/ martes 8 de marzo de 2022

¡#8M millones de voces al unísono!

El día de hoy se escucha el murmullo, el ruido, el grito, la exigencia, la angustia, la desesperación, el enojo, la impotencia, la esperanza, el deseo, la propuesta, el optimismo. Efectivamente, en este 8 de marzo millones de voces se alzan para que se escuche en todos los confines del país, y del mundo entero, como una máxima la exigencia de una sociedad justa e igualitaria.

Son las voces de quienes ya no tiene vida porque las han masacrado, las han violentado y les han quitado la vida de la manera más inhumana que nos podamos imaginar, sus cuerpos fallecidos hablan, levantan su voz, y se unen a la de todos aquellos que buscamos un vida más digna y respetada.

No solo son las voces de las sin vida, también son las de todas aquellas que llenas de angustia viven muriendo porque son agredidas por sus parejas, por sus esposos, por sus amigos; aquellas voces de quienes lloran a una hija, hermana, esposa, amiga, muy queridas que han desaparecido y no se sabe donde se encuentran; las voces de aquellas a quienes se les escamotea el salario justo para llevar el pan a su casa; las voces de quienes deben hacer frente a los miles de obstáculos para poder participar políticamente, o habiéndolo hecho, le son negados los medios para el desempeño de sus funciones; las voces de quienes de quienes debiendo llevar alimento a sus familias no tienen trabajo para comprarlo; las de aquellas que deben soportar el acoso laboral y sexual en sus trabajos o estudios; las voces de aquellas mujeres indígenas que enfrentan la discriminación y el menosprecio tan solo por su vestido, el color de su piel o su trabajo sencillo y manual; las voces de aquellas que no encuentran justicia en las instituciones que deben impartirla; las de aquellas que en este tiempo de pandemia se vieron asediadas por mayores maltratos y violencia de todo tipo; millones de voces se levantarán hoy con la convicción de refrendar la exigencia mayúscula de igualdad, justicia y libertad, pero también con el optimismo y la alegría de seguir luchando por ello en medio de tanta adversidad, intolerancia y obstáculos. A esas voces hoy se une la mía. ¡Sea por nosotras!

El día de hoy se escucha el murmullo, el ruido, el grito, la exigencia, la angustia, la desesperación, el enojo, la impotencia, la esperanza, el deseo, la propuesta, el optimismo. Efectivamente, en este 8 de marzo millones de voces se alzan para que se escuche en todos los confines del país, y del mundo entero, como una máxima la exigencia de una sociedad justa e igualitaria.

Son las voces de quienes ya no tiene vida porque las han masacrado, las han violentado y les han quitado la vida de la manera más inhumana que nos podamos imaginar, sus cuerpos fallecidos hablan, levantan su voz, y se unen a la de todos aquellos que buscamos un vida más digna y respetada.

No solo son las voces de las sin vida, también son las de todas aquellas que llenas de angustia viven muriendo porque son agredidas por sus parejas, por sus esposos, por sus amigos; aquellas voces de quienes lloran a una hija, hermana, esposa, amiga, muy queridas que han desaparecido y no se sabe donde se encuentran; las voces de aquellas a quienes se les escamotea el salario justo para llevar el pan a su casa; las voces de quienes deben hacer frente a los miles de obstáculos para poder participar políticamente, o habiéndolo hecho, le son negados los medios para el desempeño de sus funciones; las voces de quienes de quienes debiendo llevar alimento a sus familias no tienen trabajo para comprarlo; las de aquellas que deben soportar el acoso laboral y sexual en sus trabajos o estudios; las voces de aquellas mujeres indígenas que enfrentan la discriminación y el menosprecio tan solo por su vestido, el color de su piel o su trabajo sencillo y manual; las voces de aquellas que no encuentran justicia en las instituciones que deben impartirla; las de aquellas que en este tiempo de pandemia se vieron asediadas por mayores maltratos y violencia de todo tipo; millones de voces se levantarán hoy con la convicción de refrendar la exigencia mayúscula de igualdad, justicia y libertad, pero también con el optimismo y la alegría de seguir luchando por ello en medio de tanta adversidad, intolerancia y obstáculos. A esas voces hoy se une la mía. ¡Sea por nosotras!