/ martes 26 de diciembre de 2023

Tener hijos en prisión, una cruda realidad

Falta de higiene y de servicios, además del ambiente hostil, ponen freno al desarrollo de los menores que nacen tras las rejas

De acuerdo con la Ley Nacional de Ejecución Penal, las mujeres privadas de la libertad tienen derecho a conservar la guardia y custodia de sus hijos menores hasta los tres años; ahí, las autoridades penitenciarias son las encargadas de proveer a los menores atención médica, alimentación y vestimenta; sin embargo, en algunos penales de Morelos, la situación es distinta.

“La cárcel es un ambiente hostil y puede afectar el desarrollo del menor”, dice Galia Tonella, vocera de la Asociación Civil Sinergia Cultural, encargada de llevar pláticas y brindar apoyo emocional a las reclusas.

Te interesa leer: Suicidio femenino, problema poco conocido

Actualmente, el Centro de Reinserción Social (Cereso) femenil de Atlacholoaya alberga a nueve menores que acompañan a sus madres; tres están a punto de cumplir la edad reglamentaria y tendrán que abandonar el penal, mientras que una mujer está embarazada. De acuerdo con Galia, esta medida que permite a las madres mantener a sus hijos en prisión hasta los tres años busca procurar un desarrollo sano y efectivo, ya que el ambiente carcelario no favorece su salud física y mental.

“Imagínate que había niños que no sabían lo que era un perro, un gato o incluso un vehículo. El Congreso tomó la iniciativa para que fuera hasta los tres años tenerlos ahí, una manera para que los niños se adapten a un mundo más normal”, informó Tonella.

Un helicóptero sobrevuela las instalaciones de un penal de Morelos. / Archivo | El Sol de Cuernavaca

A pesar de que el penal de Atlacholoaya cuenta con un Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) adaptado para los menores que permite a las madres trabajar durante el día, las condiciones dentro del penal presentan desafíos, pues los menores necesitan atención médica, psicológica y educación especializada a lo largo del día.

“Tienen un Cendi donde las mamás los dejan a las nueve de la mañana, y regresan a la una por ellos. Estos niños reciben tratamiento psicológico, juegan y aprenden, como si estuvieran en una guardería”, explicó.

De acuerdo con el Observatorio de Prisiones, con cifras de 2021, el 75 por ciento de los menores no recibe atención psicológica, el 88 por ciento no recibe ropa ni calzado; el 50 por ciento no recibe juguetes y el 75 por ciento no recibe materiales escolares.

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“Hay muchas mujeres que incluso necesitan ayuda psicológica para tener a sus hijos. La mujer es completamente abandonada en la cárcel; el error de una mujer no es completamente perdonado. Reciben un doble castigo, el de la sociedad y el de la justicia”, expresó Tonella.

María Luisa Villanueva pasó más de 25 años en prisión. En febrero de 2023 fue liberada. Ella llegó al penal de Atlacomulco a principios del 2000. Aunque las leyes no le permitían tener a su hijo dentro de prisión, pues tenía 11 meses cuando fue detenida, vivió de cerca la situación de quienes sí lo hacían.

“Los niños viven con las internas, un niño vive en una celda con tres personas más. El niño tiene las mismas condiciones de un interno sin haber cometido un delito. Un niño no está preso, tiene derecho de ser libre”, mencionó María Luisa.

La falta de medicamentos, especialistas y condiciones higiénicas adecuadas, sumadas al hecho de compartir celda con internas que consumen sustancias, crea un entorno desafiante.

“Cuando yo entré en 1998, mi hijo tenía 11 meses, y en las condiciones que se vivían en Atlacomulco ya que no había lugar para un menor. No había la oportunidad de tener un niño, más que nada por la seguridad del menor. Les dan más facilidades a los niños que nacen ahí que a un niño que está dentro. Pero quienes los tienen están a veces en malas condiciones, a veces no hay un pediatra, y cuando enferman se los tiene que llevar un familiar y sino, se quedan enfermos adentro”, explicó.

La psicóloga Paulina Treviño Contreras, en su escrito “Derechos humanos de los niños que nacieron en la cárcel”, destaca que estos niños enfrentan dificultades en su desarrollo y pueden ser propensos a la delincuencia debido a la violencia presente en las cárceles.

“Las niñas y niños invisibles que se enfrentan a la reclusión enfrentan muchas dificultades en su desarrollo, ya que lo único que conocen desde que nacen es la violencia que existe en las cárceles de las mujeres. Estos niños van a ser propensos a la delincuencia, deficiencias de clasificación, dinámicas de violencia y falta de ajustes razonables”, menciona.

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De acuerdo con la Ley Nacional de Ejecución Penal, las mujeres privadas de la libertad tienen derecho a conservar la guardia y custodia de sus hijos menores hasta los tres años; ahí, las autoridades penitenciarias son las encargadas de proveer a los menores atención médica, alimentación y vestimenta; sin embargo, en algunos penales de Morelos, la situación es distinta.

“La cárcel es un ambiente hostil y puede afectar el desarrollo del menor”, dice Galia Tonella, vocera de la Asociación Civil Sinergia Cultural, encargada de llevar pláticas y brindar apoyo emocional a las reclusas.

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Actualmente, el Centro de Reinserción Social (Cereso) femenil de Atlacholoaya alberga a nueve menores que acompañan a sus madres; tres están a punto de cumplir la edad reglamentaria y tendrán que abandonar el penal, mientras que una mujer está embarazada. De acuerdo con Galia, esta medida que permite a las madres mantener a sus hijos en prisión hasta los tres años busca procurar un desarrollo sano y efectivo, ya que el ambiente carcelario no favorece su salud física y mental.

“Imagínate que había niños que no sabían lo que era un perro, un gato o incluso un vehículo. El Congreso tomó la iniciativa para que fuera hasta los tres años tenerlos ahí, una manera para que los niños se adapten a un mundo más normal”, informó Tonella.

Un helicóptero sobrevuela las instalaciones de un penal de Morelos. / Archivo | El Sol de Cuernavaca

A pesar de que el penal de Atlacholoaya cuenta con un Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) adaptado para los menores que permite a las madres trabajar durante el día, las condiciones dentro del penal presentan desafíos, pues los menores necesitan atención médica, psicológica y educación especializada a lo largo del día.

“Tienen un Cendi donde las mamás los dejan a las nueve de la mañana, y regresan a la una por ellos. Estos niños reciben tratamiento psicológico, juegan y aprenden, como si estuvieran en una guardería”, explicó.

De acuerdo con el Observatorio de Prisiones, con cifras de 2021, el 75 por ciento de los menores no recibe atención psicológica, el 88 por ciento no recibe ropa ni calzado; el 50 por ciento no recibe juguetes y el 75 por ciento no recibe materiales escolares.

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“Hay muchas mujeres que incluso necesitan ayuda psicológica para tener a sus hijos. La mujer es completamente abandonada en la cárcel; el error de una mujer no es completamente perdonado. Reciben un doble castigo, el de la sociedad y el de la justicia”, expresó Tonella.

María Luisa Villanueva pasó más de 25 años en prisión. En febrero de 2023 fue liberada. Ella llegó al penal de Atlacomulco a principios del 2000. Aunque las leyes no le permitían tener a su hijo dentro de prisión, pues tenía 11 meses cuando fue detenida, vivió de cerca la situación de quienes sí lo hacían.

“Los niños viven con las internas, un niño vive en una celda con tres personas más. El niño tiene las mismas condiciones de un interno sin haber cometido un delito. Un niño no está preso, tiene derecho de ser libre”, mencionó María Luisa.

La falta de medicamentos, especialistas y condiciones higiénicas adecuadas, sumadas al hecho de compartir celda con internas que consumen sustancias, crea un entorno desafiante.

“Cuando yo entré en 1998, mi hijo tenía 11 meses, y en las condiciones que se vivían en Atlacomulco ya que no había lugar para un menor. No había la oportunidad de tener un niño, más que nada por la seguridad del menor. Les dan más facilidades a los niños que nacen ahí que a un niño que está dentro. Pero quienes los tienen están a veces en malas condiciones, a veces no hay un pediatra, y cuando enferman se los tiene que llevar un familiar y sino, se quedan enfermos adentro”, explicó.

La psicóloga Paulina Treviño Contreras, en su escrito “Derechos humanos de los niños que nacieron en la cárcel”, destaca que estos niños enfrentan dificultades en su desarrollo y pueden ser propensos a la delincuencia debido a la violencia presente en las cárceles.

“Las niñas y niños invisibles que se enfrentan a la reclusión enfrentan muchas dificultades en su desarrollo, ya que lo único que conocen desde que nacen es la violencia que existe en las cárceles de las mujeres. Estos niños van a ser propensos a la delincuencia, deficiencias de clasificación, dinámicas de violencia y falta de ajustes razonables”, menciona.

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