecto al respaldo de la población hacia el presidente, en dos posiciones cuya metodología es esencialmente comparativa: de un lado, quienes opinan que su popularidad no es mayor ni mejor respecto de la aceptación de anteriores presidentes según lo cual tendría más o menos los mismos porcentajes de popularidad y/o aceptación; de otro lado, quienes sostienen que es todo un fenómeno el que se mantengan niveles tan altos de aprobación.

Mitofsky publica en estos días encuesta sobre la aprobación presidencial al mes de noviembre destacando que se encuentra en 65.9%, respecto del cual los hombres le dan mayor porcentaje que las mujeres. Los grupos sociales que manifiestan mayor aprobación son: campesinos, sector informal, empleados, profesores, estudiantes, camas de casa y jubilados. 61.3% de los encuestados opina y confía en que el presidente es quien puede resolver los problemas del país. Seguimos en la próxima. Que tengan buena semana.

Por esta ocasión, dejare a un lado el tema que venimos comentando de la pobreza en el marco de la agenda 2030 para referirme, obligadamente, al evento político más significativo de fin de año: hace tres años un primero de diciembre tomó posesión como presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Como agua entre las manos se ha ido el tiempo y llegamos a la mitad del sexenio, el presidente ha gobernado prácticamente en medio de una crisis sanitaria y por lo que se observa no hay visos de que en el corto plazo vaya a erradicarse por completo. Sin duda, una presidencia sui generis por diversas razones, la primera, que nadie podría haber imaginado la crisis en salud provocada por el coronavirus en la dimensión mundial que se ha presentado, precisamente hacia finales del mismo mes hace dos años.

En los próximos días estaremos escuchando y leyendo acerca del tema, del cual me parece destacar algunos puntos que en próximas columnas estaré compartiendo, y que se traduce en algunos debates sobre:

  • 1.El fenómeno de la popularidad y la confianza de una parte significativa de la sociedad frente a la crítica sobre el desempeño de la administración.
  • 2. La segmentación tradicional en como se observa el poder de un presidente durante un sexenio.
  • 3. El capital político que ostenta y su direccionamiento hacia el 2024, particularmente.
  • 4. El estilo personal de gobernar que sale de los cánones ortodoxos en los que se movía el ejercicio del poder presidencial.
  • 5. Las reformas de gran calado que se impulsaron y no para el desarrollo del país
  • 6. El modelo específico de comunicación impulsado sobre todo por el ejercicio de las “mañaneras”.
  • 7. El proceso de sucesión adelantada.
  • 8.La situación en lo que hace a la seguridad, la economía y muchos otros problemas sociales.

Dejémoslo ahí, porque sin duda, son muchos los aspectos desde los cuales se puede valorar la gestión del presidente.

  • 1. Popularidad.

Observamos un debate respecto al respaldo de la población hacia el presidente, en dos posiciones cuya metodología es esencialmente comparativa: de un lado, quienes opinan que su popularidad no es mayor ni mejor respecto de la aceptación de anteriores presidentes según lo cual tendría más o menos los mismos porcentajes de popularidad y/o aceptación; de otro lado, quienes sostienen que es todo un fenómeno el que se mantengan niveles tan altos de aprobación.

Mitofsky publica en estos días encuesta sobre la aprobación presidencial al mes de noviembre destacando que se encuentra en 65.9%, respecto del cual los hombres le dan mayor porcentaje que las mujeres. Los grupos sociales que manifiestan mayor aprobación son: campesinos, sector informal, empleados, profesores, estudiantes, camas de casa y jubilados. 61.3% de los encuestados opina y confía en que el presidente es quien puede resolver los problemas del país. Seguimos en la próxima. Que tengan buena semana.